Christian Prudhomme (1960, París), espigado, expansivo en su elegancia, gesticulante en sus aclaraciones, recibe a DEIA en un céntrico hotel de Bilbao a media mañana. El director del Tour de Francia presentó el viernes junto al lehendakari Iñigo Urkullu la Grand Départ del Tour de 2023, que acogerá al menos dos etapas íntegras en Euskadi además de la salida en Bilbao. Después de tan señalado día en el Guggenheim, un acontecimiento para la memoria colectiva del país, Prudhomme desvela las razones por las que el Tour ha elegido Euskadi como punto de inicio de la carrera más grande del mundo. El gran impulso y la apuesta inequívoca de las autoridades vascas por traer el Tour, las opciones que otorga el terreno para idear recorridos, la belleza de los paisajes y el calor de la afición han seducido al Tour para prender la gran fiesta del ciclismo en Euskadi. El recorrido está todavía por definir más allá de la salida y llegada de la primera etapa en Bilbao. El resto es una incógnita. "Queremos que las tres provincias del País Vasco estén en el recorrido, pero todavía no está definido", subrayó Prudhomme.

La Grand Départ del Tour de 2023 es un hito para Euskadi. Un sueño hecho realidad. ¿Por qué eligió el Tour Euskadi?

-Porque había una voluntad política muy fuerte, reiterada durante los últimos años, durante 30 años. Desde la salida del Tour en 1992 en San Sebastián, Euskadi siempre quiso tener el Tour. Luego, por el terreno, con unas subidas fenomenales que servirán para hacer un comienzo de Tour que sea superinteresante. También hay que tener en cuenta el paisaje, que aglutina la costa y el monte. El interior es precioso. Finalmente, hay que recordar que en el País Vasco está una de las mejores aficiones del mundo. No solo en cuanto al número, sino a su forma de expresarse. Es gente que sabe de ciclismo. No solo está en la carretera, sabe quién pasa por delante de ellos. Todo eso hace que estemos encantados en hacer la salida en el 2023.

Señala varios factores para la elección de Euskadi, pero ¿cuál fue el factor que le convenció del todo?

-Vine aquí en 2016 invitado por Javier Guillén, el director de la Vuelta, e hicimos los primeros contactos. Me gustó lo que vi. Después, en 2019, una delegación vasca nos visitó en París. Vinieron juntos, de la mano. El Gobierno vasco, la diputación de Bizkaia y el Ayuntamiento de Bilbao. Que te vayan a ver allí, que te visiten en tu casa, quiere decir algo. Es una forma de hacer las cosas. La delegación que vino a visitarnos a París estaba formada por el alcalde de Bilbao, el diputado general de Bizkaia y el consejero de Cultura, como enviado especial del Gobierno vasco. Era algo muy potente. Aquí había algo más que las cartas que envían las candidaturas que quieren ser parte del Tour. Ese ha sido uno de los factores, pero no el único. La clave ha sido la suma de los factores.

El Tour siempre tiene numerosos pretendientes. Es él el que elige. ¿Fueron complicadas las negociaciones para que la Grand Départ aterrizara en Bilbao?

-Hay que partir de la base que después de un Tour de Francia siempre viene otro. No es como los Juegos Olímpicos, que si pierdes tu oportunidad tal vez necesites otros veinte para optar a organizarlos. En ese sentido, el Tour tiene ventaja. Cada dos años salimos de Francia para hacer una Grand Départ. La candidatura del País Vasco estaba cobrando cada vez más fuerza. Había una intención firme por parte de las instituciones vascas y esa firmeza cada vez era mayor. Las autoridades vascas nos han mimado mucho. Solo el hecho de hacer la presentación del Tour en el Museo Guggenheim, uno de los mejores museos del mundo, dice mucho de cómo han cuidado todos los detalles.

Se barajan muchas cifras sobre el coste que supone una Grand Départ. ¿Cuál es el caché de Tour?

-Nosotros nunca damos la información del caché del Tour. Si las instituciones vascas lo dicen, es otra cosa, pero nosotros nunca damos esa información. Lo que sí está tasado es que son 5.000 personas las que mueve una Grand Départ. Solo desde la organización hacemos una reserva de 1.800 camas en la ciudad en la que estemos. Desde una semana antes de que comience la carrera la gente empieza a llegar. Son entre 5 y 7 noches para 3.000 o 4.000 personas. Además vendrá gente a ver la carrera por la belleza que tiene el País Vasco y por el aura que tiene Bilbao.

¿Qué retorno económico genera una Grand Départ?

-Los estudios que han hecho sobre el retorno económico de las otras Grand Départs fluctúa. Bruselas ingresó 35 millones y Düsseldorf, 63 millones en 2017. (Se calcula que por cada euro invertido, el retorno es próximo a los seis). Se estima que la inyección a la economía local está entre los 30 y los 60 millones.

El recorrido del Tour de 2023 es un gran secreto. ¿Tiene algo en mente para las etapas vascas de la carrera?

-No es ningún secreto. Todavía no se ha hecho. La primera etapa tendrá salida y meta en Bilbao. La segunda se correrá al 100% en el País Vasco y la tercera será la salida desde el País Vasco para pasar luego a Francia. Evidentemente queremos que las tres provincias estén en el recorrido, pero todavía no está definido. Tenemos que tener una etapa para los sprinters y otra para los escaladores aprovechando la topografía del País Vasco o quizás haremos dos para escaladores. Pero lo que queremos es que la gente en Tokio, en Nueva York, en Bogotá o en París sepan que esto es el País Vasco. El País Vasco, en cuanto a ciclismo, es un lugar de subidas bastante altas. No podemos poner demasiada montaña el primer día para que haya emoción y no se sepa ya quién es el ganador del Tour. Hacer dos etapas planas aquí es muy difícil. Que haya escaladores de tanta calidad en terrenos con pendiente hará que sea superinteresante la salida del Tour de 2023.

El Tour es un evento mundial y un espectáculo televisivo. ¿Cuál es la audiencia que se estima?

-Existen muchas cifras. Depende. Hay 2.000 millones de personas que sintonizan con el Tour, pero hay gente que esos contactos los cuenta por duplicado. A decir verdad, a mí me dan un poco miedo todas estas cifras. Lo que sí se puede decir es que es un evento que retransmiten 182 países del mundo. La mayor parte de ellos conectan con las imágenes en directo. Son 4, 5, 6 horas de emisión al día durante las tres semanas del Tour. Las tomas del helicóptero tienen mucho impacto y repercusión para el turismo. Por ejemplo, Antenne 2 vende Francia y en Australia esperan a ver los castillos del Loira o Versalles o Mont Saint Michel dependiendo de cuál es el recorrido del Tour. En función de lo que vean, los operadores turísticos venden eso. Con 2.000 periodistas acreditados, la retransmisión del Tour es el mejor anuncio posible para mostrar un país al mundo entero. Se trata de mostrar lo mejor de uno mismo. En 2013 salimos de Córcega, una isla bellísima. Al año siguiente salíamos de Yorkshire. Para muchos, Yorkshire es un perro. La autoridad de Yorkshire me subió a un helicóptero, no para enseñarme las cuestas, sino para ver por dónde íbamos a ir y mostrar lo más bonito de la región.

Euskadi es muy bonita a vista de pájaro, entiendo.

-Esa dimensión es muy importante. Cuando decimos que la salida iba ser desde aquí es porque a vista de pájaro va a ser preciosa. Lo tenemos claro por la belleza del País Vasco. Eso no depende de los corredores. Evidentemente, no perdemos la vista a la competición, que queremos que sea lo más emocionante posible. Es la principal carrera del mundo, pero el Tour es evasión, cultura, conocimiento, historia, geografía€ y todo eso depende de las tomas del helicóptero.

En la presentación de la Grand Départ dijo que la afición vasca es una de las mejores.

-Es uno de los mejores públicos del mundo, eso está claro. Para mí existen públicos formidables, como el belga, el que nos encontramos en Yorkshire, que fue una gran sorpresa. Desde hace años sabemos que los aficionados vascos no solo son muy entusiastas sino también que son muy expertos. Conocen a los corredores. Después de la pandemia, en 2023, la salida en Bilbao es un escaparate para decir que son uno de los mejores aficionados del mundo.

Supongo que en su percepción influye la marea naranja que durante años inundó los Pirineos. El Tour siempre ha mostrado disposición para recuperar todo aquello.

-Por supuesto, después de la pandemia la esperamos. La salida en el País Vasco va a ser un momento adicional para ver esto. Marcaría un horizonte. Es una esperanza para todos. Nunca he venido a ver la Itzulia y quiero verla el próximo año, si la pandemia lo permite, para ver a los aficionados sobre el terreno para venir después a la salida del Tour. La marea naranja fue muy importante para mí como periodista. Miguel Madariaga es un hombre que tuvo mucho que ver en la expansión de la marea naranja al transmitir la pasión en el País Vasco y en Francia, y en promover aquí el Tour. En Francia promovió el ciclismo vasco. Le llamé ayer (por el viernes). Él no habla francés y yo no hablo español, pero se notaba la emoción. Lloró. Nuestra presencia aquí es fruto del gran trabajo de las instituciones vascas, pero también del trabajo realizado por Miguel Madariaga desde 1993 para hacer que el ciclismo vasco exista en su conjunto. Todo el mundo sabe que el País Vasco es un lugar en el que la gente ama el ciclismo.

¿Abrirá la mano el Tour con una invitación al Euskaltel-Euskadi en 2023 coincidiendo con la Grand Départ de Bilbao?

-No tengo ni idea. Es algo totalmente distinto. La salida y las invitaciones son cosas completamente distintas. En esta situación tan complicada (por la pandemia), se han ampliado las invitaciones, pero eso no se puede hacer todos los años. Son cosas muy distintas. Nunca se vincula una salida a la participación de un equipo.

Como aficionado, ¿qué le parece la irrupción de los nuevos prodigios del ciclismo?

-Siempre ha habido prodigios. Anquetil ganó el Tour hace 60 años siendo muy joven. También lo ganó Fignon con 22 años y Merckx e Hinault también lo consiguieron siendo jóvenes. El problema es que ahora hay muchos. No sé si tiene algo que ver con la pandemia. Quizás los corredores más mayores han tenido que cambiar sus hábitos de entrenamiento y eso les ha pesado. Ahora todo es más rápido. Los jóvenes nacen ya con los teléfonos móviles, con las redes sociales. Para mí no es algo natural, pero para ellos sí. Lo que sí es verdad es que son muy jóvenes y son muchos. Cuando Egan Bernal ganó el Tour, no pensábamos que alguien más joven, en este caso Tadej Pogacar, lo iba a ganar tan pronto siendo aún más joven. En este inicio de temporada ver ganar a esta clase de corredores, me hace pensar en Federer, Nadal y Djokovic. Son todos nuevos y buenos y espero que esa realidad dure años y que sigan peleándose en las cumbres.

Asistimos a ataques más lejanos y a un ciclismo más valiente tras varios años de control. ¿Qué opinión tiene de este nuevo paradigma?

-Me encanta. Mathieu Van der Poel es holandés, pero es nieto de Raymond Poulidor, el campeón más conocido en Francia. Que sea capaz de atacar a 50 kilómetros de meta es una bendición, pero si no lo hace a 80 kilómetros de meta parece que la gente está decepcionada. Es fantástico. En la primera semana del Tour espero que ataque en todas partes. No tiene ambición de ganar el Tour, su ambición es ganar etapas y lo muestra. Él quiere el maillot amarillo que su abuelo nunca tuvo. Ese que le quitó José Maria Errandonea. Me encantaría conocer a ese hombre.

La lucha contra el dopaje es una de las piedras angulares del Tour. Estamos asistiendo a grandes exhibiciones y a la caída de varios récords en subidas y otras pruebas. ¿Cree que existe una nueva generación de sustancias dopantes que no se detectan?

-Yo lo que sé es que en cualquier actividad humana hay gente que quiere engañar y hacer trampas. También en el deporte y en ciclismo. Hay un movimiento por el ciclismo creíble. En ese aspecto hay que mantener siempre la llama encendida. Hay que estar vigilantes y yo lo hago. La AMA (Agencia Mundial Antidopaje) ha prohibido los corticoídes en todas sus formas a partir del 1 de enero de 2022. Es algo muy importante para que todos los campeones estén en igualdad de condiciones. Estar contra el dopaje es defender a los auténticos campeones.