“La Superliga es el fruto de la avaricia, el egoísmo y el narcisismo de algunos”, dijo ayer lunes Aleksander Ceferin, presidente de la UEFA, y amenazó a los doce clubes insurgentes con las doce plagas de Egipto si continúan adelante con el propósito de crear un competición elitista al margen de su dominio, conformada por 15 clubes con plaza fija y otros cinco que serán admitidos según sus méritos en las ligas domésticas. Visiblemente enfadado, Ceferin aseguró que la UEFA hará todo lo posible por sacar a estos clubes de todas las competiciones y prohibir a sus jugadores competir con sus respectivas selecciones.

Lanzado la bala de grueso calibre en respuesta a la magnitud del desafío, Ceferin aclaró que “estamos evaluando la situación con nuestro equipo jurídico”. Es decir, que la UEFA y la recién creada Superliga, con el presidente del Real Madrid Florentino Pérez como capitán de los insurrectos, comenzarán más pronto que tarde las negociaciones hasta conseguir un nuevo reparto del dinero que genera el fútbol, especialmente ahora que la pandemia a dejado muy tocada la economía de la aristocracia del balón.

De hecho, la evolución de la antigua Copa de Europa al actual formato de la Liga de Campeones ha sido consecuencia de la presión de los grandes clubes para arrancar trozos del gran pastel que se quedaba la UEFA. Ahora mismo, el campeón de la Champions lo más que puede ganar, sumando las primas de la fase de grupos, ronda los cien millones de euros. El ganador de la Superliga europea logrará más del doble en premios.

Desde todos los rincones y estratos sociales o políticos de la Europa futbolística se han levantado voces contra la Superliga y sus muñidores ante la perspectiva de una revolución lanzada por ricos para ser más ricos. Pero los 12 clubes tiene sus razones. “No puede ser que terceros usen nuestros derechos, nuestros activos y que muestren sus marcas para conseguir sus objetivos. Mientras, nosotros somos invitados sin derecho a abrir la boca”, expone Andrea Agnelli, presidente de la Juventus y vicepresidente de la Superliga, en clara referencia al monopolio comercial que según ellos ejerce la UEFA con recursos que consideran propios, como prescindir de sus patrocinadores en videomarcadores, paneles y vallas publicitarias.

Llevar la felicidad al mundo

“Vamos a ayudar al fútbol de todos los niveles a ocupar el lugar que les corresponde en el mundo”, proclama Florentino Pérez en el escrito que colgó en la web del Real Madrid anunciando la creación de la Superliga. Todas las frases del presidente madridista tienen el mismo espíritu hueco, incluso añade un matiz altruista en el comunicado fundacional: llevar la felicidad al mundo. “El fútbol es el único deporte global en el mundo con más de 4.000 millones de seguidores y nuestra responsabilidad como grandes clubes es responder a los deseos de los aficionados”, dice Florentino.

Pero el mandatario madridista, y también Ceferin, conciben el fútbol como un negocio, y bajo este prisma cabe el recurso a una opa hostil. El banco de inversión JP Morgan ampara, con una reserva de 3.250 millones, la Superliga. A la UEFA le ampara, de momento, el cabreo del mundo.

El proyectoAsí será la SuperligaEl formato.

Se trata de campeonato semicerrado que, por el momento, cuenta con 12 clubes fundadores que tendrían garantizada su participación independientemente de los resultados deportivos. A ellos se podrían sumar tres clubes invitados y otros cinco que se clasificarían cada año para poder disputarla o por invitación.

Los 12 fundadores. Seis ingleses (Manchester United, Liverpool, Chelsea, Manchester City, Arsenal y Tottenham), tres españoles (Real Madrid, Barcelona y Atlético) y tres italianos (Juventus, Milan e Inter).

La competición. Los 20 equipos quedarán divididos en dos grupos de 10, con partidos a ida y vuelta. Los tres primeros de cada grupo pasarán al sistema de eliminatorias a ida y vuelta a partir de cuartos de final. Los cuartos y los quintos jugarían una eliminatoria para completar los ocho equipos de cuartos. En total, se disputarán 197 partidos. El inicio de la competición está previsto para agosto de 2022 y se jugaría entre semana, salvo la final.

El reparto del dinero. Antes de comenzar, los integrantes de la Superliga se repartirán 3.525 millones de euros, con el siguiente reparto: 350 millones de euros para seis clubes, 225 para cuatro, 112’5 para dos y 100 para tres clubes, repartido de acuerdo a un sistema interno no sujeto a la clasificación de cada año. Además, se estima que se ingresarán 4.000 millones de euros por derechos de televisión. Un 65% sería para los fundadores; un 20% se entrega por mérito deportivo y un 15% por distribución comercial. En consecuencia, los 20 clubes ingresarían, como mínimo, unos 60 millones por participar. El ganador recibiría algo más de 250 millones, más del doble de lo que recauda el ganador de la actual Champions.

Los dirigentes. El presidente del Real Madrid Florentino Pérez será el presidente de la Superliga, y a su lado estarán los vicepresidentes serán Andrea Agnelli, presidente de la Juventus, y Joel Glazer, propietario del Manchester United.

Control financiero. La sostenibilidad económica estaría supervisada por un organismo de control financiero para obligar que se cumplan las normas, como no superar el 55% del presupuesto entre salarios de jugadores y técnicos; transferencias y comisiones; y que deberán acumular al menos tres años de ganancias antes de impuestos.