SE lo merece todo". Lo dijo Pep Guardiola el 14 de enero de 2008, cuando el Camp Nou celebraba los regates del canario y el de Santpedor todavía era técnico del filial. El pasado sábado, tras solucionar el partido frente al Almería y sellar el póker -ha marcado en las cuatro competiciones esta temporada-, el entrenador azulgrana regañó sin embargo a Pedro Rodríguez Ledesma (28-VII-1987, Santa Cruz de Tenerife) "porque ha perdido muchos balones". Pedrito, PR17, como le apoda el vestuario, ha adquirido ya categoría de Don. Como en esa mágica noche de Roma donde "no toqué la pelota pero jugué la final", recuerda con agradecimiento al míster, que profesa una gran confianza en sus cualidades. "Si fuera brasileño le llamarían Pedrinho y no tendríamos dinero para ficharle".

Nació en un pueblo del sur de la isla tinerfeña, en Abades, donde sus padres todavía residen -él trabaja en la construcción y su madre ejerce de hostelera- junto a sus dos hermanos, un electricista y una administrativa. Donde tiene los amigos con los que creció en el Polideportivo de la Urbanización o en la playa. Criado futbolísticamente en el San Isidro como media punta, soñaba despierto viendo a Luis Enrique y Rivaldo, sus ídolos. Pedro era el prototipo de la escuela canaria que enseña a gustarse con el esférico y a ser habilidoso. El 1 de agosto de 2004 aterrizó en La Masía, añorando el potaje casero y aprendiendo a actuar como extremo. "Pep insistía en que debía coger ritmo", afirma evocando aquel periodo de sube y baja. Un día señalado, aquél en que entrenándose con el Barça B Guardiola le comentó que a Rijkaard le faltaba un jugador porque Ezquerro se había puesto enfermo. Iniesta, Puyol y Xavi le acomodaron lo mejor posible, y no es de extrañar que sus prestaciones comenzaran a llamar la atención de Málaga, Sporting, Zaragoza, Racing, Tenerife, Olympiacos o Wigan, entre otros. "Es el jugador por el que más ofertas recibimos" reconocen desde el club. El Noi dio la orden: "Ni tocarlo, Pedro no se mueve de aquí". Y continuó residiendo en Riera Blanca, cerquita del coliseo culé, sin volver ya al Miniestadi.

Con un contrato hasta 2014 y una cláusula de 75 millones de euros, los humos no se le han subido a la cabeza, sorprendiendo con su supersónico movimiento de control y disparo. "Tiene un tremendo sentido del gol", valora su entrenador, hasta el punto de que ha hecho olvidar al mismísimo Henry. En el presente curso ha disputado 343 minutos, repartidos en diez partidos. Un gol cada 86 minutos a pesar de que no se considera un artillero. Y en todos los torneos: en San Mamés frente al Athletic en la Supercopa, luego en la Supercopa europea de Mónaco ante el Shakhtar, en la Champions contra el Kiev y ante los de Hugo Sánchez. "Tiene talento, no da nunca un balón por perdido y además marca. ¡Qué más se puede pedir!", le elogió ayer Laporta. Pedrinho o Pedrito ya es Don Pedro. Puro guanche con acento catalán.