LGUNOS presidentes son como los músicos del Titanic, tocan mientras el barco se hunde". Damiano Tommasi, exjugador y ahora presidente del sindicato italiano de futbolistas, soltó esta frase hace escasos días cuando fue informado sobre la decisión en firme de varios clubes de la Serie A de retomar los entrenamientos esta misma semana. La Lazio, el Nápoles y el Cagliari habían emitido comunicados haciendo referencia a su intención de regresar al trabajo ante el estupor de gran parte de la opinión pública -Italia es el país del mundo con más muertos por covid-19- y el silencio de los futbolistas afectados, por los que habló su sindicato: "No entiendo qué tiene en la cabeza el que piense en eso. Entrenarse ahora, cuando faltan al menos dos meses para volver a jugar, no tiene sentido y es peligroso".

Ya fuera por la presión popular y sindical o por el endurecimiento de las medidas de confinamiento por parte del Gobierno, los tres clubes que tenían previsto llevar a cabo estos entrenamientos forzados acabaron suspendiéndolos. La Lazio había convocado en sus instalaciones a su plantilla el pasado lunes, pero 24 horas antes emitió un escueto comunicado posponiendo la vuelta al trabajo "hasta una fecha aún por decidir". También el Cagliari tenía previsto retomar su actividad el lunes, pero finalmente dio orden a sus jugadores de que trabajen en sus respectivas casas hasta el 31 de marzo, mientras que el Nápoles reculó horas antes de su anunciado retornó al trabajo, fijado para hace un par de días.

En Italia, también el baloncesto ha sido noticia por los intentos prematuros de volver a los entrenamientos, sobre todo en el caso de la Virtus Bolonia. El equipo de Sasha Djordjevic regresó a los entrenamientos la semana pasada en un ecosistema absolutamente excepcional y unas medidas de seguridad extremas: tan solo dos jugadores por sesión, con uno de ellos en la cancha y el otro en el gimnasio, utilización de vestuarios distintos, un único empleado presente para abrir y cerrar el pabellón, desinfectado constante de los balones y el equipamiento deportivo y limpieza absoluta de las instalaciones al acabar la jornada. Esta rutina quedó interrumpida a comienzos de esta semana, pero el propio técnico balcánico anunció el miércoles en Radio Marca su intención de retomarla: "Como deportistas profesionales teníamos permiso para ir a nuestro pabellón. Esta semana hemos decidido dejar a nuestros jugadores en casa con un programa individual del trabajo, pero es una dinámica difícil y creo que en un par de días volveremos a nuestro gimnasio a entrenar en grupos de tres, con un entrenador que abra la puerta. Estaremos ahí, asistiéndoles sin contacto. Cada jugador debe estar a dos metros del otro y no puede haber más de tres al mismo tiempo".

Por su parte, en Rusia, donde ayer se anunció la suspensión de la liga, los clubes de baloncesto han entrenado con relativa normalidad hasta esta semana. Sin embargo, el Khimki paralizó el martes sus sesiones permitiendo a sus jugadores americanos volver a su país y lo mismo hizo ayer el CSKA Moscú, que el sábado llegó a retransmitir un partido de entrenamiento que disputaron todos los componentes de su plantilla divididos en dos equipos, con presencia en el pabellón de árbitros, oficiales de mesa e incluso algunos medios de comunicación. Por su parte, el RB Leipzig alemán trabaja desde el viernes sobre el césped, con los jugadores cambiándose en habitaciones separadas y realizando ejercicios individuales con balón.

El CSKA Moscú, que el sábado retransmitió un partido entre sus jugadores con árbitros y presencia de periodistas, suspendió ayer sus entrenos