Solo el 16,4% de los accionistas del Igualatorio Médico Quirúrgico (IMQ) estaría dispuesto a vender su participación ahora y hacerlo teniendo en cuenta básicamente el precio de la operación, sin contemplar cuestiones como el mantenimiento del control de la compañía por parte de los médicos o su anclaje a Euskadi. El debate interno abierto en torno a los mecanismos que permiten a un socio de la compañía vizcaina desprenderse de sus acciones supone también una reflexión sobre el propio modelo de la propiedad.

Ante esta situación que se asemeja a una encrucijada de cara al futuro, el Igualatorio encargó hace unas semanas una encuesta para pulsar la opinión interna. Del sondeo se desprende que la mayoría de los médicos o no tiene la intención de vender o lo haría en todo caso en función de las condiciones, que, junto a una "valoración adecuada de la compañía" (el precio por acción), deberían contemplar el "mantenimiento del control de la compañía por el colectivo médico mientras sea posible" o garantizar el "arraigo".

En estos momentos ya cabe la posibilidad de que los socios del Igualatorio traspasen acciones a otros profesionales sanitarios o que sea la propia compañía quien las adquiera como autocartera de cara a su venta a futuro a otros médicos interesados en entrar en el colectivo. Queda por tanto bloqueada la entrada de otro tipo de inversores, ya sean empresas del sector sanitario, aseguradoras o fondos de inversión, entre otras opciones.

división interna

Un grupo de socios agrupados en la Plataforma de Accionistas del Igualatorio (PAI) ha maniobrado los últimos meses para liberalizar la venta de participaciones y eliminar el corsé que limita el valor de los títulos para atraer a posibles compradores. Se trata en definitiva de rentabilizar lo máximo posible su inversión. Una actitud que es norma en los mercados en los que se lanza el anzuelo en busca del mayor rendimiento posible, pero que supone romper todos los esquemas en una sociedad como el Igualatorio.

Con el planteamiento del sector del PAI, la posibilidad de que un socio externo se incorpore al accionariado está muy viva. Adeslas, aseguradora sanitaria propiedad de Mutua Madrileña y Caixabank, es socio estratégico del IMQ y, al parecer, estaría interesado en hacerse con un paquete accioniarial.

En el otro extremo, Ademi, Asociación en Defensa del Modelo del Igualatorio, creada en mayo por un grupo de médicos, plantea la necesidad de blindar la estructura de cara a evitar que la compañía cambie de manos. Ante este choque de sensibilidades, Ademi reclamó al IMQ la elaboración de una encuesta. El sentir mayoritario apuntala la esencia del modelo actual.

De este modo, una cuarta parte de los accionistas no vendería su participación "en ningún caso", mientras que casi un 5% vendería sus acciones "aun no estando de acuerdo con el proceso de salida", si se fijan unas condiciones favorables. El colectivo más numeroso, formado por un 35,3% de los accionistas, es el que podría vender ahora o en el futuro su participación "en función de las condiciones".

Una vez descontados los "no vendedores" y los vendedores "sujetos a condiciones", el grupo de los "vendedores convencidos" supone un 29,1% del accionariado. Estos últimos se reparten entre los que quieren que la operación se realice ya (el 16,4% ya señalado) y los "vendedores futuros" (12,7%). La encuesta, elaborada por Ikerfel durante junio y julio y a la que ha tenido acceso DEIA, pone de manifiesto que no existe una urgencia real de venta en el colectivo médico. Y sobre todo refleja que una abrumadora mayoría no quiere hacerlo a cualquier coste, es decir, sin garantizar que su salida de la compañía no supone romper con la filosofía con la que nació en 1934 el IMQ.