El atípico Masters de Augusta, sin público y disputado en otoño en vez de en primavera, amaneció el jueves con una tormenta que dejó huella en los horarios de esta competición. Son consecuencias todavía fueron palpables ayer y muchos golfistas, entre ellos Jon Rahm, se quedaron sin acabar su vuelta. Esta vez el sol brilló, pero no lo hizo durante el tiempo necesario para que todas las vueltas terminaran y hoy varios jugadores tendrán que hacer un esfuerzo extra y disputar más de 18 hoyos. La conclusión anticipada del torneo fue algo que seguramente el barrikoztarra aceptó con resignación. Fue uno de esos día especiales, en los que Rahm parece cambiar los palos de golf por varitas mágicas y encadenar hoyos magistrales haciendo parecer fácil lo difícil. El vizcaino finalizó metido de lleno en la pelea y hoy puede terminar su segunda vuelta en cabeza. La bocina que cerró la jornada dejó a Rahm a un golpe de los líderes del torneo y con un putt para birdie. La candidatura para la chaqueta verde está presentada y ahora solo falta confirmar esa progresión en los momentos más tensos.

Rahm dejó claro una y otra vez que en el Masters prefería un buen juego corto antes que un buen juego largo. Dicho y hecho. El golfista de Barrika estuvo bien a la hora de pegar desde el tee, pero en las aproximaciones del hoyo estuvo de sobresaliente. Sus aproximaciones le permitieron dibujar muchas opciones de birdie e incluso alguna de eagle y, cuando pintaron bastos, sus habilidosas manos le permitieron dar la vuelta a la situación. La solidez marcó toda la vuelta de Rahm y se notó en su lenguaje corporal. El vizcaino jugó con gran tranquilidad, sin alterarse en ningún momento y con una sonrisa que apareció en varias ocasiones para confirmar que ayer fue un gran día.

La jornada de hoy también servirá para que muchos de los jugadores traten de pasar el corte in extremis. Entre ellos estará Bryson DeChambeau. El estadounidense partió como uno de los favoritos y el gesto torcido con el que se despidió del día fue el reflejo perfecto de su jornada. No le salió nada y ni el azar le acompañó. Las cosas se empezaron a complicar para el científico del golf en el hoyo tres. Su bola no encontró la calle y quedó perdida en el rough. Una situación de fácil solución si hubiera habido público, pero ayer, en el Masters disputado a puerta cerrada, ni los jueces ni sus compañeros de partido encontraron la bola y eso supuso una penalidad que luego se tradujo en un triple bogey. Fue un mazado del que DeChambeau no se recuperó y hoy deberá cambiar el chip si quiere jugar el fin de semana.

Olazabal, eliminado

Por otra parte, Txema Olazabal no cumplió su objetivo de superar el corte y vivió una segunda jornada para el olvido en el Augusta National. El guipuzcoano no fue capaz de trasladar el buen juego de las semanas anteriores y vivió un calvario durante su recorrido. Nada le salió. Los bogeys y los dobles bogeys se sucedieron y al final entregó una tarjeta de ocho golpes sobre el par del día, para un total de catorce golpes sobre el par en el acumulado. Este resultado hizo que el doble ganador de la chaqueta verde se despidiera del torneo con el peor resultado del día y alargara hasta cinco ediciones su racha de no competir en el fin de semana, la peor de su carrera en el Masters.