Erik Jaka tocó el cielo de la pelota el domingo en el Bizkaia. Se hizo con la txapela más preciada. Una situación que nunca pasó por su cabeza cuando en su niñez disfrutaba en el frontón de Lizartza. Es un momento de grandísima felicidad y también de orgullo por el buen trabajo realizado. El camino en el profesionalismo del guipuzcoano no ha sido sencillo y ha tenido que luchar para ganarse un puesto en Primera y para demostrar todo su potencial.

¿Cómo lleva la resaca tras su victoria en el Manomanista?

—Es bastante raro. Muchas entrevistas y felicitaciones y quieres cumplir con todos y no sabes si lo estás haciendo bien o no. Lo que quiero hacer es agradecer a todo el mundo que se está acordando de mí y vivir el momento, porque al final es algo muy bonito y pocas veces ocurren estas cosas.

¿Ya es consciente de que es el nuevo campeón?

—Todavía estoy asimilándolo y queriendo valorar como es debido lo conseguido. El campeonato Manomanista es uno de los grandes retos que puede tener el pelotari profesional y, por suerte, he cumplido un sueño. Ahora toca seguir trabajando e intentar estar en todos los campeonatos lo más arriba posible.

Ahora le espera un año de colorado. ¿Cómo suena eso?

—Suena a algo grande. Lo primero que siento es orgullo. Al final es un premio que me he ganado con muchas horas de trabajo y mucha dedicación y sacrificio. Lo que tengo claro es que ahora la gente se fijará más en mí, pero tampoco quiero meterme más presión. Quiero hacer las cosas como las he ido haciendo hasta ahora, seguir mejorando y haciendo el mejor trabajo posible. Sé que vendrán momentos difíciles, como he tenido que pasar durante toda mi carrera, pero con trabajo y humildad seguro que esos momentos malos pasarán y vendrán momentos buenos como los que estoy viviendo ahora.

¿Se imaginaba calarse la txapela cuando era niño?

—Para nada. Cuando eres niño y juegas a pelota, lo que quieres es ser profesional. Más allá de eso no creo que pienses mucho más y mira por donde, soy de esos pocos privilegiados que es profesional, primero, y txapeldun manomanista, después.

¿Dónde estuvo la clave de su triunfo ante Jokin Altuna?

—Creo que hice un partido más completo que Jokin. Creía y esperaba que si hacía mi juego, Jokin iba a tener difícil hacer el suyo. Al final es lo que conseguí. Supe hacer el juego en el que he creído fielmente desde el principio y en ese sentido el tiempo me ha dado la razón. El hecho de hacerlo creo que minimizó las virtudes de Jokin, le até en corto, y era el que controlaba la mayoría de las situaciones en el frontón. Aunque al final tuve que sufrir bastante, en líneas generales creo que fui superior y gané con merecimiento.

¿Cuándo se sintió campeón?

—Me lo creí en el 22. En partidos individuales nunca puedes fiarte y el mínimo detalle que hagas mal se puede pagar caro. Ayer (por el domingo) otra vez se vio. Con el 21-14, parecía que el partido estaba acabado y para nada fue así. Los partidos se acaban cuando uno llega a 22 y eso lo tenía claro. Sabía que no podía confiarme y así fue.

Más con las molestias que arrastraba en su pierna.

—Había que sufrir y conseguir ese tanto como fuese. Fueron momentos difíciles, no solo físicos, también psicológicos. Cuando una cosa no funciona, la cabeza empieza a trabajar y no en el buen sentido. Había que hacer frente a la situación y esperar la oportunidad. Conecté un buen sotamano, le saqué del sitio y en el siguiente pelotazo pude acabar el partido.

¿Cómo lo ha celebrado?

—Fue como todo el mundo vio. Un momento de emoción al acabar, soltar la tensión y me suena que pegué un par de gritos. Son cosas que salen, soy bastante emocional y no lo cambiaría. Lo vivo todo así. Luego al venir a casa paré en Tolosa para estar con mi aita, porque creo que la situación lo merecía. Hemos tenido que sufrir mucho estos últimos años y que no todo sean malas noticias. Fue un día muy bonito para los dos. Al llegar a casa me esperaban mi novia y mi perro y aquí estuvimos. También estuvimos de terraza a terraza charlando un poco con el vecino y algún conocido. Me bebí un par de copas de champán, algo de dulce y a descansar.

Otro nuevo campeón en una época sin dominadores claros.

—Los campeonatos se presentan abiertos. Hay pelotaris de grandísimo nivel y se ha visto que repetir la txapela es muy difícil. Viene gente de nivel empujando, por ejemplo Darío y yo venimos desde abajo por así decirlo y los dos hemos sido semifinalistas. Eso es positivo para la pelota y ahora que parece que me sitúo arriba, lo que más quiero es estar muchos años compitiendo por los títulos.

Llega el reto más complicado aún, el de mantenerse en la cima.

—Puedo decir que no es fácil llegar y mantenerse, ahora lo veremos. Personalmente he tenido que trabajar muchísimo para llegar hasta aquí, he tenido que trabajar para tener oportunidades de competir en Primera y ahora que estoy aquí, viviendo lo más bonito que se puede vivir en la pelota, quiero más. Ojalá me recupere bien de la pierna, que no sea nada grave, y pueda hacer un Cuatro y Medio tan bueno como el año pasado y un poquito más.

¿Cómo ha sido ese duro camino para llegar hasta este momento?

—Cada deportista tiene un ciclo donde alcanza el nivel con el que mejor puede jugar. Algunos desarrollan ese nivel antes, otros lo traen de casa y otros tenemos que trabajarlo un poco más. No cambiaría nada de mi trayectoria. Siempre he intentado hacer las cosas de la mejor manera posible y confío plenamente en el trabajo que he hecho y hago. El camino a seguir es el mismo que me ha traído hasta aquí. Trabajar con humildad, intentar mejorar día a día y si consigo dar otro pasito más o dos, mejor que mejor.

"El Manomanista es uno de los grandes retos que puede tener el pelotari profesional y he cumplido un sueño"

"Es un premio que me he ganado con muchas horas de trabajo, sacrificio y dedicación"

"Supe hacer el juego en el que he creído fielmente desde el principio y el tiempo me ha dado la razón"