ESDE que logró su independencia en 1991 tras la desintegración de la Unión Soviética, Turkmenistán sólo ha conocido dos presidentes, Saparmyrat Nyýazow y, tras su muerte, en 2006, Gurbanguly Berdimuhamedow, su mano derecha, quien sistemáticamente ha sido reelegido para el cargo con el 97% de los votos, eso sí, sin la presencia de observadores occidentales que pudieran supervisar el rigor democrático de los comicios. Catalogado por la ONU como uno de los regímenes más represivos del mundo, la República de Turkmenistán saltó al ruedo informativo internacional al amparo del coronavirus. O mejor dicho, porque hasta allí no ha llegado la pandemia, según órdenes precisas dadas desde el poder a los medios de comunicación y público en general.

Sin embargo algo de temor sí debe haber. No se entiende de otra forma que una de las pocas competiciones futbolísticas que aún funcionaban en el mundo desapareciera de súbito tras jugarse hace una semana la tercera jornada. El viernes estaba previsto la disputa del Ahal-Sagadam, pero finalmente fue aplazado “por razones de seguridad”, según un comunicado de la Yokary Liga, que así se denomina la liga turkmena, compuesta por tan solo ocho equipos y liderada por el Kopetdag Asgabat, que ayer debía enfrentarse al Altyn Asyr y también fue aplazado, así como los encuentros de las jornadas quinta y sexta.

Ahora bien. La Yokary Liga no se para a causa del coronavirus, como en el resto del mundo, porque ese bicho no existe en este árido y hermético territorio, donde se esconde la cuarta reserva de gas natural del mundo. El Turmennista Chronicle, uno de los pocos medios independientes que existen y cuya página web ha sido bloqueada en el país, publicó el pasado miércoles que la palabra coronavirus ha sido prohibida en los medios de comunicación, pero también en los folletos sobre salud que se distribuyen en escuelas, hospitales y centros de trabajo. Además, quien use mascarillas o hable sobre el coronavirus corre el peligro de ser arrestado.

Según el Gobierno de Berdimuhamedow, en Turkimenistán no se ha detectado ni un caso positivo. Demasiada casualidad para un Estado que comparte 992 kilómetros de su frontera sur con Irán, uno de los países más golpeados por el covid-19, con 53.000 casos positivos y 3.294 fallecidos a fecha del 3 de abril.

El parón futbolístico, sin embargo, tampoco causará demasiada ansiedad entre los turkomanos, poco más de cinco millones. En la Yokary Liga no juegan extranjeros, tampoco existen los descensos y su gran referente es el estadio Olímpico de Asgabat, inaugurado en 2003 para acoger los encuentros internacionales, con un aforo de 35.000 espectadores y sede del actual líder, el Kopetdag.

Su selección, la número 129 en el ranking FIFA, lo más que ha conseguido es clasificarse una vez para la Copa Asia, donde no ganó ni un encuentro, y se considera como una gesta el empate (1-1) en casa ante Irán, que sí es una potencia en la región, en las previas al Mundial de Rusia 2018.

En África también ha parado el fútbol en los dos únicos países en donde aún rodaba el balón, Burundi y Angola, y en Asia también lo ha hecho Myanmar. Ahora mismo, en todo el mundo, sólo quedan dos ligas en marcha, en Bielorrusia y Nicaragua.

Curiosamente, Berdimuhamedow responde al mismo perfil autoritario de Aleksandr Lukashenko, que alcanzó fama reciente recomendando vodka y sauna para combatir al coronavirus. El presidente de Turkmenistán, que es médico odontólogo, recomienda la ingesta de unas hierbas recomendadas por los “sabios ancestros” del país. El pasado 24 de marzo se contabilizaron 81 positivos en Bielorrusia. El jueves se supo que ya había 351 infectados y cuatro muertes. La Federación bielorrusa decidió el viernes suspender el fútbol aficionado sin causa aparente (no por el virus), pero no el profesional, que este fin de semana disputó la tercera jornada con público en la grada. Los aficionados del Neman Grodno propusieron boicotear la liga, sin éxito.

En Nicaragua, con diez casos confirmados, se disputó este fin de semana la decimocuarta jornada con la precaución de la puerta cerrada.

Bielorrusia y Nicaragua, aunque sin público en las gradas, son los dos únicos paises en todo el mundo donde aún se juega al fútbol