La cautela se impone tras pedir Siemens Energy apoyo al Gobierno alemán para amortiguar las pérdidas que está generando en la multinacional la antigua Gamesa. La cuestión es tan delicada que los actores implicados no se ponen de acuerdo a la hora de calificar la demanda. La compañía niega que se trate de un rescate –técnicamente ha solicitado avales para evitar el cierre de las líneas de financiación bancaria–, pero los sindicatos que representan a 2.000 trabajadores en la CAV y Nafarroa temen que se trate precisamente de eso: de una medida desesperada.

En ese contexto, el Ejecutivo que lidera el socialdemócrata Olaf Scholz ha tardado 36 horas en reconocer que está negociando una vía para aliviar las tensiones en empresa de carácter estratégico. Algunos de sus socios no ven con buenos ojos esa operación.

A última hora del viernes, el viceportavoz del Gobierno alemán, Wolfgan Büchner, aseguró que el ejecutivo germano no tiene dudas de la importancia de Siemens Energy para la descarbonización de la economía del país y admitió que se ha abierto una negociación. Sin embargo, no quiso dar detalles acerca del estado de esas conversaciones para posibles ayudas en medio de las dificultades que encara la compañía. “El Gobierno alemán es consciente de que Siemens Energy es una empresa relevante para el proceso de transformación energética en Alemania”, dijo Büchner en la conferencia de prensa habitual de portavoces al día siguiente del desplome en Bolsa de la empresa tras admitir que ha tenido que solicitar avales públicos.

Antes la portavoz del ministerio de Economía, Lisa Maria Spoo, había evitado responder una pregunta acerca de si el Gobierno condicionaba una posible ayuda a que el accionista principal, el consorcio Siemens, hiciera primero una inyección de capital o proporcionase garantías. Siemens tiene el 25,1% de Siemens Energy y hasta el momento el consorcio se ha mostrado reacio a seguir ofreciendo garantías. Dentro del Gobierno alemán el Partido Liberal (FDP), el socio más pequeño de la coalición, está en contra de dar garantías estatales a Siemens Energy.

“El estado alemán no puede estar dando garantías semana tras semana, eso es tarea de las empresas”, dijo el experto en energía del grupo del FDP, Michael Kruse, al diario Die Welt. “Una transformación energética en la que al final los usuarios, los responsables de las redes, los productores y otros actores dependan del estado no es una transformación sino una deformación de la Economía”, agregó.

Los comentarios de prensa apuntan a que el ministro de Economía, Robert Habeck, está en un dilema. Por una parte Siemens Energy es una empresa clave no sólo en el desarrollo de las energías renovables sino también en la construcción de las centrales de gas que se necesitan como tecnología alternativa, pero también existe la convicción de que la principal responsabilidad le corresponde a Siemens. Y la multinacional no parece dispuesta a

Este viernes las acciones de Siemens Energy rebotaron al comienzo de la sesión de la Bolsa de Fráncfort más de un 6%, después de haberse desplomado el jueves un 35,5% tras informar de que ha solicitado avales estatales que le permitan endeudarse.

Las acciones moderaron su subida a largo del día, en gran medidad por el silencio medido del Gobierno alemán. Sin embargo, cerró sesión con un repunte del 9% y el parqué valorará mañana la confirmación de la apertura de negociaciones.

La operación

Línea de avales. Los avales estatales garantizarían que los bancos mantengan líneas de crédito importantes para algunos proyectos sin encarecerlas y evitaría que pudieran dejar de conceder esos créditos en el peor de los casos. Una serie de garantías para préstamos que el semanario económico ‘WirtschaftsWoche’ cifra en 15.000 millones de euros, cantidad que no ha confirmado la energética.