Bilbao
El duelo entre el Bayern de Munich y el Manchester United tiene el sabor de las grandes citas futbolísticas. Podía ser perfectamente una final de la Copa de Europa e inevitablemente retrotrae al choque que ambos protagonizaron en 1999, en el Camp Nou. Un partido donde el fútbol reunió toda su grandeza y miseria, toda la emoción y desolación que cabe imaginar en este deporte y el más socorrido de los tópicos: el partido no acaba hasta que el árbitro no pita su final.
No en vano en el minuto 91 del encuentro, es decir, en el tiempo añadido, el equipo alemán ganaba por un gol a cero, tanto anotado por Mario Basler al poco de comenzar el choque. Dos minutos después perdió la final, dibujando uno de los partidos más turbadores de la historia.
Ese lapso de tiempo, apenas cien segundos, fue suficiente para que el Manchester United, empujado por un encomiable espíritu de lucha y fe inquebrantable, marcara dos goles, convertidos por Teddy Sheringham (minuto 91), un veterano defensa; y Ole Gunnar Solskjaer (minuto 93), delantero islandés, habitual suplente, apodado el asesino con cara de niño, tras sendos saques de esquina servidos con temple por el selecto pie derecho de David Beckham.
El contraste fue brutal. En el coliseo azulgrana, abarrotado por más de 90.000 hinchas, media afición estallaba de euforia con la misma intensidad que la otra media encajaba con desolación el desenlace del partido cuando ya tenían interiorizado la conquista del gran título europeo, efemérides esperada con ansia desde 1976, cuando el equipo bávaro, liderado por el genial Franz Beckenbauer, encadenó tres títulos consecutivos.
Luego vinieron las finales de 1982, que el Bayern perdió frente al Aston Villa, y la de 1987, cuando el Oporto de Futre y Madjer se hizo con el trofeo también contra pronóstico.
A la tercera parecía la vencida, y tampoco lo fue. "Estoy en el fútbol desde hace 55 años, pero nunca vi un partido igual, tan dramático como ese", recordaba ayer Beckenbauer, entonces presidente del club alemán, en el sitio uefa.com. Lo cierto es que el Bayern, dirigido por Ottmar Hitzfeld, dominó el partido y lanzó por dos veces el balón contra la madera de la portería inglesa defendida por Peter Schmeichel.
"Definitivamente, es el momento más dramático de mi carrera", rememora Alex Ferguson en la misma página web. "Todavía hoy no me lo puedo explicar. Fue simplemente el destino. Seguro que nunca nadie más vuelve a ganar así una Copa de Europa", zanja el entrenador de los Diablos Rojos.
extraordinaria temporada Más que dramático, la Liga de Campeones culminó la más extraordinaria temporada en la historia del United, después de ganar la Liga inglesa y la Copa el mismo año. La triple corona, que ha quedado para los anales del fútbol británico, también ungió de grandeza al técnico escocés, que fue nombrado caballero (sir) con la orden del Imperio Británico por sus servicios al fútbol inglés.
No en vano con Ferguson, que entrena al Manchester desde 1986, los reds han alcanzado sus más altas cotas de grandeza, con dos títulos de Liga de Campeones (1998-99 y 2007-08), una Recopa de Europa (1990-91), once ligas inglesas, cinco copas y ocho Charity Shield, entre otros entorchados.
El Manchester United culminó aquel extraordinario 1999 con la Copa Continental, ganada en Tokio al Palmeiras brasileño con un gol de Roy Keane, el emblemático capitán de los Diablos Rojos.
Definitivamente, el Manchester dejó de ser un club anclado en un pasado con más leyenda (la catástrofe aérea de Munich o la Copa de Europa de 1968, con los míticos Bobby Charlton, Denis Law y George Best) que títulos.
la dulce venganza Dos años después, el Bayern, que seguía dirigido por Ottmar Hitzfeld, actual seleccionador de Suiza, pudo sacarse la espina que tenía clavada eliminando al Manchester United en los cuartos de final de la Liga de Campeones y alcanzar la final disputada en Milán frente al Valencia, y ganarla, en otro partido agónico resuelto en la suerte de los penaltis.
El Bayern de Munich reverdeció sus laureles y volvió a inscribir su nombre en la copa más prestigiosa del fútbol continental 25 años después. Sin embargo, ése fue el último año que pasó de los cuartos de final de la gran competición europea.