BILBAO - Una vez pasada página del que seguramente es el episodio de desencuentro entre empresarios y sindicatos más largo de Euskadi, el presidente de la Federación Vizcaina de Empresas del Metal (FVEM) mostró ayer su “confianza” en que el acuerdo recientemente alcanzado en la siderurgia de Bizkaia suponga “un giro en las relaciones laborales” en el país.

“Se avecinan nuevos tiempos” y serán necesarios “cambios” en las compañías ligados a aspectos como las nuevas tecnologías y la transición energética, subrayó José Luis López Gil. Y el dirigente empresarial estima que es “imprescindible una comunicación entre empresas y sindicatos mucho más fluida y constante” para que ese tránsito se produzca de la manera más tranquila posible en todos los sectores. López Gil compareció ante la prensa, junto a su vicepresidente, Lander Artetxe, y el director gerente de la federación, Adolfo Rey, para valorar el acuerdo recientemente cerrado con CC.OO., LAB y UGT para renovar las condiciones laborales de los 58.000 trabajadores del metal vizcaino.

Más allá de las cláusulas del nuevo convenio colectivo, el presidente de la FVEM destacó que es el primer convenio de eficacia general -firmado por sindicatos que suman una representación mayoritaria- en 18 años y que por ello será de aplicación para todos los empleados del sector que no tengan un acuerdo laboral de empresa. De modo que López Gil estima que la decisión de ELA de quedarse “al margen” y no apoyar el convenio “no será un obstáculo para su cumplimiento”, si bien reconoció que “es una pena” que el sindicato mayoritario en el sector “no se haya sumado”.

Con todo, el presidente de la FVEM confía en que el acuerdo del metal suponga “un punto de inflexión” en las relaciones laborales en Euskadi y en todos los sectores. “Para alcanzar acuerdos es necesario negociar, pactar y no imponer, y este acuerdo ha sido posible porque ambas partes han cedido”, recalcó.

la confrontación de ela Esa es la receta que habrá que cocinar para hacer posible que las empresas adapten su “forma de trabajar” a los retos tecnológicos y de eficiencia. López Gil considera que la cintura que en su opinión han mostrado tanto los sindicatos firmantes del convenio del metal como la propia patronal puede facilitar el tránsito hacia un nuevo modelo de relaciones laborales basado en un mayor entendimiento, pero el principal escollo que podría encontrarse en caso de arrancar esa dinámica es la estrategia de confrontación de ELA.

En ese sentido, recordó que el sindicato abertzale “no firma un convenio para este sector desde 1994” y dio a entender que no se espera que la situación cambie. “Están cómodos, mantienen la afiliación y les sale a cuenta estar instalados en el no”, afirmó en relación a los dirigentes de ELA. A pesar de ello, el presidente de la FVEM espera que el acuerdo del metal vizcaino haya sentado las bases para superar ese obstáculo.

Bajando al detalle del convenio, López Gil destacó que su vigencia (2019-2021) permitirán a las empresas “tomar decisiones desde una perspectiva más estable”. Resaltó asimismo los incrementos salariales pactados, que serán del 3,7% en el caso de la actualización de 2018 y de un 2,9% para la este año, mientras que fija el IPC más un 1,5% para 2020 y 2021. Subrayó del mismo modo que se mantiene el número de horas sujetas a flexibilidad, lo que permitirá modificar la jornada en función de las necesidades de producción. Y por último también se felicitó por haber conseguido limitar la subrogación de las subcontratas a las empresas de mantenimiento que trabajan con “carácter permanente” con las compañías del sector.

El presidente de FVEM añadió que “no ha sido posible” firmar el acuerdo hasta que los sindicatos decidieron abandonar la “inasumible plataforma conjunta que plantearon el 10 de mayo”. En ese sentido, volvió a lamentar la “intimidación” que sufrieron algunas empresas del sector “al inicio del proceso” durante las jornadas de huelga, algo que es “totalmente inaceptable”.