XISTEN muy pocos deportistas que tengan mejor concepto de sí mismos que Zlatan Ibrahimovic (3-X-1981). Cuenta su leyenda que en los primeros compases de su carrera profesional, cuando aún militaba en el Malmö, el Arsenal de Arsene Wenger quiso someterle a una prueba para sopesar su fichaje. ¿Su respuesta? "De ninguna manera; Zlatan no hace pruebas". Desde entonces, su trayectoria se ha escrito a base de acciones espectaculares sobre el terreno de juego, infinidad de goles y una lengua tan afilada como egocéntrica. El delantero sueco ha llegado a decir que un Mundial de fútbol sin su presencia carecía de interés, se comparó con Dios cuando un periodista le preguntó sobre el ganador de un Suecia-Portugal, tras fichar por el PSG aseguró que "no conozco ningún jugador de la liga francesa, pero todos ellos saben quién soy yo" y hace un par de cursos, cuando desembarcó en Los Angeles Galaxy en lo que parecía ya el ocaso de su carrera, apuntó que "si hubiera llegado diez años antes, ahora sería el presidente de Estados Unidos". Genio y figura.

El pasado sábado, después de marcar un gol en la victoria de su actual equipo, el Milan, ante el Cagliari, el delantero sueco engalanó sus cuentas oficiales de Twitter, Facebook e Instagram con una imagen suya de celebración y un mensaje contundente: GOD of the game (el Dios del juego). Ibrahimovic sigue siendo Ibrahimovic fuera de los terrenos de juego, pero también dentro. Merced a ese tanto, Ibracadabra A desde Silvio Piola en 1952. Y lo suyo tiene un mérito añadido, pues su regreso al club milanés, procedente de la MLS estadounidense, se produjo el 27 de diciembre de 2019, por lo que solo ha podido disputar 18 encuentros. En estos meses, además, ha tenido tiempo de convertirse en el goleador más veterano en el Derby della Madonnina ante el Inter, superando a su ilustre compatriota Nils Liedholm, y en el primer jugador que alcanza los cincuenta goles con la camiseta de los dos clubes de Milán.

Y es que en su segundo periplo profesional en el Milan, conjunto en el que ya jugó entre 2010 y 2012, ha colaborado en la revitalización parcial de una escuadra absolutamente deprimida en los últimos años, un gigante de otros tiempos acostumbrado a tener en nómina a las estrellas más rutilantes del planeta fútbol y a llenar sus vitrinas de Scudettos (18) y títulos de Champions League (7) que, sin embargo, desde 2011 solo ha alimentado su otrora voraz apetito con dos Supercopas italianas, incapaz incluso de clasificarse entre los cuatro primeros en liga en los últimos siete ejercicios. El curso 2019-20 lo terminaron sextos, lo que les da billete para las eliminatorias previas de la Europa League, pero tal y como fue la cosa durante los meses iniciales del curso ese puesto se ha celebrado por todo lo alto. El pasado mes de enero, en el momento que Ibrahimovic debutó con el Milan con un empate sin goles ante la Sampdoria, el equipo rossonero era 12º en la tabla. Desde entonces, sumó trece triunfos, seis empates y únicamente dos derrotas. Su último partido perdido se remonta al 8 de marzo, antes del parón provocado por la pandemia del covid-19, ante el Genoa y ha puesto lazo a la Serie A con una racha de doce encuentros sin hincar la rodilla. La influencia positiva del veterano punta sueco ha sido, evidentemente, indudable.

¿Un curso más en Milán?

Ibrahimovic firmó solo por seis meses en su regreso a la entidad italiana, pero Paolo Maldini, director deportivo del Milan, ya ha anunciado públicamente su deseo de renovar al sueco por una temporada más. El acuerdo podría cerrarse en breve, pero con el delantero sueco nunca se sabe porque su voracidad goleadora solo es comparable con su capacidad de cambiar de aires constantemente. Desde que abandonó el Malmö en 2001 sin querer hacer aquella prueba con el Arsenal de Wenger, su espectacular currículum incluye periplos en Ajax, Juventus, Inter, Barcelona, Milan, París Saint-Germain, Manchester United, Los Angeles Galaxy y su segunda aventura como rossonero. Muchos de los clubes más importantes del panorama internacional han disfrutado de la calidad y la capacidad resolutiva de Ibrahimovic, al tiempo que han sufrido su indomable carácter.

Eso sí, todos los matrimonios deportivos han sido exitosos para las dos partes desde el punto de vista de los títulos. Once ligas (trece si no le hubiesen arrebatado las dos con la Juventus por el Moggigate A su palmarés solo le ha faltado la Champions, que siempre le ha resultado esquiva pese a haber militado en conjuntos de campanillas. Ni siquiera el eterno Zlatan, aquel que dijo que si se hubiese dedicado al taekwondo, deporte que practicó en su juventud, habría ganado varias medallas de oro olímpicas, puede tenerlo todo.

El sábado se convirtió en el jugador más veterano (38 años y 302 días) en llegar a los diez goles en un curso de la Serie A desde 1952

Desde su debut en enero, el Milan ha firmado trece victorias, seis empates y solo dos derrotas, la última de ellas el 8 de marzo