EL Augusta National ya es un hervidero en la vuelta del Masters a la completa normalidad tras la pandemia. Los patrones, como llaman allí a los espectadores y los patrocinadores que sustentan uno de los torneos más exclusivos del mundo, abarrotaron ayer el campo para la primera jornada de prácticas oficial. Los jugadores y los medios de comunicación van llegando a esa parte del estado de Georgia y en boca de todos sigue estando un nombre: el de Tiger Woods.

Después de la prueba a puerta cerrada de la semana anterior, el domingo el cinco veces ganador de la chaqueta verde regresó al campo para jugar nueve hoyos con Billy Horschel y las sensaciones son cada vez mejores en el sentido de que este Masters puede suponer la reaparición de Woods después del durísimo accidente que hace algo más de un año casi le cuesta su carrera y también la vida.

Y ayer lunes volvió a jugar unos cuantos hoyos con Justin Thomas delante de una afición muy numerosa que le idolatra y que ansía que Tiger pueda igualar en su campo los seis títulos de Jack Nicklaus en Augusta y supere los 82 de Sam Snead en toda su carrera. El golfista californiano no suelta prenda, pero muchos confían en que su respuesta sea positiva porque sus registros en el campo, sus movimientos técnicos, parecen en buen estado de revista.

Hoy debe comparecer ante la prensa en la rueda de prensa oficial y su anuncio no puede dilatarse mucho más, pese a que si Tiger renuncia nadie ocupará su sitio, al contrario de lo que ocurre normalmente en el PGA Tour. Además, hay otra poderosa razón para soñar con ver a Tiger Woods en Augusta y es que este año se cumplen 25 desde su primer triunfo en el Masters.

También Jon Rahm ofrecerá hoy una rueda de prensa antes de un torneo en el que sigue siendo otro de los nombres a considerar, pese a que perder el número 1 del mundo le ha apartado algo de los focos y le ha descargado de presión. No en vano, en los últimos cuatro años el de Barrika ha acabado siempre entre los diez primeros en el Masters y acumula cinco Top 10 en los últimos cinco majors, con el triunfo en el US Open incluido. Si este año acaba entre los seis primeros, podría recuperar el número 1 del mundo que le arrebató Scottie Scheffler hace un par de semanas en el Mundial Match-Play de Austin. Pero, probablemente, a Rahm eso le importa menos que mostrar en Augusta su mejor juego porque solo eso le llevará de nuevo a los puestos altos de la clasificación. Volver a afinar en las distancias cortas, tanto alrededor del green como con el putt, es fundamental en un campo exigente como el Augusta National donde las rutas que debe seguir la bola están muy definidas. No se puede ir por cualquier lado.

Rahm no olvidará nunca que el año pasado disputó el Masters justo unos días después del nacimiento de Kepa, su primer hijo, y ahora está esperando el segundo para dentro de un par de meses. Han sido un montón de acontecimientos, buenos y malos, los que ha tenido que procesar y manejar en estos doce meses al mismo tiempo que las competiciones se han agolpado y no es sencillo evitar que afecten en el campo en un momento dado. Sin haber alcanzado aún el excelente rendimiento continuado de 2021, el barrikoztarra todavía está a tiempo de aspirar a los torneos gordos ya que en el Masters empieza la fase importante de la temporada. Con la prioridad puesta en los majors, Jon Rahm ha hecho un cambio en su calendario ya que no tomará parte en el Zurich Classic por parejas y en su lugar disputará la nueva cita del PGA Tour del México Open a finales de abril.