BILBAO. El mundo de la empresa vizcaina está de luto tras conocerse ayer el fallecimiento de Emilio Baqué Delás. Miembro de una familia de gran tradición en el sector cafetero vasco -era hijo de Chechu Baqué, el hombre que desde Durango popularizó la marca de café por todo el territorio-, Emilio Baqué murió el miércoles en la citada localidad vizcaina a los 46 años de edad tras arrastrar una enfermedad.

Tras separarse de Café Baqué, quedó en manos de otra rama de la familia, tomó el control de la compañía Cafés Dromedario, sita en Heras (Santander), de la que era consejero delegado.

Su vida ha estado repartida entre sus dos grandes aficiones, el café y el baloncesto y su club, Tabirako.

La industria del café le apasionaba tanto como la historia, carrera que estudió y abandonó para seguir los pasos de su padre. Consejero delegado de Dromedario también ha ocupado la vicepresidencia de la Asociación de Tostadores de Café.

En los ratos libres de sus múltiples viajes para adquirir café escribió sus reflexiones sobre este mundo y les dio forma en un divertido libro: El cafecedario.

Independientemente de su faceta empresarial, Emilio Baqué, casado y padre de tres hijos, era una persona afable, servicial, de gran humanidad, y no sólo la que delataba su aspecto físico. Sumamente conocido en Durango por su labor en el club baloncesto Tabirako. Jugador, entrenador, directivo, padre de jugadores, Emilio Baqué recibirá hoy la despedida de familia y amigos en el funeral que se celebrará en Santa María de Durango a las 7 de la tarde.