bilbao - El mundo del tenis se vio sacudido ayer por la suspensión del torneo de Indian Wells, considerado el quinto Grand Slam porque durante diez días hacía coincidir el primer Masters 1000 de la ATP y el primer Premier Mandatory de la WTA. Las primeras recomendaciones de higiene y cuidado de la salud dieron paso a una decisión más drástica después de la aparición del coronavirus en el Valle de Coachella, donde tienen su sede las magníficas instalaciones de Indian Wells. "La salud y seguridad de la comunidad local, aficionados, jugadores, voluntarios, patrocinadores y todos los implicados en el torneo debe ser prioridad. Estamos muy decepcionados y vamos a estudiar la posibilidad de jugar el torneo en otra fecha", dice en un comunicado Tommy Haas, el director del torneo.

Pero no todo es tan sencillo en un calendario tan cargado como el del tenis y menos aún en un año olímpico. La ATP y la WTA ya han levantado la voz por una decisión polémica por las consecuencias que acarrea y porque no han sido consultados. Los jugadores y las jugadoras ya habían asumido que quizás los partidos se iban a jugar a puerta cerrada, pero la suspensión del evento afecta al desarrollo de la temporada ya que están en juego muchos puntos para las clasificaciones mundiales y mucho dinero presente y futuro. Así, Rafa Nadal, que podía recuperar en Indian Wells el número 1 del mundo, comentó en sus redes sociales que todo "seguimos aquí decidiendo qué vamos a hacer. Estoy muy triste por todo lo que está ocurriendo en el mundo con esta situación. Espero que las autoridades tomen soluciones pronto".

El problema no se reduce solo a la cita californiana, donde los afectados por el coronavirus van en aumento, sino que golpea de lleno a un deporte con tanta movilidad mundial como el tenis. El torneo de Miami, también compartido por la ATP y la WTA, puede verse afectado, lo mismo que la gira de tierra de Europa que tiene paradas entre abril y mayo en Montecarlo, Madrid o Roma o la gira asiática de otoño. Buscar alternativas competitivas no es sencillo y que los mejores del mundo disputen torneos menores para no perder la forma solo provocaría un efecto dominó que acabaría perjudicando a quienes están fuera del Top 60 mundial.

No es el tenis el único deporte comprometido por el coronavirus en Estados Unidos, donde suelen atacar estos problemas desde la raíz y no dudan en adoptar medidas contundentes. El Valle de Coachella es una de las mecas del golf mundial, aunque la parada del PGA Tour en La Quinta ya se ha disputado. Sin embargo, el Augusta National vigila los acontecimientos de cara al Masters, que se celebrará del 9 al 12 de abril. De momento, ya ha lanzado la advertencia a quienes allí se desplacen de que probablemente tendrán que pasar controles sanitarios en origen y al llegar a Estados Unidos y presentar los correspondientes certificados médicos. El European Tour ya canceló la cita de esta semana en Kenia y también fueron suspendidos varias citas de circuitos menores en Asia. Además, del 2 al 5 de abril debe disputarse el primer major femenino del año, el ANA Inspiration, en Rancho Mirage, uno de los epicentros del coronavirus en California.

Tampoco la NBA se ha librado de la amenaza de esta epidemia y a poco más de un mes del comienzo de los play-offs, la liga ha lanzado las pertinentes recomendaciones en aras de reducir el contacto de los jugadores con los medios de comunicación y los espectadores y la posibilidad de contagio. Sin embargo, ante la posibilidad de jugar a puerta cerrada LeBron James, la voz más autorizada de la NBA, ya ha dejado clara su postura: "Si no hay público yo no jugaré. Así que pueden hacer lo que quieran".