bilbao - “Tenía esperanzas de jugar el viernes en Tafalla, de volver al campeonato, pero no estoy en condiciones de hacerlo. La zurda no se ha recuperado todavía”, dijo con aire lacónico Mikel Urrutikoetxea, que deberá permanecer al menos una semana más de baja para tratar de recuperar su zurda, aquejada de mal de manos. La dolencia del manista de Zaratamo se está alargando más de lo esperado y Urrutikoetxea se perderá, con el del viernes en Tafalla, el cuarto partido consecutivo del Parejas. “La verdad es que estoy un poco desesperado con el tema. Creía que podría estar la pasada semana, incluso hace dos, pero no ha sido así. Ya no me pongo plazos para reaparecer porque no me quiero meter presión a mí mismo. La prioridad es curar bien la mano. Cuando la tenga bien, saldré a jugar”, expuso el pelotari tras probar ayer en el frontón Bizkaia de Bilbao el estado de su mano izquierda.

Después de calentar dentro del cuadro tres junto a Ibai Zabala, que le acompañó en la cancha, y ante la atenta mirada de Pablo Berasaluze, técnico de Baiko Pilota, Mikel Urrutikoetxea no tardó en comprender que su mano izquierda no respondía como a él le hubiera gustado. De hecho, el manista vizcaino aseguró a DEIA que cuando se obligó a golpear con la zurda desde distintos ángulos, “la mano me dolía cuando abría al ancho. Tanto cuando lo hacia a bote como cuando entraba de aire. Con la izquierda así, no estoy en condiciones de jugar. No va a ser posible”. En estos momentos, en el pelotari confluyen la sensación de rabia y la de cierto abatimiento. “Quiero ayudar a mi compañero aunque en la clasificación no tengamos nada que hacer, pero me gustaría poder jugar los dos últimos partidos del Parejas”, expuso Urrutikoetxea, que ha sido sometido a una ecografía en la zona dañada para descartar una lesión. “En principio no se ve nada raro”, apuntó el manista, que deberá ser sustituido para el duelo del viernes, el cuarto en el que causará baja de forma consecutiva en una competición aciaga para el pelotari de Zaratamo.

manomanista en el parejas Hace más de un mes, en la espalda del Labrit, en el rebote, los micrófonos captaron una conversación corta, concentrada, pero tremendamente significativa entre Andoni Aretxabaleta y Mikel Urrutikoetxea. El zaguero de Markina, apurado, con más alma que fuerza golpeando la pelota en el tramo final del partido, le dijo al delantero de Zaratamo que entrara a todo. En el dialecto pelotari significaba que Urrutikoetxea tenía que jugar un dos contra uno en el Parejas, una situación que no es nueva para él. Eso castiga muchísimo las manos. Así las cosas, el zaratamoztarra debería atacar a la mínima ocasión y tendría que entrar, bien fuera de volea o de sotamano, a las cargas de profundidad que lanzaban Ezkurdia y Ladis Galarza como si se tratara de un duelo del Manomanista. Eso ocurrió el 30 de diciembre de 2018. Urrutikoetxea y Aretxabaleta vencieron el partido por un apretado 22-18. En su siguiente duelo, Elezkano II y Rezusta, los líderes de la competición, les astillaron en Bergara por un nítido 22-9 tras un buen comienzo de la pareja vizcaina.

En un ejercicio de supervivencia en el campeonato, Urrutikoetxea se alistó para la confrontación frente a Olaizola II y Albisu en la que era la última opción real que tenían de agarrarse al torneo. Fue el 11 de enero en Bilbao. Cayeron por un apretado 22-19 después de que el delantero vizcaino completara un magnífico final. Antes, sin embargo, comenzó el dolor. En el tanto cinco, su zurda gritó. Al calor del juego y con la adrenalina de la competición supurando, resistió Urrutikoetxea hasta que en frío observó la salud de su zurda, muy golpeada por los excesos a los que se ve obligado al jugar tan lejos del frontis, casi siempre dominado por la pegada de los zagueros rivales. Eso le llevó al arcén hace un mes. Luces de emergencia. El calvario de Mikel Urrutikoetxea.