Bermeo. En los tres equipos vizcainos de ACT hay tres entrenadores oriotarras y, en la tanda de honor del domingo, los tres rivales de Orio tienen entrenadores oriotarras mientras que el entrenador de Orio es de Pasaia. ¿Cómo se explica eso?
Bueno, Igor Makazaga lleva ocho o diez años viviendo en Orio y tiene una mujer oriotarra, así que vamos a decir que es medio oriotarra. Así le quitamos peso al asunto. Pero sí es cierto que es sanjuandarra hasta la médula, como su familia. Su padre y su abuelo ganaron La Concha como sanjuandarras y seguro que él sigue sintiéndose sanjuandarra. Hace dos años en Orio hubo una pequeña revolución, un cambio de directiva, un cambio de muchas cosas con Orio descendido y se apostó por un entrenador con experiencia en ascender y no se miró de dónde era. Sí es curioso lo que pasa este domingo con los cuatro botes, con tres oriotarras en los otros botes y en el de Orio uno que no es de Orio, y alguien podría añadir que nadie es profeta en su tierra. El 95% de las veces, Orio ha tenido un entrenador oriotarra. Pero no hay que darle importancia. Se apostó por Igor porque necesitaban a alguien que conociese la ARC, que tuviera la experiencia de ascender y ascendió en un año. Creo que, aunque ascendieron, Igor no lo disfrutó mucho y ahora lo está disfrutando. Se lo merece.
Ha sido compañero de Orbañanos y Aizperro y ha tenido a Korta de entrenador. ¿Ve similitudes en su estilo o en el método de trabajo?
Creo que todos nosotros somos entrenadores hechos a nosotros mismos. Los inicios en la élite de las traineras han sido con José Luis y la base que tengo es de ahí, pero a lo que más importancia le doy de aquella experiencia es que aprendimos de él que, si quieres ser un remero o entrenador de élite, tienes que transformar tu vida en remo, con todo lo que ello conlleva. Eso es complicado. En cuanto a entender la remada técnicamente, quizás estéticamente cada uno no hacemos lo mismo, pero tenemos unos fundamentos internos bastante parecidos. José Luis nos enseñó a remar moviendo mucho el remo, pero poco el cuerpo; mover de cadera, de riñón, mientras que otros prefieren mover de más arriba, de hombro; la utilización de las piernas, tenemos cultura de banco móvil. Sí que hay conceptos, como el de la amplitud de la palada, que sí mantenemos de aquella época. Pero luego cada uno se hace a sí mismo y quizás sí se vean estéticamente cosas diferentes. Yo no le doy valor a la estética, le doy más al concepto. Y reconozco que mi propio concepto puede variar dependiendo de la plantilla que tenga.
El remo les ha llevado a ustedes a clubes diferentes durante muchos años. ¿Eso hace que se limen sus relaciones?
Cuando estamos en guerra, sí. Le llamo guerra a la competición, porque son batallas. Y la propia distancia. Antes nos veíamos todos los días en el vestuario, entrenando, en cenas? Éramos una familia, como todos los equipos. Han sido muchos años, muchas experiencias y, además, son los años de tu carrera deportiva en que eres más joven. Hemos llorado juntos, reído? El mero hecho de estar cada uno en una ciudad y que cada uno tenga su vida hecha, hace que te veas menos y haya un distanciamiento. Nos vemos en las competiciones, pero como estás concentrado, tenso, nervioso y como cada uno defiende unos colores, pues es normal que la mirada hacia el otro sea más de animal feroz que de amigo. Pero yo estoy seguro de que esta gente con la que he compartido tantas cosas, en cualquier momento de necesidad, si nos llamáramos, pararíamos el mundo y nos ayudaríamos.
¿Eso sucede con quienes fueron sus compañeros o también con Korta, el maestro de todos ustedes?
Yo admiro profundamente al Korta que conocí hace 25 años por lo que me transmitió deportiva y personalmente. Hoy en día tenemos que reconocer que Korta es algo más, porque fuera del remo también es una figura muy conocida y querida que se ha ganado esa popularidad por su manera de ser. Hoy en día veo el Korta actual y tengo interiorizado el Korta de hace 25 años. Seguro que queda muchísimo de aquel Korta y es normal que evolucione como evolucionamos todos, pero el que veo ahora no me gusta tanto. Estoy seguro de que si me sentara en una mesa a cenar con José Luis, al primer segundo de conversación aparecería el Korta que recuerdo. El Korta público no me gusta tanto, lo respeto porque cada uno hace su camino, pero no me gusta tanto. Y lo que menos me gusta es que a veces utilice lo que es el remo para engordar el otro Korta. En la televisión suele decir el Korta verdadero y ya no sé muy bien cuál es el verdadero. Para mí, el Korta verdadero es el que yo conocí y estoy seguro de que, si me siento con él, como cuando tuve una charla con él hace dos años, aparece la mirada y la palabra de aquel Korta. Pero el que veo públicamente y en la televisión no me gusta".