Bilbao - Adrián González (Castro, 1990) volvió a ganar La Concha con la Ama Guadalupekoa de Hondarribia siete años después, reverdeciendo los laureles que consiguió con Kaiku, donde además y por tres veces consecutivas fue campeón de la Liga ACT (2011, 2012 y 2013). En el día después cuenta su experiencia.

¿Qué tal está tras tanta celebración?

-El cuerpo lo tengo triturado, pero fue un día muy bonito. Vino un montón de gente y había un ambiente espectacular. Se veía en la gente que tenían mucha ilusión y sentimiento. Se agradece que el pueblo se vuelque con el equipo y la verdad que fue espectacular.

¿Cómo se siente tras ganar su segunda Bandera de La Concha?

-Me cuesta todavía creérmelo. Estoy asimilándolo todo porque es algo tan difícil. Hacía siete años que la había ganado y parecía que nunca iba a llegar la segunda. Estoy muy contento de haberla conseguido y orgulloso de la forma en la que lo hemos hecho.

¿Qué diferencia nota entre esta y la conseguida con Kaiku en 2012?

-Me he fijado más en los detalles, la he disfrutado más. La otra me pilló muy joven. Me la encontré, estaba en una nube y no la acabé de saborear. Esta sí. Soy más mayor y más consciente de lo difícil que es. Cuando gané la primera pensaba que iban a venir todas seguidas. Además, he pasado un año bastante duro y ha sido una inyección para mí.

Se le vio especialmente emocionado nada más ganarla.

-Ha sido un año con mucho viajes y físicamente bastante duro. Aparte fue muy emocionante porque perdí a mi abuelo y era mi fan número uno. Por eso también ha sido más especial. La he ganado dedicándosela porque me ha ayudado desde arriba.

De ahí su dedicatoria alzando los brazos nada más cruzar la meta.

-Es lo primero que me acordé nada más entrar, incluso cuando estaba remando. Quería dedicársela a mi fan número uno y ha sido especial.

En lo deportivo, ¿cómo vivió la regata?

-Aunque parezca mentira, no disfrutamos nada. El primer domingo nos gustamos mucho más remando y este fue una pelea constante, todo muy psicológico. Sabíamos que eran una trainera muy rápida y dentro de la trainera todo entró dentro de lo esperado. Sabíamos que nos iban a atacar, que iban a salir muy rápido y cuáles iban a ser nuestros momentos. Los aprovechamos y en la vuelta nos fuimos tranquilizando a medida que nos acercábamos a la bahía.

¿Les informaron de que iban cuatro segundos por detrás?

-No nos lo llegaron a decir, pero son muchos años remando y vimos que se habían despegado un poquito. No les sentía tan cerca. Sin embargo, era algo a lo que estábamos preparados. La idea que teníamos fija en la cabeza era que aunque se pusieran por delante, había que confiar en lo nuestro y ese era nuestro trabajo. Era la única forma que teníamos de recuperar. Si nos hubiéramos salido de la remada o hubiéramos metido series, se nos hubieran despegado más. Era una cosa que teníamos pensada desde antes.

¿Se sintieron campeones antes de la meta?

-Para nada estaba controlado. Estábamos en el último minuto y sabíamos que como nos relajáramos no solo nos quitaban la regata, también la bandera. Tuvimos bastante presión.

Otra muestra de que en la cita donostiarra no se puede fallar en ningún momento.

-Es que tan difícil ganarla? Son tres días en los que hay que jugar con las calles, el viento, las tandas? A nosotros la calle del domingo no nos gustó, pero es así el remo y eso nos hizo crecernos un poquito. Esos factores deciden las Conchas y tiene que salir todo perfecto.

Ganó esta Bandera de La Concha tras quedarse la temporada a centésimas. ¿Se quita una espina?

-Me he quitado un gran peso de encima, es algo que llevaba todo el año con ello a la espalda. Es difícil digerir lo del año pasado y he tenido la suerte de poder quitarme rápido esta espina. Aparte, en los días previos tampoco he tenido presente lo de la temporada pasada. Estaba concentrado en lo de este año y en que había que hacer todo perfecto para ganar.

¿Ya piensa en la siguiente Bandera de La Concha?

-Sí, está claro. Pero sobre todo tengo ganas de luchar más por la Eusko Label Liga. Llevo años descolgado de la ACT, quedándonos rápido sin opciones y me gustaría ganar la ACT otra vez. Pero claro La Concha también. Cuando llegué la tercera, querré la cuarta. De eso nunca te cansas y siempre quieres más.

¿Qué le hace mantener ese hambre?

-No lo sé. No es algo que tenga que pensar, el cuerpo me lo pide. Sin esa ambición, sin esa ilusión, un deporte tan duro como el remo no se puede llevar. Un deportista quiere cada año ser el mejor. Es algo que quiero hacer y estar en el mejor equipo. Es algo que llevo dentro, esa ilusión por estar con los mejores.

¿Esa ilusión le ayudó con los sacrificios de esta temporada?

-Me he hecho casi mil kilómetros a la semana. Eso sin ilusión es imposible hacerlo. Aunque para mí ha sido un año bonito. Quería vivir la experiencia de remar en Hondarribia, de ganar con Hondarribia. Lo he conseguido vivir y a lo grande. Esta claro que sin ilusión y sin ambición es imposible llevar la vida que he llevado este año.

A la hora de echar la vista atrás, tiene un palmarés para envidiar.

-Yo lo hubiera firmado con los ojos cerrados si me dicen esto cuando tenía 18 años. La verdad es que estoy orgulloso de mi palmarés. Hay que tener suerte y a veces me pongo a pensar y digo: ¿cómo he podido ganar tantas cosas? Con esfuerzo e ilusión todo tiene su recompensa.