La afición rojiblanca y San Mamés acostumbran a vivir un romance centenario. Siempre unidos, tanto en los grandes momentos como en las situaciones más críticas. Pero este domingo a las 14.00 será diferente. San Mamés vivirá un estreno no tan deseado y conocerá por primera vez lo que es que se dispute sobre su hierba un partido a puerta cerrada, sin los rugidos habituales que adornan los encuentros en la Catedral. Esta situación se vivirá por primera vez ante el Atlético de Madrid y se repetirá en los siguientes encuentros, obligando a los jugadores del Athletic a adaptarse a una situación inédita para poder apurar sus opciones europeas.

Esta no es la primera vez que el Athletic ve sus gradas clausuradas. En cuatro ocasiones el club fue sancionado sin poder jugar partidos con público pero el club bilbaino optó entonces por mudarse al exilio y acudir a otros campos para poder tener parte de su afición en las gradas y sentir su apoyo. La primera vez que la Catedral fue sancionada fue tras el encuentro de vuelta de la semifinal entre el Barcelona y el Athletic de 1986. El conjunto catalán vencía 1-2 y la afición rojiblanca invadió el campo para protestar contra la actuación arbitral de García Losa. Esto provocó el cierre del estadio por un partido y el equipo dirigido entonces por Iñaki Saez tuvo que disputar su siguiente encuentro de liga ante el Zaragoza en Atotxa.

San Mamés fue clausurado en tres ocasiones más y en todas ellas el lanzamiento de objetos fue el factor común. Los lanzamientos de objetos contra el área del portero del Real Madrid Paco Buyo en 1990 y el monedazo al árbitro Santamaría Uzqueda en 1994 trajeron consigo un partido de sanción que el Athletic lo cumplió mudándose a Anoeta y a Mendizorrotza, respectivamente. La sanción más grave llegó tras el petardazo recibido por el portero del Zaragoza Otto Konrad en 1997. San Mamés fue cerrado por dos partidos, pero club recurrió y los rojiblancos solo tuvieron que jugar un partido fuera de su feudo, otra vez Anoeta fue el escogido.