La imagen de felicidad de los remeros volviendo a entrenar al agua no fue la misma en todos los clubes. Dos tripulaciones no pudieron disfrutar de ese retorno especial, de esa vuelta a la trainera y de hacer deslizar los remos sobre las aguas. Los bogadores gallegos siguen fuera de su hábitat, sin el permiso de las autoridades gubernamentales para salir con el bote y con un cronómetro que juega en su contra. A Cabo y a Ares no les queda otra que continuar trabajando desde tierra, en el gimnasio y también en los despachos para lograr el permiso que les coloque en la misma situación que el resto de clubes. El 4 de julio en A Coruña es el día programado para el inicio de la Eusko Label Liga y los gallegos, varados en tierra, ven cómo el tiempo se agota y temen que la preparación sea insuficiente para arrancar con garantías la competición.

Cabo y Ares esperaban salir este mismo lunes al agua. Las planificaciones estaban hechas y los mensajes que llegaban eran optimistas. Pero llegó el día y mientras todos los equipos vascos salieron al agua, los dos gallegos se tuvieron que quedar en tierra. "Estamos un poco jodidos porque si solo tenemos quince días serán siete u ocho entrenamientos. Nos preocupa entrar en competición así y no por el tema de los resultados, que creemos que no tendremos problemas con el play-off, si no por el tema de las lesiones. No andamos sobrados de gente y tenemos gente veterana que es más sensible a problemas articulares y musculares. Se necesita una adaptación y me fastidiaría perder a uno o dos remeros en la primera jornada", comenta Benigno Silva.

Ese malestar también se traslada a la localidad de Ares. Los aresanos se sienten en clara desventaja tras lo ocurrido y no entienden las decisiones tomadas. "Los remeros están un poco cansados. No entienden porqué ellos sí y nosotros no. Galicia es la comunidad con menor índice de contagio y para nosotros eso no es un argumento válido ya que hemos pasado todos los test y esta seguridad no creo que haya en ningún lado, por ejemplo, en una terraza donde haya veinte personas cenando", comenta su entrenador, Alberto Hermo.

Ambos clubes echan de menos un "gesto de solidaridad" por parte de la liga y del resto de los socios de la asociación y están en una situación de incertidumbre. Los clubes trabajan para salir mañana al agua, pero siguen sin lograr el permiso necesario y desconocen incluso si podrán salir una vez finalice el estado de alarma en Galicia. "Queremos que nos den una respuesta. Tenemos todas las opciones sobre la mesa pero lo que tenemos claro es que no vamos a competir con un mes de diferencia con los demás. Llegado el momento habrá que tomar una decisión que igual no gusta", explica Hermo, sin descartar la opción de tener que renunciar a la competición.

Por otra parte, la ACT comunicó que CaixaBank volverá a ser el patrocinador principal de la asociación, una colaboración que se mantiene tras ocho años.