EL expediente firmado por Ricardo Izecson Dos Santos Leite (Brasilia, 22 de abril de 1982) en el Santiago Bernabéu (2-3) hace un par de semanas no estuvo a la altura de su potencial blanco ni se asomó al espíritu que mostraba cuando vestía la camiseta milanista, abanderando lo que es considerado ahora como un geriátrico de figuras liderado por Ronaldinho. Las ansias de venganza madridistas, tras la derrota en Chamartín y el Alcorconazo, no esconden sin embargo al verdadero protagonista esta noche en San Siro, Kaká, recibido ayer en Italia como un Dios. Su marcha provocó que muchos aficionados rompieran su carné, abandonando a su suerte a los de Leonardo, que curiosamente encontraron en Madrid la aspirina a casi todos sus males. No en vano, en el Calcio sólo les queda aferrarse a una plaza europea para evitar que la decepción derive en un fracaso sin precedentes.

La guadaña que pende sobre Pellegrini y el sempiterno recuerdo del 5-0 endosado a finales de los años ochenta a la quinta del Buitre también añaden salsa a este clásico continental de perennes revanchas. Un hervidero de nostalgias. El Milan se hizo con los servicios del brasileño en 2003 por 8,5 millones de euros, cuando Florentino lo rechazó por lo escatológico de su nombre, y seis años después el Madrid pagó ocho veces más por el crack, avalado por su Balón de Oro. Su imagen se asocia a la elegancia y se le considera un ejemplo de humildad gracias a sus convicciones religiosas, las que le erigen en el nuevo pastor que guiará a su entidad al estrellato, con permiso del lesionado Cristiano. Un oficio que pretende desempeñar cuando se empape de la Biblia tras su jubilación deportiva.

Con su aura de perfección, Dios y Jesucristo pueblan su discurso. Con el Milan lució con orgullo una camiseta con mensaje: I belong to Jesus (Pertenezco a Jesús). "Dios nos da más de lo que pensamos o queremos", destacó cuando con su traje Armani y su pelo engominado recibió el premio a Mejor Jugador del Año de FIFA en 2007. Apodado también como El Príncipe desde sus inicios, la perseverancia le rescató en 2000 de un accidente en un parque acuático en el que se fracturó una vértebra cervical. Por algunos días muchos temieron que se quedara parapléjico. Desde entonces cada vez que marca levanta los brazos al cielo en un gesto de agradecimiento. Bien lo sabe su esposa, Caroline Celico, con quien se casó en 2005 en régimen de virginidad. Ahora ya tienen un hijo, Luca, de un añito. Su sonrisa y su mensaje brillan. Pero no tanto como quisiera.

el pasado, presente Aunque se ausentó en Santo Domingo, campo del Alcorcón, su identidad va unida a un proyecto incierto que muestra demasiadas grietas. Por eso San Siro, estadio maldito para el conjunto merengue, que nunca ha ganado allí en Europa y donde sólo marcó un gol en cinco partidos, podría ser el trampolín que le rescate de un infierno que Kaká rozó con la punta de sus dedos. Su ex compañero Borriello, que cuestionó su forma en los estertores de su etapa milanista, la presencia de El Gaucho (¡Ay, esos goles que una tarde firmó en Chamartín!) y la titularidad de Seedorf echan todavía más leña al fuego. "La vida es un camino lleno de desafíos", proclama el astro blanco. Y el envite de hoy está repleto de ellos. Lo que Dios no podrá evitar es que alguien salga mal parado.