TUVIERON que pasar 23 años para que Ondarroa volviera a estar en la Bandera de La Concha. Una larga espera llena de cambios en el mundo del remo. Dos épocas muy diferentes en las que un mismo factor volvió a repetirse en la Antiguako Ama. Jon Iriondo (Ondarroa, 1978), que volvió a remar este curso tras un año parado, estuvo presente en la cita donostiarra hace más de dos décadas y este domingo volvió a remar en las tostas de la trainera de su pueblo. Lo hizo con otra mentalidad a la de aquella época, consciente plenamente de la dificultad que entraña ser parte de esta regata. La experiencia le demostró que algo que parecía fácil hace 23 años, era una hazaña reservada a muy pocos. Fue un día lleno de emociones para el ondarrutarra a pesar de no haber realizado la mejor regata de la temporada. Ondarroa finalizó séptimo, descartado de la lucha por la bandera, pero eso no aguó la fiesta de un pueblo que se volcó con su embarcación.

Ondarroa fue el protagonista de la previa de la Bandera de La Concha tras clasificarse con el mejor tiempo y romper una sequía de más de dos décadas. Los ondarrutarras dieron una gran imagen y amenazaron con ser algo más que un espectador en la lucha por la victoria. Sin embargo, el resultado de la clasificatoria no se repitió, algo que no desanimó a los remeros de la Antiguako Ama. “Sí que esperábamos andar un poco mejor, pero dentro de nuestras posibilidades hicimos un puesto natural. Para ser una tripulación novata, creo que era el único que había remado en La Concha, lo hicimos bastante bien”, cuenta Iriondo. Los ondarrutarras acabaron séptimos y desde el primer largo se dejaron bastante tiempo, sin poder acercarse a las embarcaciones más potentes del día.

Iriondo volvió a vivir la experiencia de remar con la trainera de su pueblo en la regata más deseada por todos los remeros. Enlace entre la Antiguako Ama de hace 23 años y la actual. “Tenía veinte años y era mi primer año remando. Entré en La Concha y disfruté, pero no le di el valor que le doy ahora. Entré nada más empezar a remar y me pareció fácil”, recuerda. Los años pasaron y el ondarrutarra comenzó a comprender que entrar en la Bandera de La Concha no era la tradición. Ondarroa no volvió hasta el pasado domingo e Iriondo tuvo que marcharse del club para vivir de nuevo esta experiencia. “Con el tiempo ves que es complicado entrar, cuanto hay que trabajar y cuanta gente se queda en el camino. Además, los últimos años creo que cada vez es más difícil entrar porque el nivel general está subiendo”, añade.

Aunque uno de los momentos más emotivos no fue la propia regata. Fue el desembarco rodeado de la afición ondarrutarra lo que hizo que la piel de Iriondo se erizara. “Fue emocionante. Ha generado mucha ilusión en el pueblo y la gente está orgullosa de llevar los colores de Ondarroa. Hay otros equipos con más presupuesto que no mueven tanta gente”, comenta Iriondo.

Ondarroa está en la cresta de la ola, pero para llegar a este punto tuvo que pasar también por una mala época en la que incluso ascendió a ARC-2. En su retorno a lo más alto, el propio Iriondo tuvo un papel especial al ser el entrenador que logró el ascenso a la Eusko Label Liga. “Otros entrenadores como Gotzon Arrasate o Jon Lete, entre otros, también hicieron su trabajo. Yo puse un grano de arena y a todo esto Errasti le dio continuidad para ponerle la guinda”, declara el ondarrutarra, que desea no volver a tener que esperar tanto tiempo para volver a la Bandera de La Concha y repetir la próxima temporada.