bilbao. "Le he dejado un mensaje a Pablo en Facebook, por si quiere que le diga cómo lo pasé", relata el palista Aritz Altadill, quien sufrió hace cuatro años la misma lesión. Era febrero de 2009, iba a salir a un dos paredes y "sentí un hachazo en el tobillo". Cayó al suelo del frontón del Club Deportivo el delantero iruindarra. Miró hacia atrás, como hizo Pablo Berasaluze, porque instintivamente pensó que "a alguno de los zagueros se le había escapado la pala". "Rápidamente vi que los dos la tenían en la mano y supe qué era. Tenía un gran dolor y, por la zona en la que me dolía, sabía que el tendón de Aquiles se me había roto", cuenta a DEIA el palista. Fue la misma rotura que la de Berasaluze II y le dieron los mismos plazos. "Suelen ser roturas que afectan a varones deportistas de entre 30 y 35 años; sobre todo, en deportes en los que son típicas las arrancadas, los saltos... Además, los que estamos en frontón sometemos a las articulaciones a mucha tensión por la superficie en la que jugamos. En cada frenada hacemos cargas y sufrimos roturillas cada partido. Estas se van curando poco a poco, pero llega un punto en el que el tendón está tan degenerado que es imposible rehabilitarlo. De hecho, a mí me dijo el médico que hacía tiempo que no veía un tendón de Aquiles tan mal, que se me podía haber roto bajando unas escaleras", manifiesta el iruindarra, a la postre preparador físico de Juan Martínez de Irujo. Por ello, Aritz estaba viendo la final, "mientras hacía otras cosas", y cuando vio la repetición se dijo "esto me suena".

No obstante, la recuperación de Altadill fue de récord, basada en un "protocolo que llevan usando bastante tiempo en Estados Unidos". Cuenta Aritz que la lesión se produjo un jueves, el viernes pasó por el quirófano y el domingo ya estaba en el gimnasio, ejercitando los músculos de las piernas que no estaban inmovilizados por la escayola. "Yo no quería que me escayolaran, pero los médicos dijeron que sí. Me la quité a las dos semanas según el protocolo y con eso gané dos meses", relata. Y es que, al evitar la inmovilización durante tanto tiempo, el pie se recuperó antes. Una férula sustituyó a la escayola.

"En menos de un mes había recuperado la movilidad, en dos empecé a trotar poco a poco; después, a correr, y a los tres, a pelotear", sostiene Altadill, quien regresó a las canchas a los tres meses y medio porque "Jurdan Mendigutxia y los doctores me dijeron que esperara unas semanas para ver las ecografías. Las vieron y me dijeron que las fibras estaban perfectas".

ir con tranquilidad Asimismo, declara el de Iruñea que "es normal que le digan a Berasaluze que se lo tome con toda la tranquilidad del mundo. Lo que más cuesta es coger la fuerza una vez que alcanzas la movilidad, pero eso es con rehabilitación y mucho trabajo". "Yo me lo tomé como si estuviera jugando un campeonato más. Tuve que trabajar y lo hice", analiza Altadill. Él tuvo una lesión similar y volvió con garantías.