Bilbao - A un año de los Juegos Paralímpicos de Tokio, la Federación Vasca de Deporte Adaptado vive uno de sus momentos más dulces. Así lo expresa Porfirio Hernández, un presidente que está agotando ya su tercera legislatura. Un hombre que ha presenciado la evolución que ha llevado a la Federación a un pico de licencias antes soñado y a una mayor presencia en los medios de comunicación. Prueba de ello es el acuerdo de colaboración entre DEIA y la Federación Vasca de Deporte Adaptado que, a pocos meses de la cita nipona, pretende ser un impulso para todos los atletas paralímpicos.

¿Cómo está la salud del deporte adaptado en Euskadi?

-No está en sus peores momentos. Como en todos los deportes, tiene una trayectoria que va desde la iniciación hasta el alto nivel y, en este caso, como este es un país muy complejo donde cada territorio tiene su federación, es complicado articular ese trayecto. Y eso crea algunos problemas. Entonces, yo hablo de deporte de alto nivel, que es lo que corresponde como Federación Vasca. En el último año fundamentalmente, el deporte adaptado ha pegado un giro bastante importante.

¿Y eso?

-Porque se va sembrando y llega un momento en el que las cosas coinciden, que aparecen las personas adecuadas para los puestos adecuados y las relaciones entre las entidades se van haciendo más amables. Entonces, las cosas funcionan. Por eso ahora estamos en un momento dulce y el mejor ejemplo es la relación que tenemos con Basque Team. Ha pasado de ser una relación difícil a ser de absoluta colaboración y de conocimiento mutuo.

¿Por eso este año la Federación de Deporte Adaptado tiene récord de becados por Basque Team?

-Sí. Llevábamos desde los Juegos de Barcelona, casi la prehistoria ya, con una tendencia decreciente tanto en licencias como en el alto nivel. Ahí tuvimos una generación muy buena y ha costado volver a esos números. Por eso desde la propia Federación hacemos autocrítica. Porque antes nos limitábamos a hacer campeonatos, pero no creábamos el pasillo necesario para que la gente pudiera conocernos. Ahora se han empezado a hacer actividades de iniciación, de preparación específica... y se han acercado técnicos muy preparados.

¿El papel de la Federación Vasca es hacer ese pasillo y aunar a las federaciones territoriales?

-Sí y no. Nosotros no tenemos la capacidad de aunar porque cada federación va por libre; pero desde hace un año sí que llevamos a cabo un programa de actuación y de preparación y ahora tiramos adelante con él. Aquel que quiera colaborar, estamos encantados, pero no vamos a pararnos en discutirlo. Estamos de dulce porque hemos ido labrando y porque justo se han juntado personas muy competentes que han creado una ilusión. Por eso van saliendo nuevas promesas, que en el deporte adaptado nada tiene que ver con la edad sino con cuándo se han iniciado en el deporte, que apuntan maneras. Pensamos en los Juegos del año que viene, pero miramos sobre todo a los siguientes. En Tokio se va a notar una mejoría, pero en los Juegos de París realmente será el gran boom.

¿Entonces cuál es el objetivo para los Juegos de Tokio?

-Nosotros hablamos de participación, no de resultados, y los expertos hablan de que podríamos llevar a ocho deportistas. Es un número muy interesante porque no llevamos mucho tiempo haciendo este trabajo intensivo y técnico de calidad y los resultados han aflorado rápidamente.

La Federación Vasca tiene grandes deportistas como Jon Santacana, Aitor Francesena, Amador Granados, Asier García, Richard Oribe...

-No hablamos de nombres concretos, pero hasta marzo se producirán las últimas pruebas clasificatorias para los Juegos y estamos viendo resultados muy interesantes en chavales que están peleando por ir. Esto significa que en algo hemos acertado. Ahora nos queda mejorar la relación entre el deporte de iniciación y el de alto nivel.

¿Qué necesitarían para ello?

-Mayor comunicación entre técnicos. Es decir, cuando un técnico de un club aprecia que hay algún deportista que despunta, que tenga comunicación con los técnicos de la Federación para, juntos, ir observándole, proponiendo los pasos a seguir, los entrenamientos específicos, mirar por sus necesidades... Porque nuestros deportistas, a parte de las necesidades generales de cualquier deportista, tienen unas necesidades especificas como el material o los espacios...

¿Cuál es el número de licencias que manejan en este momento?

-Unas 1.000. Estamos hablando de un pico, de una subida muy importante. Tampoco quiero ser muy optimista porque podría estar mejor, pero en comparación con años anteriores, cuando la media era de unos 400, el cambio está siendo sustancial.

¿A qué se debe ese pico?

-Hay un elemento social, porque antes no veías a gente corriendo por la calle y ahora todo el mundo lo hace. Pero también es porque las personas con discapacidad que quieren practicar deporte acompañadas, tienen que federarse para poder hacerlo. Hay una gran franja de personas que practican deporte sin estar federadas, pero en el caso de las personas con discapacidad, eso no es posible.

Sorprende que habiendo solo 1.000 licencias, salgan tantos deportistas de alto nivel.

-Hay poco, pero bueno. Porque a parte de la Federación, hay muchas entidades que están haciendo una gran labor, estamos tomando conciencia de que queremos deporte, a secas, sin calificativos. Queremos que al deporte adaptado se le quite el apellido.

¿Ha notado también un aumento de visibilización?

-A nivel de medios de comunicación es complicado porque, como le pasa a otras muchas disciplinas, dos deportes se comen toda la información. Pero algunos medios, como DEIA, han entrado a colaborar con nosotros de forma más intensiva y esto hace dos años era impensable. Están surgiendo elementos que son señales bonitas de que esta sociedad está cambiando y el grupo de personas con discapacidad puede ser uno de los beneficiados con estos cambios.