Impecable el trabajo del Picnic para la victoria de Van Uden, al que no esperábamos como ganador, pero su triunfo ha sido muy merecido. Ha ganado a esprinters de alto nivel porque su equipo ha realizado una gran labor en el último kilómetro y medio. Evidentemente hay que tener patas para poder batir a Pedersen o Kooij, pero me gustaría centrarme en cómo ha ganado. Muchos de los grandes velocistas son muy parecidos en cuanto a la velocidad y la potencia que pueden desarrollar. Por eso la colocación en el esprint se antoja decisiva. En el final de Lecce, se ha podido observar el peso de tener una gran colocación o estar mal situado. En ocasiones, es la diferencia entre la victoria y la derrota. Pedersen había dominado hasta ahora los esprints, pero ha llegado mal colocado a a la recta final. De hecho, siempre ha estado remontando porque partía de una mala colocación previa. Eso le ha quitado opciones de ganar. No tengo ninguna duda. En el lado contrario está Van Uden, que ha aprovechado de maravilla el trabajo del equipo. Ha estado muy protegido y a rueda de sus compañeros. Eso es fundamental. Contar con un lanzador facilita muchísimo las cosas. En realidad, el éxito de una velocista depende mucho de si puede contar un equipo que le acerque y le coloque bien. Buscarse la vida en un esprint es muy complicado. En Lecce hemos visto claramente la diferencia. Con todo, Pedersen continúa en el liderato. El Giro ha llegado a Italia y salvo el esprint, peligroso por el estrechamiento, la etapa nos ha dejado una fuga de un solo ciclista. La clásica escapada consentida. Es imposible que un solo hombre pueda hacer nada contra el pelotón. Son necesarios al menos seis corredores de alto nivel para echar el pulso a un pelotón que quiere jugársela al esprint. Por otra parte, Roglic sigue a lo suyo. Ha bonificado dos segundos. No es mucho, claro, pero sigue aumentando la ventaja. El Giro se gana día a día.

El autor es director deportivo del Grupo Eulen-Nuuk.