- El Tour Championship premia la temporada realizada en el circuito norteamericano. Un buen año supone una gran ventaja para afrontar el torneo. Desde el impulso necesario para atacar el título hasta un salvavidas cuando las cosas no salen. En la segunda jornada Jon Rahm gastó esa vida extra. Partió en cabeza junto a Dustin Johnson, pero no le salió nada. Fue una jornada aciaga, de esas en las que todos los aspectos del juego fallan en algún momento y los 18 hoyos se convierten en un vía crucis. Errores no forzados y golpes sumados a una tarjeta que creció demasiado. Finalmente, el golfista de Barrika terminó con cuatro golpes por encima del par del campo, el segundo peor de todo el torneo. Solo el buen hacer en el primer día y, sobre todo, en los torneos anteriores le permiten seguir en la pelea por el Tour Championship, a cuatro golpes de Johnson.

Los cuatro mejores golfistas del momento dieron un golpe en la mesa el primer día. Impusieron su jerarquía y amenazaron con poner pies en polvorosa. Johnson y Rahm compartieron el liderato y Justin Thomas y Rory McIlroy aparecieron en una segunda línea. Candidatos de puro lujo. Sin embargo, en el golf todo puede cambiar de un día para otro y estar en la cima no asegura buenas tarjetas. Los cuatro primeros del ranking mundial no tuvieron el día. Rahm se hundió, el vigente campeón estropeó su buena tarjeta con un mal final, el número 1 del mundo no pudo despegar y Thomas solo pudo conformarse con salvar los muebles. Eso abrió la puerta para el resto de participantes y Sungjae Im la atravesó con fuerza. El coreano hizo un menos seis y llegó a coliderar el Tour Championship. También entró en la pelea Xander Shchauffele, que actualmente está a dos golpes de Johnson.

Coger las calles era una de las asignaturas pendientes de Rahm. El vizcaino realizó una primera jornada notable pero se quedó con la espina de no poder sacar el mayor rendimiento a los golpes desde el tee. Al barrikoztarra le falló el disparo inicial y solo a base de buenas recuperaciones pudo arreglar su tarjeta. Ayer las tornas cambiaron completamente. Las calles fueron cogidas y el primer golpe funcionó. Lo que no acompañó fue el resto del juego. Rahm vivió un calvario con los hierros. Tuvo problemas para medir las distancias y se atascó completamente a la hora de lograr la línea adecuada hacia la bandera. Ese déficit en su juego desembocó en una caída total. Como piezas de dominó, el resto de las armas de Rahm fueron fallando y al final acabó frustrado tras una jornada errática.

Y eso que en los primeros hoyos no se atisbó signos de desastre, todo lo contrario. A Rahm le faltó abrir la lata de los birdies pero no tuvo problemas para avanzar sin excesivos problemas. Consiguió un par en los primeros cuatro hoyos y en el cinco, con uno de sus pocos buenos golpes con los hierros, dejó el birdie prácticamente dado. Esa racha se alargó hasta el par 3 del hoyo 9. El vizcaino no pudo acertar con el primer golpe y su bola se quedó corta, fuera del green. Eso le dejó un compromiso que no pudo salvar y se apuntó su primer bogey.

Ahí los problemas se acrecentaron. Bogey en el 11, un gravísimo error en el 15 que le llevó a visitar el agua y a sumar un doble bogey en el 15 y otro bogey en el 16 para hacer más grande la herida. Ni el hoyo 18, a priori uno sencillo para arreglar la tarjeta, ayudó a Rahm a irse con buenas sensaciones. No fue el día, pero a Rahm le queda el consuelo de que sigue en la pelea.

Segunda jornada