El final de la presidencia de Donald Trump supone un balón de oxígeno para las empresas vascas, que tienen en Estados Unidos su cuarto mercado internacional y que han topado los últimos cuatro años con el muro que ha levantado -o intentado levantar- el magnate republicano para potenciar la economía de su país. La Unión Europea ha sido señalada como una enemiga comercial y el escenario ha sido cuando menos complejo. Y la llegada de Joe Biden a Washington es muy bien recibida.

Más allá de los diques, que han tenido como principal exponente los aranceles a productos como el acero, los números, en general, no han sido tan negativos como cabría esperar para las exportaciones de la CAV. Con todo, durante la legislatura de Trump, EE.UU. se ha convertido de alguna forma en un mercado más complejo, en gran parte por la sensación de que era básicamente un territorio hostil.

Las empresas vascas vendieron en 2016, justo antes de la llegada del polémico político a la Casa Blanca, bienes por valor de 1.536,8 millones de euros. El discurso proteccionistas invitaba a pensar en un frenazo de las exportaciones. Sin embargo, en 2017, el comercio exterior vasco hacia la primera economía mundial avanzó hasta los 1.819 millones y en 2018 se superaron los 2.100 millones. La histórica relación de las empresas vascas con las estadounidenses fue un antídoto en esos primeros compases del Gobierno de Trump. A efectos prácticos se adelantaron operaciones para sortear un bloqueo en el futuro, pero las relaciones comerciales entre las compañías de los dos países se reforzaron, al igual que la confianza a ambos lados del Atlántico. Una dinámica que también se ha producido con el Brexit y las ventas a Reino Unido.

Sin embargo, el año pasado se produjo en cambio un frenazo, y las exportaciones a Estados Unidos se situaron por debajo de los 1.800 millones anuales. Una cifra que continúa por encima de los niveles previos a la época de Donald Trump al frente del país. La situación ha cambiado radicalmente este año, pero a causa de la crisis generada por el covid. Entre enero y septiembre -el último mes contabilizado- las empresas vascas han exportado por valor de 912 millones de euros al mercado norteamericano. Son 400 millones menos que en 2019 y casi 700 millones menos que en 2018 a estas alturas del curso.

Los efectos del coronavirus

El ejercicio actual va a estar muy condicionado por las restricciones derivadas de la pandemia y esa sí que es una variable ingobernable. ¿Qué sectores son los que más están sufriendo en estos momentos?

Como ocurre en todo el planeta por el menor consumo de combustibles, el refino del petróleo es el producto con peor evolución. Y en ese escenario Petronor es el único protagonista en Euskadi. A pesar de ser un gran productor de petróleo, las necesidades energéticas obligan a la primera economía mundial a comprar refino a otros países. Las exportaciones en el año anterior a la llegada de Trump al poder, la refinería de Muskiz vendió petróleo por valor de más de 606 millones de euros al gigante norteamericano. Y en los nueve primeros meses del año la factura ya ascendía a 432 milllones. En cambio, este año la cifra ronda en estos momentos los 168 millones, lo que anticipa un mal año para Petronor y un freno para el conjunto de las exportaciones vascas.

La situación es menos negativa para la siderurgia. Las ventas vascas de acero y hierro suman casi 67 millones entre enero y septiembre. Se nota también el parón de producción derivado de la crisis sanitaria, pero la cifra no está muy lejos de la que se registraba antes de la victoria electoral de Donald Trump (82 millones). Otra cosa es la actividad comercial de algunos segmentos, como ocurre con los dos grandes fabricantes vascos de tubos sin soldadura, Tubos Reunidos y Tubacex, también frenados por el menor ritmo de consumo del sector petrolero.

La exportaciones de maquinaria también se han resentido este año. No ocurre lo mismos con las ventas de camiones y las ligadas al sector aeronáuticos o con la venta de componentes eléctricos.