Espoleados por los errores del PP -sobre todo las metidas de pata de Feijóo que les dieron aire- y azuzando el miedo de la llegada de las derechas a La Moncloa, el PSOE ha protagonizado una campaña electoral a contracorriente pero en remontada. De menos a más. Cuando parecía que tan solo podría salvar los muebles, el socialismo logra resistir. Y lo hace de buena manera. Las “buenas vibraciones” que decía sentir Pedro Sánchez cuando votó este domingo por la mañana se convirtieron en realidad bien entrada la noche cuando se conocieron los resultados: tras una legislatura complicada de gestionar -pandemia, alza de precios por la guerra en Ucrania, convivencia turbulenta entre PSOE y Unidas Podemos...-, Sánchez no solo no se deja ni escaños ni votos por el camino, sino que amplía su ventaja. Pasa a contar con 122 asientos en el Congreso, dos más que hace cuatrro años. Muchos aventuraban que la cita electoral sería un paseo militar de PP y Vox, un hecho que finalmente no se dio. Y Sánchez, aunque como segunda fuerza por detrás de los populares, sale fortalecido: ni hubo fin al sanchismo ni se le espera, al menos por ahora.

Que Pedro Sánchez tiene más vidas que un gato es algo evidente. Es un líder político que se crece ante las dificultades. En su carrera política ha tenido que sortear numerosos contratiempos -incluso los generados por sus propios compañeros de partido-. La de ayer fue la última demostración de que es un superviviente nato. Todo ha funcionado a pedir de boca para el partido de Ferraz: las apelaciones a la participación en una cita electoral veraniega parecen haber surtido efecto. Las altas cifras del voto por correo le han reportado beneficios. Y las apariciones del expresidente Zapatero han resultado provechosas. El PSOE ha logrado frenar al empuje de la ola conformada por las derechas -PP y Vox-. Aunque no en su totalidad, el avance socialista que pretendía su candidato, que veía “desfondados” a sus contrincantes, se ha cumplido. La “apuesta al rojo” ha sido tal. Y pese a quedar en segundo lugar -a XX escaños del PP, vencedor ayer-, los socialistas han visto recompensado el empeño mostrado en campaña: pasan a disponer de 122 escaños en el Congreso y 85 asientos en el Senado. Suman 7.163.122 votos, lo que supone mejorar ampliamente los registros de hace cuatro años.

El que amenazaba con ser el declive del PSOE este 23-J comenzó con el serio varapalo que se llevaron los socialistas en las elecciones del 28-M, en las que perdieron buena parte de su fuerza municipal y autonómica. Los antecedentes vaticinaban un batacazo, pero sorpresivamente -y contra la inmensa mayoría de las encuestas, que erraron- consiguen detener su tendencia a la baja, logrando movilizar a su electorado en sus graneros de voto tradicionales -Andalucía, Extremadura, Aragón, Asturias, Catalunya...- al igual que lo han hecho en el ámbito rural, en el que el PP se ha batido el cobre tratando de arañar apoyos. Además, el resultado en las grandes ciudades -a reseñar el resutado obtenido en Madrid y en Barcelona- le he salido beneficioso al Partido Socialista. La apelación al voto útil parece que ha terminado por calar. Por ende, el mapa de España se vuelve a pintar de rojo, precisamente siendo esta una de las principales reclamaciones realizadas por Sánchez en el mitin de cierre de campaña.

En cuanto a la suma entre los cuatro contendientes de los dos bloques en el Estado-PP y Vox por un lado, PSOE y Sumar por el otro-, la jugada también le ha salido favorable al PSOE. Y es que aunque Sumar, encabezado por Yolanda Díaz, ha quedado en cuarta posición ante un Vox que se sitúa tercero, la diferencia entre socialistas y populares no ha sido tan grande como inicialmente se esperaba. Además, las maniobras postelectorales le son favorables a Sanchez, que ya ha adelantado que durante los próximos tiempos buscará los acuerdos “hasta debajo de las piedras si es necesario”. Su cintura pactista -puede acordar con diversos partidos indistintamente, desde las formaciones catalanas a las vascas, y ya lo ha hecho esta última legislatura- le aporta un mayor campo de acción a un Sánchez que ha vuelto a demostrar que jamás se le puede dar por muerto. Y ojo que al bloque de investidura le dan los números para repetir su jugada, siempre que el dirigente socialista logre integrar a Junts -con una abstención- en sus matemáticas. 

En suma, no es de extrañar que se vieran caras de felicidad en Ferraz, donde el PSOE siguió los resultados electorales. A buen seguro no han sido los esperados ni los deseados por Sánchez, pero a la vista de cómo ha transcurrido la campaña electoral, el 23-J deja un buen sabor de boca en el seno del socialismo. Lo cierto es que pese a que la mayoría de analistas barruntaban el fin del sanchismo, la figura de Pedro Sánchez sigue tan viva como siempre. Quienes auguraron la caída del presidente tendrán que esperar a una mejor ocasión.

LAS CLAVES


Resultado. En una legislatura complicada, el PSOE ha sabido seducir a su electorado. Las apelaciones efectudas por Pedro Sánchez han surtido el efecto esperado.


Freno al pacto de derechas. PP y Vox se han quedado lejos de la mayoría absoluta. Frenar a las derechas era uno de los objetivos estratégicos para los socialistas.


Más cerca de la mayoría. Pese a que ninguno de los dos bloques, ni la derecha ni la izquierda, consiguen alcanzar la mayoría absoluta, el PSOEtiene más margen de maniobra.