Fabio Quartararo representa la modernidad del Campeonato del Mundo de Motociclismo. Otrora la trayectoria lógica de los pilotos era dar saltos progresivos de categoría en categoría. Los resultados iban concediendo las oportunidades de ascender al siguiente escalón. Sin méritos no había escalada. El francés ha seguido la ruta del debut en Moto3, el cambio a Moto2 y la subida la cumbre de MotoGP, pero lo ha hecho quemando etapas sin destacar en las clasificaciones. En la categoría pequeña firmó dos podios y dos poles en dos temporadas; en la intermedia logró otros dos podios -uno de ellos fue su primera victoria mundialista- y una pole en dos años. Su mejor resultado en la general fue la décima posición de Moto3, en el año de su debut en 2015, y la décima de Moto2 en 2018. Es decir, a tenor del recorrido histórico, resultados discretos para alguien que se eleva a una MotoGP. De hecho, el francés despertó dudas sobre la suficiencia de su currículo para merecer un manillar en la máxima cilindrada. Si bien, su ejemplo cada día es más frecuente. Los equipos de MotoGP persiguen jóvenes talentos a los que moldear a su antojo y cuanto antes. Los sueldos también son más económicos.

Sin embargo, Quartararo no ha dejado de sorprender. El año pasado se convirtió en el piloto más joven en alcanzar una pole en la categoría reina; a lo largo de 2019 consiguió hasta seis. También subió al podio en siete ocasiones. Terminó el curso en quinto lugar. El único lamento fue no alcanzar su primera victoria, de la que estuvo a las puertas más de una vez.

Esta temporada se ha desquitado bien temprano. En dos carreras disputadas ha firmado dos poles y dos victorias. Ayer, en el Gran Premio de Andalucía, la autoridad que transmitió Quartararo demostró al ausente Marc Márquez que no le será sencillo atar su quinto título seguido de MotoGP. Si en el estreno del campeonato, una semana atrás, ganó aprovechando un error inicial de Márquez y la posterior caída, ayer se impuso -cierto que también sin la oposición de Marc- sin ningún tipo de competencia. Desbrozó el camino hacia la gloria a golpe de acelerador, con el ritmo que le otorga su apodo: El Diablo. Medio segundo por vuelta hasta irse a los 8 segundos de ventaja. Aunque los demonios también sufren las temperaturas elevadas. Según admitió, fue su "carrera más física y difícil de MotoGP". El calor aplastaba el cráneo.

rossi vuelve al podio

Maverick Viñales, a priori la mayor amenaza para Quartararo, se diluyó en la primera curva. El catalán, que llegó a verse en una preocupante sexta posición, se benefició de caídas y terminó luchando por la segunda posición con Valentino Rossi, un piloto que corrió por primera vez en Jerez hace 25 años, cuando el bueno de Quartararo aún no había nacido. Rossi cedió la segunda plaza a dos vueltas del final, con el único fallo que cometió en su ardua defensa del segundo lugar. Su escudo fueron sus tremendas apuradas de frenadas. Viñales, aunque flojo en las reducciones de velocidad, vio la puerta abierta y se coló para salvar una jornada de necesidad, por aquello de aumentar la ventaja lo máximo posible antes del retorno de Márquez en la próxima carrera, que será en la República Checa, en dos semanas.

Fue un gran día para Yamaha, que acaparó el podio. Eso sí, con la máquina satélite de El Diablo Para Viñales el segundo puesto fue salvar un día; jamás debatió con el francés de 21 años. "He perdido todas mis opciones en la primera curva", señaló Mack, que en los primeros metros fue rebasado por Quartararo y Rossi, quien hizo tapón ante la incapacidad de sostener el ritmo del líder galo. "En esta carrera era imposible respirar. No he podido dar más", lamentó Viñales, extenuado por el sofocante calor. Eufórico se proyectó Rossi por subir a un cajón que no pisaba desde la tercera carrera de 2019, en Austin: "No es que me sepa a una victoria, pero casi". A sus 41 años rubricó su podio número 235 en el Mundial y el 199 en la categoría reina Pura pasión.

Tanto Viñales como Rossi se auparon en la clasificación beneficiados por la baja del increíble Peco Bagnaia, que tenía bajo el brazo el segundo puesto cuando sufrió una rotura de motor. El italiano se quedó sin su primer podio en MotoGP, pero ante lo acontecido en esta dos primeras citas, llegará más temprano que tarde. También Viñales y Rossi sacaron tajada de otro abandono, el de Morbidelli, que pujando por la tercera plaza con Rossi vio apagarse su propulsor. Los problemas de fiabilidad, especialmente agudos en Yamaha -Rossi también abandonó en la primera carrera-, están siendo más frecuentes de lo habitual.

En general, están abundando los abandonos. En la cita inaugural terminaron 15 de los 20 pilotos que tomaron la salida, en la que Rins y Crutchlow, bajas por caídas previas, no estuvieron; ayer solamente completaron la carrera 13 de los 21 participantes. Crutchlow, por ejemplo, se había bajado de la moto en plena carrera porque no podía soportar el dolor provocado por su fractura de escafoides y posterior operación, y regresó a pista cuando vio que ser último era cazar puntos. Rins, otro de los que arrastraban una lesión, en su caso una fractura y luxación de hombro, acabó décimo. Álex Márquez, única Honda oficial, fue octavo; la primera Honda fue la de Nakagami, cuarto. Dovizioso fue sexto. Ahora, a aguardar para ver de lo que es capaz Márquez ante un Diablo que rueda desatado. Y que, por cierto, su tiempo fue de 41:22,666. Muy diabólico.

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