Daniil Medvedev fue destruido por Dominic Thiem hace nueve años en un evento júnior en Umag, un encuentro que a la larga sirvió para forjar su carácter y para que ayer se tomase la revancha en la final del torneo de maestros (4-6, 7-6 (2) y 6-4). Con su resistencia impertérrita y su juego cuadriculado y ortodoxo, Medvedev tomó el relevo de Nikolay Davydenko, el anterior ruso en ganar las ATP Finals en 2009, y consiguió el título más importante de su carrera dejando a Thiem sin corona por segundo año consecutivo.

El ruso se convirtió además en el cuarto tenista en la historia en ganar a los tres primeros tenistas del ránking en un mismo torneo, tras Boris Becker en Estocolmo 1994, Novak Djokovic en Montreal 2007, y David Nalbandian en Madrid 2007. Para ganarse este honor, tuvo que pasar a uno de los grandes obstáculos del tenis actual, personificado en Thiem, un viejo conocido suyo al que le une una amistad desde 2011.

Medvedev, como antes Nadal, comenzó lento, con ritmo bajo, con alguna que otra oportunidad para ponerse por delante, pero a merced de un Thiem que estaba sintiendo más la bola. Con una doble falta cedió su servicio y a la postre el primer set y se colocó en un escenario que le encanta, el de víctima. Necesitó Medvedev salvar tres bolas de break en el segundo parcial para despertar y enchufarse a la final. No se vino abajo ni cuando Thiem le dominó en el 'tie break' por 0-2. Le ganó siete puntos seguidos y forzó el set definitivo. Nadie había remontado un set adverso en el torneo hasta su triunfo ante Nadal y en la final se ponía en posición de hacerlo dos veces seguidas.

Era ya el dueño del partido y aunque se le escapaban las posibilidades de romper (desperdició cinco), el momento estaba al llegar. Tenía el mando del partido y era cuestión de tiempo que Thiem claudicase. Cuando cayó la rotura, lo hizo como fruto maduro, rompiendo los esquema de un Thiem que se queda sin premio una vez más y que a sus 27 años solo tiene un Masters 1.000 y un Grand Slam en su palmarés, poco botín para su juego.