"La reforma laboral que estamos aprobando tiene como finalidad fundamental evitar despidos. Y reitero esta afirmación. La reitero, la mantengo y la defenderé donde haga falta". Con esta vehemencia argumentó ayer el presidente español, José Luis Rodríguez Zapatero, en pos de la polémica reforma laboral que el jueves salió adelante por los pelos en la Comisión de Trabajo del Congreso de los Diputados. "Es ante todo una reforma que da flexibilidad a las empresas donde no había flexibilidad. ¿Para qué? Para que ante circunstancias adversas, económicas o en su sector, puedan tomar otras medidas antes de llegar al despido", añadió.
Ayer, Zapatero ofreció en Moncloa su habitual rueda de prensa de balance de semestre, y una buena parte de la hora y media que duró su comparecencia, la dedicó a justificar una medida que durante toda la jornada recibió un aluvión de críticas por parte de partidos de todos los colores. Zapatero sabía bien lo que se le venía encima y llevaba los argumentos de la defensa bien preparados. Incluso cuando a preguntas de los periodistas, tocó defender la polémica enmienda en la que se exponen las causas económicas del despido objetivo, Zapatero sacó de entre sus papeles del atril el texto de dicha enmienda. Sabía que en algún momento de la rueda de prensa habría que echar mano de él. "Voy a hacer una cosa que no es frecuente, voy a leer el texto de la enmienda, porque me da la sensación de que no se ha leído con suficiente detenimiento". Y lo leyó textualmente, para posteriormente argumentar en su favor e invitar a los sectores críticos a que la lean también de forma reposada.
Así pues, el líder socialista anunció que ahora, una vez aprobada la reforma, el Ejecutivo acometerá una "reforma en profundidad" de las políticas activas de empleo. "El Gobierno quiere introducir cambios y mejoras significativas en la política de empleo, en particular vamos a acometer en los próximos meses una reforma en profundidad del sistema de políticas activas de empleo con el fin de aumentar su capacidad para casar las demandas y las ofertas de empleo y asegurar que los trabajadores, especialmente los desempleados reciben la formación, la capacitación más adecuada para que puedan participar en el desarrollo del nuevo modelo productivo", explicó.
La cuestión es que ayer, Rodríguez Zapatero se esforzó por defender una plaza que tiene ya perdida. Incluso los partidos que hicieron respirar de alivio a los socialistas con su abstención han sido tremendamente críticos ante este proyecto de ley. El propio diputado del PNV, Emilio Olabarria, tras las votaciones en la Comisión de Trabajo, no le auguró un buen futuro a esta reforma y cuestionó su capacidad de crear empleo y de hacer a las empresas más competitivas.
Ayer, en plena resaca del nacimiento de esta reforma estigmatizada, los diversos partidos arremetieron contra el nuevo texto. El presidente del PP, Mariano Rajoy, calificó a la reforma como "un nuevo error del Gobierno". Aseguró que la medida "de lo único que habla es del despido", y añadió que "no va a crear ningún puesto de trabajo".
Para Gaspar Llamazares, diputado de IU, uno de los más beligerantes ante esta reforma, los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA), que constatan que el número de parados se incrementó en 32.800 personas en el segundo trimestre del año, demuestran que es un "error" impulsar una reforma laboral que facilita el despido.
El diputado de ERC, Joan Ridao, criticó la reforma tanto en su contenido como en su tramitación, asegurando que es un "ataque contra los derechos de los trabajadores" y añadiendo que "la precipitación ha conducido a un texto chapucero", ya que "en dos meses se ha acabado haciendo lo que no se pudo hacer en dos años". Joan Ridao acusó al Gobierno socialista de hacer la reforma "por la puerta de servicio", ya que se ha negociado en la Comisión de Trabajo y no en pleno "bajo los focos".
Por su parte, el diputado de CiU, Josep Antoni Duran i Lleida, en su carta web, lamentó la aprobación de una reforma laboral "fallida" y que no tendrá un impacto positivo en los mercados. Para el catalán, se ha perdido una buena ocasión para afrontar "con rigor y valentía" lo que el mercado exige.