Gareth Southgate, seleccionador de Inglaterra, ante todo un hombre educado, comedido y sensato, reconocía ayer lunes que todavía no había digerido la rudeza de la derrota, por cómo y dónde había sido, en el santuario de Wembley y en la tanda de penaltis. Otra vez en la tanda de penaltis. "Esta mañana sentí como si tuviera desgarrado el estómago", no solo por la derrota, " más dolorosa al haber estado tan cerca de la victoria", destacó, sino por el lamentable espectáculo que una parte de la hinchada inglesa ha propalado por el mundo, no solo por el comportamiento de los hooligans antes y después de la final ante Italia, sino por el sesgo racista que ha brotado con virulencia contra Marcus Rashford, Jadon Sancho y Bukayo Saka, los tres jóvenes negros que erraron en la tanda de penalti.

Southgate asumió toda la "responsabilidad" del tremendo revés, señaló que para él fue "prioritario" asegurarse que los futbolistas que fallaron los penaltis recibieran el apoyo que necesitaban en las horas posteriores al encuentro, dijo que habló de manera individual con cada jugador de la plantilla para agradecerles "que hubieran dado todo lo que tenían" en el campo y sobre todo calificó de "imperdonables" los insultos racistas a Rashford, Jadon Sancho y Saka, sobre todo a través de las redes sociales.

La repercusión de estos hechos ha sido tan grande que las reacciones de condena apenas sirven para contrarrestar el sentimiento de vergüenza que también ha surgido en una sociedad que se jacta de civilizada. Pero no fue solo la expresión de odio contra estos tres jóvenes negros, sino los desmanes ocurridos con el fútbol y la bandera inglesa como excusas.

"Estos jugadores de la selección de Inglaterra merecen ser tratados como héroes, no ser atacados por su raza en las redes sociales. Aquellos responsables de estas espantosas agresiones deberían avergonzarse de ellos mismos", escribió en Twitter el primer ministro británico Boris Johnson.

El príncipe Guillermo, nieto de la reina Isabel II y presente en la final junto a su mujer y su hijo mayor, fue más allá y señaló que estaba "asqueado" y que se sentía "enfermo" por los insultos racistas. "Esto tiene que acabar ahora y todos los involucrados deberían rendir cuentas", subrayó.

Tibieza institucional

Sin embargo, no se trata de un sarpullido coyuntural. Son muchas las voces que en el Reino Unido acusan al Gobierno de falta de voluntad para combatir el fenómeno racista, y como ejemplo están las reacciones al gesto de los jugadores de Inglaterra de arrodillarse antes de los partidos, como en otras selecciones durante la Eurocopa, como protesta a los comportamientos xenófobos. La ministra del Interior, Priti Patel, la calificó de "postureo político", y la secretaria de Estado de Educación, Gillian Keegan, dijo que la acción era un "gesto de división".

Especialmente dura fue la experiencia del delantero Marcus Rashford, referente por su lucha para que los niños más desfavorecidos pudieran recibir comidas en sus colegios durante los días de confinamiento en plena pandemia. Salió un minuto antes de terminar la prórroga para lanzar uno de los penaltis y lo falló. Ayer lunes, un mural con su rostro en Manchester, su ciudad, apareció vandalizado y con graves insultos racistas.

La Policía practicó a lo largo de la noche 49 detenciones y 19 agentes resultaron heridos en los altercados.

Miles de hooligans alcoholizados y sin entrada intentaron colarse en Wembley, o sembraron de mugre muchos espacios emblemáticos de Londres y también dieron palizas a hinchas con la camiseta azzurri.

Los apuntes

Récord de prórrogas, récord de goles, récord de penaltis... La Eurocopa 2020 se ha convertido en el torneo continental con más prórrogas de la historia, ocho, cuatro resueltas en la tanda de penaltis, y en la que más porcentaje de goles hubo desde que se impuso el formato con fase de grupos. También se ha batido el récords de penas máximas señaladas y falladas (17 pitadas y erradas ocho). Pese a ello, es la Eurocopa con mejor porcentaje de goles desde que hay fases de grupos (comenzó en 1980), con 2,79 por encuentro.

De la maldición en la tanda de penaltis a la bendición. De nuevo tras la tanda de penaltis, fatal hasta 2006, cuando ganó así a Francia el Mundial de Alemania, Italia se coronó campeona de Europa por segunda vez en su historia y rompió una sequía de trofeos de quince años. Se impuso por 3-2 a Inglaterra en la tanda de penaltis, como ya hicieron en las semifinales contra España. Lejos queda el duro epílogo del Mundial de EE.UU. 1994, perdido en los penaltis contra Brasil, con el célebre fallo de Roberto Baggio, o en el de 1998, cuando los azzurri se rindieron en la tanda ante Francia en cuartos de final. Al contrario, la maldición de los penaltis sigue con Inglaterra, como en 1996, en 2004 y en 2012.

La UE también saca pecho frente a la Inglaterra del Brexit. La trascendencia de los goles de Maradona contra Inglaterra en el Mundial de 1986 no se entendería sin el conflicto de las Malvinas de fondo. Salvando las distancias, algo de esa fragancia deportivo-política se ha respirado también en la final de esta Eurocopa. El Brexit se ha utilizado como vehículo para construir y reforzar la identidad inglesa, pero también la europea, circunstancia raramente explotada a nivel comunitario. Por eso el apoyo de Bruselas a Italia ha sido explícito y rotundo. Hasta la presidenta de la Comisión Europea, la alemana Ursula von der Leyen, compartió antes del partido una fotografía suya con una camiseta de la selección italiana con su nombre y el dorsal 27, el número de Estados miembros de la UE. Su mensaje le sentó mal a Nigel Farage, artífice intelectual del Brexit: "No pueden soportar la idea de que los británicos tengan éxito tras el Brexit", exclamó.

Pedri, elegido el mejor jugador joven del torneo. "¿Alguien se ha fijado en la Euro lo que ha hecho un niño de 18 años que se llama Pedri? No lo ha hecho ni don Andrés Iniesta", advirtió Luis Enrique. Pedri fue titular en los seis partidos, jugó todos los minutos incluidas las prórrogas excepto uno con un fútbol efectivo, sin fallos (91'3% de pases buenos), lleno de kilómetros (76'1) y repleto de recuperaciones (25). Y por amplio consenso fue elegido el mejor joven de la Eurocopa.