El aparcamiento privado del estadio de La Rosaleda está plagado de coches lujosos, de los deportivos, de los caros, de esos que cuando cruzan las carreteras y los ves sabes que son de alguien que tiene la billetera llena. Hasta ahí, todo normal. Son los automóviles de los futbolistas del primer equipo malacitano. No obstante, hay uno que sobresale respecto al resto. Los primeros días de esta temporada estaba cubierto por una lona. Quien se atrevía a fisgar un poco descubría un vehículo fastuoso, con alerones de Fórmula 1 y diseño de bólido futurista. Descansaba entre los audis y los porsches de los jugadores del equipo andaluz, con todo el peso del millón de euros que dicen que vale. El coche de Batman lo bautizaron. Resulta que ese carro es de Abdullah Bin-Nasser Al-Thani, el jeque catarí que el pasado verano compró el Málaga, un club que se salvó por los pelos de la quema que arrastra hasta la Segunda División y que se ahogaba en una deuda de cerca de catorce millones de euros. Llegó el jeque -su yate Radiant estaba encallado en el dique de Levante- con un cheque en blanco y empezó a derrochar dinero en fichajes. Se gastó 17 millones en nueve refuerzos, pero el talonario no sirvió de mucho desde el punto de vista clasificatorio, pues el conjunto blanquiazul es actualmente decimosexto, con 16 puntos, tres sobre la frontera que marca el descenso, y con un nuevo técnico, Manuel Pellegrini, tras la destitución de Jesualdo Ferreira. Así que una vez abierto el mercado invernal, el jeque ha vuelto a abrir la cartera y esta vez para hacerse con jugadores de relumbrón: Demichelis, Maresca, Baptista... Cuatro millones más de desembolso para convertirse en el club que más se ha gastado de Europa. Todo para llegar, hasta el momento, a los 14 fichajes en seis meses y cerca de 100 millones de inversión entre contrataciones, ceses y obras. "No hay límites para alcanzar lo más alto y todo lo que podamos crecer lo haremos", afirma Abdullah Mohammed Haj Ghubn, vicepresidente y consejero delegado del Málaga con 28 años y mano derecha del jeque.

Abdullah Bin-Nasser Al-Thani tiene 43 años y procede del desierto Arábigo, de la península de Catar, un diminuto país con millón y medio de habitantes, del tamaño de la comunidad de Murcia, con el PIB per cápita más alto del mundo y con el subsuelo inundado de gas y petróleo. Estudió Gestión y Administración de Empresas y Derecho en Egipto y dirige un holding de catorce empresas, el Grupo NAS, con sede en los Emiratos Árabes, que opera en más de treinta países y que cuenta con más de 3.000 empleados. Tiene inversiones en diversos sectores que van desde cadenas hoteleras y centros comerciales, hasta empresas de telefonía móvil, agencias de viajes, tiendas de moda y de electrónica, pasando por concesionarios de automóviles y camiones. En el último año ha alcanzado acuerdos con compañías de software, arquitectura y publicidad y recientemente ha comprado el treinta por ciento de acciones de PhonetSat, empresa de telecomunicaciones de Dubai, por 130 millones de dólares (107 millones de euros).

El dueño del Málaga es pariente del actual emir de Catar, Hamad ben Jalifa ben Hamad Al-Thani y, al igual que parte de su familia participa en el Gobierno de este pequeño país a través del Ministerio del Interior. Además, es vicepresidente y accionista del banco de Doha, uno de los más importantes de Oriente Medio, y controla el periódico Al Sharq.

Abdullah Al-Thani posee cerca de Doha la cuadra Al Naif Stud, con más de 160 purasangre de raza árabe en sus establos. Y es que los caballos son una de sus pasiones, junto al fútbol y los coches. De hecho, organiza el denominado The Royal Drive, una exhibición de vehículos deportivos que se celebra cada año en Dubai y que reúne a marcas como Ferrari, Lamborghini o Porsche. Hace unos quince años, el jeque catarí levantó en medio del desierto un complejo arquitectónico de aire británico, con piscina climatizada, clínica veterinaria, hipódromo e insólitas parcelas de yerbín, que se defienden como pueden del sol abrasador del Golfo Pérsico.

Su relación con el deporte empezó mucho antes de toparse con el Málaga. Es socio honorífico del club Al-Rayyan, que cuenta con equipos de fútbol -Luis Fernández lo entrenó y Fernando Hierro, los hermanos Frank y Ronald de Boer o Sonny Anderson jugaron en él-, baloncesto, balonmano, voléibol y tenis de mesa. Sus redes con el Málaga se extendieron el año pasado a través del empresario sirio Taysir Al Sahoud. El expresidente de la entidad andaluza, Fernando Sanz, realizó diversos contactos con el mundo árabe para intentar vender el club y hablando de negocios llegó hasta Abdullah Bin-Nasser Al-Thani. Parece ser que el jeque catarí pudo haber comprado el Liverpool, pero se decantó por el Málaga -pagó 36 millones, entre los que estaban incluidos los cerca de 14 de deuda del club- debido a su capacidad de crecimiento. Aterrizó en Andalucía con el objetivo de colocar al conjunto blanquiazul entre los mejores de la Liga en un plazo de cinco años. Primero, viene la consolidación en la élite ocupando la zona media de la tabla, dos años después, la disputa de la Liga Europa para, a partir de 2015, brillar en la Champions. Para ello, el dinero necesario es el menor de los problemas. Nada más visitar La Rosaleda, el jeque empezó a soltar euros: ordenó cambiar el césped, repintar el estadio y acondicionar despachos y palcos. Después, llegaron los 17 millones para reforzar la plantilla y las promesas -de las que todavía no se conocen más detalles- de crear un nuevo Puerto Banús en Marbella, donde el jeque tiene su mansión -la que fue asaltada al poco de su llegada y de la que sustrajeron seis portátiles, ocho móviles de última generación, un reloj de la marca Hublot de oro con diamantes y un bolso de Louis Vuitton-. La iniciativa sobre la que estaría trabajando Al-Thani y su equipo de asesores sería la ampliación del puerto de La Bajadilla, lo que obligaría a realizar una inversión de unos 70 millones de euros. Al parecer, el departamento de Obras Públicas de la Junta de Andalucía sigue muy de cerca el interés mostrado por el jeque en este proyecto.

Una de las iniciativas que sí va tomando forma es la de la remodelar la Ciudad Deportiva del Málaga. El jeque quiere construir un nuevo campo para su equipo que se llamaría el Catar Stadium, con capacidad para 65.000 personas -el triple del actual número de abonados del Málaga-. Tal obra requiere una parcela de 120.000 metros cuadrados en los que se ubicarían también diez campos para las categorías inferiores, una escuela para el fútbol base denominada The Academy además de instalaciones de ocio. Todo ese desembolso podría alcanzar los 300 millones de euros.