TRES casualidades cambiaron la vida de Jhon Jader Obregón (Otxarkoaga, 1998), que debuta el viernes en el boxeo profesional de la mano de EuskoBox en el frontón Beti Jai de Ordizia. Fueron tres episodios clave que asfaltaron de baldosas amarillas su camino en el deporte, que le aterriza en una nueva estación, la del ensogado de pago, la siguiente etapa. Desde la operadora tienen muchas esperanzas en el bilbaino, dada su capacidad boxística y física. No en vano, en su carrera amateur amasa unos números de escándalo: 86 victorias en cien peleas. Un porcentaje de campeón. Aires de gloria.

La primera eventualidad fue que no se le daban demasiado bien los deportes de balón. “Mi padre, José Luis Idorraga, se dio cuenta de que no valía”, recuerda el joven de Otxarkoaga, que por entonces tendría “entre seis o siete años”. Se inició en el kickboxing y el K1. “Para mí era un juego”, recita Obregón, que insistía a su padre, al que apodan Josito, que quería combatir, que su hábitat era el cuadrilátero, que tenía que saltar a la lona. Pero no. Era demasiado pronto. Idorraga, que fue peleador, tuteló su carrera y le dijo que “no fuera demasiado rápido”. La segunda sucedió en Donostia y hay que avanzar siete años en la historia personal del de Otxarkoaga. “Fuimos a un torneo con un compañero. Yo únicamente iba como espectador y ya sentía la adrenalina de la competición. Justo un competidor se lesionó y mi aita vino corriendo y me dijo: Cámbiate que vas a pelear. Mi compañero me tuvo que dejar la ropa para salir al ring, porque no iba preparado. Fue una experiencia inolvidable. Tenía catorce años y gané en el segundo asalto. A raíz de ese instante, solo quería pelear. Iba a torneos y arrasaba”, comenta Jhon Jader. Y se proclamó campeón de Euskadi y de España de K1. De las 40 peleas que hizo, ganó 39. La tercera casualidad fue que Josito consideró que su hijo tenía que mejorar el boxeo si quería continuar por el mejor camino. Entrenó fuerte y saltó a las dieciséis cuerdas consiguiendo los campeonatos de Bizkaia y Euskadi de su división. “Tenía 16 años y fui al Campeonato de España por primera vez. Mi intención era aprender. No iba a por las medallas, pero hice cuatro combates y los gané todos. Me llevé el título. Fue algo inolvidable”, evoca Jhon Jader. Un curso después le llamó la selección de España de boxeo para que se formara en su centro de alto rendimiento y a la vez le salió la oportunidad de debutar en el K1 profesional. Tuvo que tomar una decisión: siguió en el boxeo.

Estuvo cuatro años en el combinado estatal. “Fue una gran experiencia en la que conocí a mucha gente e hice muchos amigos. Estuve muy a gusto”, concreta el bilbaino, cuya última etapa estaba dirigida a participar en los Juegos Olímpicos de Tokio, pero “no podrá ser”. Por ello, tomó la opción de dar el salto al profesionalismo. Eso sí, la etapa en la selección le sirvió para cultivar su madurez. “Me fui de casa con 16 o 17 años y mi familia ha sido mi mayor apoyo. Han estado para todo. En mis momentos malos, son los que más han estado conmigo. Lo valoro muchísimo”, declara Jhon, quien cuenta que “el peor año fue el primero, que me tocó estar en Murcia. Mi familia me arrastró para seguir. Lo pasé fatal. Nunca había estado tanto tiempo fuera de casa y ellos me animaron a que siguiera. Esa etapa me ayudó a madurar personalmente, ya que vivir solo y sin el apoyo de los tuyos es complicado. Te das cuenta de la falta que te hacen tus padres”.

Boxeador cerebral y estilista “Soy una persona que se amolda muy bien a los diferentes tipos de boxeo. Creo que no me costará mucho adaptarme al boxeo profesional. Me considero estilista y cerebral y si me tengo que fajar, me fajo. No tengo miedo a ningún pegador”, analiza el de Otxarkoaga. Al fin y al cabo, su vida gira en torno a un ring, pues da clases de K1 y las combina con su preparación física y técnica en el gimnasio Élite Sport de Bolueta. “Los deportes de contacto son mi vida”, finaliza Jhon Jader.