La ceremonia de entrega de la chaqueta verde escenificó uno de las curiosidades de este Masters. Tiger Woods fue en 2002 el último número 1 del mundo que ganó en el Augusta National y el domingo impuso el verde a Dustin Johnson al que ya le tocaba a sus 36 años sumar su segundo major tras el US Open de 2016. Y es que siempre se ha dicho que el golfista de South Carolina, que acumula 24 títulos en el PGA Tour y doce años consecutivos con al menos uno, tiene un palmarés más escaso de lo que merece su juego.

Porque Johnson es una máquina de destrozar campos cuando está fino. Desde el WGC de Memphis, en el que fue duodécimo, el estadounidense acumula tres victorias, tres segundos puestos y un sexto. Su posición al frente de la clasificación mundial es, por tanto, indiscutible. Su victoria con 20 golpes bajo par es el registro más bajo de la historia del Masters. Con la voz entrecortada por la emoción y las lágrimas, el nuevo campeón apenas pudo afirmar que "es un sueño hecho realidad, desde niño he querido ser campeón del Masters". Vestido ya de verde, lo que le convierte en socio del Augusta National y le da una plaza vitalicia para el torneo, el de South Carolina agradeció el apoyo de todo su equipo para hacer buena su fama de gran trabajador.