España se enfrenta a su paradoja

BILBAO. El encarnizado debate, cuyo fondo permanece de rabiosa actualidad incluso a día de hoy, aconteció hace ya 102 años. 1908. Congreso de la FIFA en Viena; capítulo del orden del día referente a nuevas admisiones a un organismo creado cuatro años atrás y que por aquel entonces casi imploraba por la aparición de nuevos miembros con el objetivo de universalizar el fútbol. Las solicitudes de Noruega y Finlandia se aceptan en un abrir y cerrar de ojos, pero la polémica salta cuando les llega el turno a Escocia, rival hoy de España (Hampden Park, 21.00 horas) en el camino hacia la Eurocopa de 2012, e Irlanda del Norte. ¿Naciones sin estado soberano buscando disputar competiciones deportivas oficiales? Chispazo. Incendio. Muro. Vamos, una realidad que se repite actualmente cada vez que salen a la palestra los intentos de Euskadi o Catalunya de contar con una selección que tenga derecho a luchar por clasificarse para un Mundial o una Eurocopa.

En aquella ocasión, Alemania y Francia fueron los más beligerantes en la apuesta por la cerrazón. Tal y como recoge un documento oficial de la FIFA, la delegación germana esgrimió que "podría resultar un precedente muy peligroso para el resto de países. Trasladado a nuestro territorio, hasta 26 estados podrían pedir la admisión. Sólo debería haber una asociación que represente internacionalmente al fútbol del Reino Unido". La argumentación de Austria fue calcada, mientras que Suiza, con su eterna neutralidad, dio un voto de confianza a la solicitud basándose en el arraigo del fútbol en ambos países y en el largo historial de sus federaciones. ¿Y quién se encargo de defender la postura aperturista? Curiosamente el país que en teoría más tenía que perder, Inglaterra, que hizo constar los más de 30 años de funcionamiento independiente de los organismos futbolísticos de Escocia e Irlanda del Norte. Al final, siete federaciones votaron a favor de la admisión y seis en contra, pero la necesidad de aglutinar dos tercios de los votos favorables impidió su inclusión, que, sin embargo, fue aprobada dos años después junto a la de Gales.

Gracias a la deferencia de Inglaterra, Escocia, uno de los países constituyentes del Reino Unido (la Jefatura de Estado recae en Isabel II y, aunque tiene parlamento y gobierno propios, el Parlamento Británico sigue conservando la capacidad de reformar, cambiar, ampliar o abolir su sistema de gobierno) ha podido labrarse una modesta pero digna trayectoria a nivel de selecciones, disputando ocho Mundiales y dos Eurocopas sin pasar nunca de la primera fase. Y no es un caso único, ya que actualmente la FIFA reconoce a 23 naciones no soberanas el derecho a competir en competiciones internacionales oficiales.

Ello se debe a que el artículo 10 de los estatutos de este organismo, el referente a las admisiones, establece que "toda asociación responsable de organizar y supervisar el fútbol en su país puede convertirse en miembro de la FIFA. Por país se entiende en este contexto un Estado independiente reconocido por la comunidad internacional. Se reconocerá a una sola asociación por país, bajo reserva de lo estipulado en los apartado 5 y 6". Este último reza que "con la autorización de la asociación miembro del país del que dependa, la asociación de fútbol de una región que aún no haya obtenido su independencia podrá solicitar su admisión en la FIFA". Por lo tanto, y de forma paradójica viendo el tratamiento dado a las peticiones de Euskadi y Catalunya, España se medirá hoy a una selección que si de sus mandatarios dependiera no tendría derecho a disputar esta fase de clasificación.