bilbao - La escudería Ferrari era firme candidata a llevarse un doblete en el Gran Premio de Rusia, con sus dos monoplazas asentados con solidez en las dos primeras plazas, pero el abandono de Sebastian Vettel por la rotura de la unidad de potencia cuando encabeza la carrera dio paso a un safety car que benefició a Mercedes, impulsada por el contexto, para lograr un 1-2 copado por Lewis Hamilton, quien dio fin a la secuencia de tres victorias consecutivas del equipo italiano, que terminó con una polémica interna por las decisiones de equipo y el papel de Vettel.

Charles Leclerc, que el sábado firmaba su cuarta pole seguida -sexta del curso- para emular a Michael Schumacher, el último piloto de Ferrari que consiguió cuatro primeras plazas seguidas, allá por 2001, conservó la ventaja de su condición de poleman. “La táctica era darle rebufo a Vettel”, confirmó. Su compañero de equipo partía tercero, detrás de Hamilton, pero en la línea de la trazada de Leclerc en la parrilla de salida.

Leclerc permitió a Vettel beneficiarse del rebufo y el alemán no solamente rebasó a Hamilton, sino que también superó al poleman. La primera parte del plan de Ferrari sobrepasaba las expectativas. La segunda parte contemplaba una enmienda para el perjudicado Leclerc, que pudo cerrar la puerta a su compañero cuando cedía el primer lugar y no lo hizo. No se defendió. Antepuso los intereses del equipo a los propio. Ahora le tocaba a otros cumplir con lo pactado.

En la vuelta 6, por la radio de Leclerc: “Vettel te va a dejar pasar en la próxima vuelta”. Mientras tanto, Vettel reclamaba desde el micrófono un par de vueltas más en el liderato. El alemán, para comprometer la devolución de la posición, comenzó a tirar con todo. Empezó a registrar vueltas rápidas. Gracias a lo cual amplió su ventaja sobre Leclerc. Por detrás, Hamilton, tercero, se aproximaba a los Ferrari a medida que los neumáticos intermedios ganaban temperatura. Los Ferrari, con blandos, veían una amenaza en esta diferencia de gomas. Desde luego, Vettel no ponía de su parte para invertir el orden.

Transcurrieron las vueltas y Vettel no cedió su posición. Al revés, aumentó su margen sobre Leclerc, lo que complicaba la devolución del liderato, ya que Hamilton acechaba desde no muy lejos, a unos 3 segundos de la segunda posición de Leclerc. “Me habéis puesto detrás y lo he respetado”, espetó Leclerc a su garaje. El monegasco, sobre la diferencia que le sacaba Vettel, de unos 2 segundos, aducía que no podía acercarse más porque su coche reduciría las prestaciones y los neumáticos se deteriorarían antes al rodar con aire sucio. “Haremos el cambio de posición más tarde”, cerró Ferrari, lo que, a la postre, pudo privar a Leclerc y al equipo de la victoria, tal y como se sucedieron los acontecimientos.

Vettel, para alterar el orden del patio ferrarista, pisó a fondo, favoreciendo la degradación de sus neumáticos con premura. La consecuencia de ello sería visitar antes que Leclerc el garaje, lo que podría evitar un undercut de su compañero. Pero Ferrari actuó para cortar las alas a Vettel. Hizo pasar primero a Leclerc para reemplazar los calzos. El monegasco se puso a tirar, y tres vueltas más tarde, cuando Vettel completó su parada, recuperó el liderato. La escudería de Maranello se vio obligada a esta decisión por la falta de voluntad de Vettel, que con ritmo trataba de ganarse la jerarquía de la carrera.

cambio de guion Entonces, una vuelta más tarde, en el giro 28, ocurrió el acontecimiento que hundió a Ferrari. La unidad de potencia de Vettel, concretamente el apartado eléctrico, falló. El alemán dejó su coche parado en una zona comprometida y se dio paso a un coche de seguridad virtual. Paradójicamente, Vettel, que no favoreció con sus actos a Leclerc, ni seguramente a su equipo visto el desenlace, impulsó con este abandono a Mercedes. Hamilton aprovechó la situación de safety car para realizar su parada y, al perder menos tiempo que en un pit-stop con la carrera lanzada, se apoderó de la primera posición, y con gomas nuevas, ¡y con compuesto blando! El inglés no daba crédito. “¿Dónde están los Ferrari?”. La carrera se ponía a pedir de boca.

Leclerc era segundo, pero con desventaja en la vida de los neumáticos. Ferrari quiso sacar partido de un nuevo coche de seguridad, el tercero. Apostó por volver a detener al monegasco para vestir unas gomas blandas que permitieran atacar en el tramo final de la carrera. Y, aunque la sentencia ya estaba dictaba con el abandono de Vettel, la situación aún empeoró más. La esperanza de Ferrari se apagaba.

El poleman regresó a pista en tercera posición, justo detrás de Valtteri Bottas. El finlandés de Mercedes, excelente escudero, protegió al nuevo líder; taponó a Leclerc. El circuito de Sochi, además, apenas concede oportunidades de adelantamiento. Bottas anuló las embestidas del monegasco desde la vuelta 33 hasta la 53. Fin.

Ferrari tuvo a mano el doblete. El papel de Vettel y su posterior abandono arruinaron a la Scuderia. El germano negó que desobedeciera órdenes de equipo. “Cumplí con lo acordado”. Entonces, alguien miente en Ferrari. Lo que quedó claro es que no ayudó a quien le había echado un cable. “Siempre creeré en el equipo”, templó, como parte afectada, Leclerc. Se mordió la lengua de puertas afuera, porque añadió: “Hablaré con el equipo”. Muy profesional el monegasco, que prometió no entrar en polémicas con su equipo de manera pública y cumplió, como lo hizo en pista, sin ser recompensado.

Emergió entonces Mercedes, octavo doblete del curso. “Simplemente seguir la estela de los Ferrari ha sido increíblemente duro”, admitió Hamilton, cariacontecido por el éxito. “Cada vez es más duro ganar tal y como se desarrolla la temporada”, confesó. Más que ganar él, perdió Ferrari. El inglés rubricó su novena victoria del año; está a nueve del récord de 91 de Schumacher. Y el Mundial, a tiro de piedra: Hamilton, 322 puntos; Bottas, 249; Leclerc, 215, Verstappen, ayer cuarto, 212; Vettel, 194; Gasly, 69; Sainz, ayer sexto, 66.