bilbao. Como una pescadilla que se muerde la cola, los clubes profesionales más modestos, agrupados en la plataforma conocida como el G-30, han puesto también el grito en el cielo: en una situación de crisis global, que afecta a todos los estratos sociales, también tienen problemas para pagar, máxime cuando a LFP se niega a facilitar los avales que garanticen el cobro de los futbolistas cuyos clubes entren en Concursal.
Pero su solución es la misma que años atrás: negociar los derechos televisivos de forma colectiva.
Se calcula que el déficit que acumulan los clubes de Primera y Segunda División alcanza los 3.300 millones de euros y la situación no es de ahora. Viene de lejos.
El mismo día en el que los jugadores se reunían en un hotel madrileño para plantear la posibilidad de una huelga, representantes de trece clubes de Primera y nueve de Segunda, todos pertenecientes al G-30, debatieron la eventualidad de impedir que las cámaras de televisión entren en sus estadios hasta que los grandes clubes acepten negociar los derechos de manera colectiva.
El Real Madrid cobra 130 millones de euros por año por sus derechos televisivos, mientras que el Barcelona percibe 120 millones. Unas cantidades astronómicas, en comparación con el resto de los clubes, y un privilegio al que no están dispuestos a renunciar, por mucho que el Gobierno presione para que el fútbol cambie su modelo televisivo.
La Liga de Fútbol Profesional es una de los pocas en Europa en la que cada club negocia de manera individual el contrato de televisión con las diferentes operadoras.
En Inglaterra o Italia mantienen un acuerdo global y el reparto es equitativo entre los equipos, aunque los clubes con mayor número de pinchazos reciben más dinero.
La relación de los diferentes estamentos futbolísticos con el Gobierno se ha enfriado, aunque se espera que en próximos días y por expresa petición de Moncloa se negocie para terminar con los contratos televisivos de carácter individual, dando paso a la negociación colectiva.