L choque de las placas tectónicas de Chris Froome, Egan Bernal y Geraint Thomas están abriendo una brecha en el Ineos, una falla impensable hasta la volcánica y exuberante irrupción del jovencísimo colombiano en el palmarés del Tour de Francia. El equipo británico, hasta ahora una rocosa e inexpugnable fortaleza, una institución donde el stablishment no se discutía, corre el riesgo de agrietarse por la presión que ejercen los tres líderes, todos ellos campeones de la Grande Boucle. Nunca antes desde que Froome se asentara en el trono de los Campos Elíseos de París, se percibían señales de cambio en la estructura creada por David Brailsford. Sin embargo, ese estatus quo, donde la figura imperial de Froome parecía intocable, padece signos de evidente desgaste. Se atisba una dura pugna por la jefatura.

Incluso el cuatro veces campeón del Tour es consciente de que los tiempos están cambiando y alude a que será la carretera la que establezca la cadena de mando. Un mensaje inaudito hace no tanto tiempo. "Estoy preparado para el Tour, incluso para ser líder. Luego la carretera dirá quién es el líder. Encontraremos una solución y respetaremos nuestros objetivos. Cada uno querrá ganar, pero lo más importante es el equipo". Sabe Froome que Bernal, en mayor medida, y Thomas están en disposición de pelearle el triunfo. Ni el colombiano ni el galés serán sus subordinados. Compartirán rango hasta que la carrera francesa decida quién es quién.

Que la victoria del Tour pueda heredarse a modo de un título nobiliario dentro del Ineos es un argumento que maneja la cúpula de la estructura con agrado. El objetivo del Ineos es retener un triunfo que ha conquistado en seis de las últimas ediciones de la carrera francesa. Un hito absoluto. Solo Nibali rompió semejante hechizo. Froome, con cuatro triunfos, destaca sobre el resto. Antes del británico, el laurel adornó a Wiggins y después a Thomas y Bernal. Brailsford piensa en seguir acumulando gloria para el Ineos y entiende que la competencia interna será bienvenida siempre que el Tour se lo embolse uno de sus muchachos.

Si bien en plenitud Froome era el hombre señalado para asaltar París, los últimos acontecimientos sitúan al británico frente a una tesitura desconocida. Froome ha interiorizado que su autoridad no es la misma de antaño. Ha disminuido. En 2018 fue tercero en el Tour después de alcanzar el cielo en el Giro de Italia. La victoria en Francia recayó en Thomas, su lugarteniente. Sin embargo, aquel relevo en la cúspide se interpretó como algo coyuntural y determinado por el desgaste de Froome en su apoteósica remontada en Italia. El pasado curso, el título de la Grande Boucle engalanó la ambición de Bernal, el prodigio colombiano que dominó la carrera en las montañas. Thomas fue segundo para firmar el doblete del Ineos. Fiesta en la mansión Brailsford.

Froome no pudo participar del festejo. Vio el Tour desde un hospital, donde le reconstruyeron. La fortísima caída que le astilló en el Dauphiné le despedazó el sueño de su quinto Tour, su gran deseo. A partir de ese giro del destino, la supremacía de Froome, obligado a larguísimas sesiones de fisioterapia, comenzó a resentirse. Las incógnitas merodearon al infalible británico. Nadie sabía a ciencia cierta cómo sería su regreso después de un accidente de tal magnitud. En medio del estallido del coronavirus, Bernal movió ficha en el tablero de ajedrez del Ineos. La bestia dejó bien claro que su objetivo era repetir triunfo en el Tour. Quiere más champán. Desde la jefatura del equipo, nadie censuró al colombiano, algo que no encaja en el modelo del Ineos, siempre tan cartesiano. El movimiento de Bernal era un jaque al poder establecido y nadie le descabalgó.

El joven ciclista campeón argumentó que si estaba en disposición de ganar el Tour, no pondría sus piernas al servicio de nadie. Thomas también quiere volver a ver de amarillo París, pero su discurso no es tan afilado. Froome, el viejo campeón, de 35 años, dice estar totalmente recuperado y ambiciona otro paseo triunfal en los Campos Elíseos. Una victoria más en París le equipararía a Anquetil, Merckx, Hinault e Indurain, guardianes del panteón de los cinco Tours. Ocurre que sus deseos no son órdenes. Hace un puñado de días se alimentó el rumor de una posible salida del británico del Ineos antes del inicio del Tour. La idea era que Froome dispusiera de un equipo conformado solo para servir a sus intereses. Tras ese episodio, se intuye cierto resquemor entre el Ineos y Froome. Con el empuje de Bernal desatado y la garantía de Thomas intacta, el reino de Froome parece tambalearse bajo sus pies. Sin duda, algo se mueve en el Ineos.

Ante la incógnita del rendimiento de Froome, Bernal, ambicioso, puja con fuerza como candidato principal del Ineos al Tour

Froome, Bernal y Thomas deberán aclarar con su rendimiento en la carretera quién es el verdadero líder del equipo británico