bilbao. Acostumbrado Pep Guardiola a alentar a los suyos incluso a tumba abierta, ayer puso vendajes preventivos para posibles heridas de guerra en el Sánchez Pizjuán. "Pase lo que pase, hemos cumplido". Así lo estima el Rey Midas de los banquillos, que es lo suficientemente inteligente para saber que no es así, que su modosa ambición sigue siendo la misma y que su máscara no siempre invita a la fe. Pues el todopoderoso Barcelona puede irse de vacío tras la resaca de la mejor campaña de la historia del fútbol, lo que bien podría evocar a la caída del Imperio Romano, y eso ante un público exigente como el catalán puede conllevar a reformas de interior para verano en Can Barça, una reestructuración siempre de la mano de la incertidumbre, además, cuando las aguas descienden esperanzadoras a un margen del Paseo de la Castellana. O sea, hay que ganar para que no sobrevuelen aires de un nuevo ciclo.
Lo sabe el vestuario culé, y si no por si acaso también lo anuncia Manuel Pellegrini -"la Liga se decide en esta jornada", recuerda a navegantes-. El partido de hoy contra el Sevilla (21.00, Canal +) es decisivo para el desenlace. Vital para enriquecerse y también para hundir al prójimo en aguas de una prensa ávida por acrecentar la crítica sobre la megalomanía de la casa blanca. Si grande ha sido la escalada de los favoritos, con el mayor número de puntos acumulado, mayor puede ser la caída. Cruyff, que de esto sabe, por algo asistió al último entrenamiento.
Por eso corrige el técnico de Santpedor en una misma rueda de prensa. Debe exigir más a su infantería mientras contempla que el enemigo no cede, mientras demuestra que puede dar más de sí. Ley de vida cuando se aspira a la máxima gloria en una carrera de fondo que se ha quedado en dos etapas de alta, altísima, montaña. El everest de la Liga. "Sabemos que sólo nos vale la victoria, no podemos ir a medias. Atacaremos desde el primer momento. Seremos un equipo ambicioso", sostiene Guardiola iniciativa en mano. No hay mayor remedio. Zafarrancho de combate en la nave blaugrana, caldeada y alentada por el sevillista Jesús Navas, convencido éste de la victoria de los suyos, mandando mensajes de tranquilidad a Madrid vía papel impreso. Y es que el cuadro sevillista se juega el pan que otorga la Liga de Campeones, mucho y del bueno para crecer con salud. No obstante, el milagroso Mallorca sigue empeñado en hacer suya la plaza que está en el aire, puesto que el conformista Valencia ya ha hecho sus deberes en la Liga de los modestos y ha amarrado el tercer lugar.
Quien más fácil lo tiene para acceder a Champions es el Mallorca, ya que mide a Deportivo y Espanyol, dos equipos que por estas alturas no se juegan nada; mientras, el Sevilla debe lidiar con Barça y Almería.
Por otra parte, en la pugna por la Liga Europa el Villarreal se la juega contra el Valencia y el Zaragoza, también escuadras que no tienen mayores obligaciones que el triunfo del amor propio. El Getafe, el otro rival del submarino amarillo y del Athletic en la batalla continental, ha de zafarse con Málaga y Atlético, los primeros con la salvación en juego.