A un palmo de que el Tour de Francia, amenazado por la segunda ola del coronavirus, levante el vuelo en Niza, Mikel Landa, líder único del Bahrain, tiene claro que se encuentra ante “la oportunidad de mi vida” en una carrera con un dibujo montañoso que se adapta a la perfección a su traje de escalador.

Vivirán blindados por culpa del covid-19, en una burbuja, ¿añadirá eso más presión al día a día?

—Hasta llegar aquí, hay que cortar mucho con la vida social y tener mucho cuidado. Hay que estar en casa. Pero una vez que llegas aquí y estás con el equipo y haces las pruebas PCR todo es más tranquilo.

¿Cómo lleva lo del coronavirus?

—Con algo de incertidumbre, como todo el mundo, cuando te fijas en las noticias pero trato de estar tranquilo porque cuando te metes en la competición no piensas en mucho más.

¿Con un claro repunte de la pandemia, considera que el Tour era imprescindible?

—Para nuestro negocio, sí. La verdad es que el ciclismo también está sufriendo con el coronavirus y salvar el Tour, que es la carrera más importante del año, creo que salvaría un poco el ciclismo.

¿Qué opina sobre la decisión de la organización de que con dos positivos en una semana el equipo será expulsado?

—Es una medida dura y más viendo que los PCR a veces también fallan, pero la verdad es que también tienen que tomar unas medidas duras para evitar que esto siga. No soy quién para criticar esa decisión. Ya desde la Vuelta a Burgos sabemos cómo seguir el protocolo. Tal vez este sea más estricto, pero básicamente se trata de mantener la distancia social con el público, con otros equipos en los hoteles o cuando recibamos visitas de familiares. Por lo demás, es obligatorio el uso de la mascarilla y lavarse las manos con gel hidroalcohólico.

Concluyó el Dauphiné con la espalda dolorida. ¿Qué ocurrió?

—Fue un Dauphiné muy exigente, se fue muy rápido y el último día tuve unas molestias en los psoas, que luego pasaron a los glúteos y a la espalda. No podía hacer la fuerza suficiente para pedalear y seguir el grupo de cabeza. Me dejé ir.

¿Cómo afronta el Tour?

—Con mucha ilusión y ganas. Cada año llego con más experiencia y veo muy posible hacer algo grande.

¿En qué se basa?

—En cómo me vi en Dauphiné, en cómo vi a los rivales, en los rivales que no están, en cómo llego… veo bastantes cosas que me hacen soñar.

¿Estará al 100% en la salida de Niza?

—Este es un Tour que exige estar al 100% desde el principio.

Acude como jefe de filas único. Al fin liberado y sin servidumbres, ¿entiende que es su momento?

—Desde que empecé la temporada y conocí al equipo, su funcionamiento y todo el trabajo que han hecho, sabía que era mi momento. Estoy ante la oportunidad de mi vida. Tengo un gran equipo alrededor y me veo bien para responder a esa responsabilidad.

En esas circunstancias se le exigirá aún más.

—Sí. El equipo me ha puesto todos los medios para luchar por la victoria y es normal que me exijan y la gente, también.

¿A qué aspira Mikel Landa?

—Siendo realistas, un podio será la leche. Pero todas las carreras hay que afrontarlas con una ambición muy alta. La idea es intentar ganar y luego, la carretera ya me pondrá en mi sitio.

Será un Tour atípico, sin apenas referencias.

—Sí, la verdad es que llegamos todos con muy poca competición, con una competición que a su vez ha sido muy agresiva y alocada. Creo que eso ampliará el abanico de favoritos. Va a ser bonito.

¿Quiénes son los rivales a batir?

—Yo veo a tres corredores por encima del resto: Bernal, Dumoulin y Roglic. Esos son los mayores candidatos a la victoria.

Froome y Thomas no están. ¿Se le despeja el panorama para el podio?

—Sí, la verdad es que el hecho de que no esté Thomas, que fue segundo el año pasado, es una sorpresa. Y que no esté Froome, también. Todos le esperábamos aquí. Eran rivales que iban a estar peleando por la victoria y que no estén aquí supone que haya menos rivales para el resto.

¿Entiende que Ineos no cuente con Froome y Thomas?

—Fue una decisión que me sorprendió porque pocas semanas antes habían confirmado que Froome estaría en el Tour y Thomas fue segundo el año pasado, que no es nada fácil. Esperaba a los dos.

No estarán ellos, pero asoman las nuevas generaciones. Con Sergio Higuita, Daniel Felipe Martínez o Tadej Pogacar.

—Los jóvenes vienen fortísimos, cada vez están mejor preparados y hay que tenerles en cuenta. Solo hay que ver cómo acabó la Vuelta Pogacar el año pasado.

Da la impresión de ser un Tour más abierto que nunca. Con menos control.

—No lo sé. La verdad es que el Jumbo en el Dauphiné demostró que correrán el Tour en la línea del Ineos y no sé si eso dará mucho margen al descontrol, pero sí creo que encontraremos un Tour con muchas sorpresas.

¿En qué sentido?

—Hay dos equipos, Ineos y Jumbo, muy fuertes y parecidos. Parece que van a llevar la misma forma de correr. Pero hay muchos corredores que aspiran a estar arriba y puede haber más sorpresas.

Bahrain acude con un bloque sólido. ¿Pueden competir con el Jumbo y el Ineos?

—Quizás, si coges a los equipos corredor por corredor, tal vez no tengamos ese potencial, pero tenemos un equipo con una mentalidad clara e iremos todos a una. Creo que puede ser suficiente para darles guerra.

¿Cuál será la rueda a seguir, la de Roglic o Bernal?

—Yo diría que la de Bernal. Es el ganador del Tour del año pasado y solo por eso tiene un grado más de experiencia.

Usted siempre ha mostrado una naturaleza atacante. ¿Cuál es el plan para este Tour?

—Lo que es seguro es que estaré con las orejas tiesas desde el principio. Cualquier pérdida de tiempo al principio siempre hace daño y te obliga a correr de otro modo, siendo más agresivo y con más riesgo a equivocarte. Eso lo complicaría todo más. Hay dos equipos que parecen estar dispuestos a coger la responsabilidad y es muy difícil romperlos. Habrá que estar atento y esperar a la última semana para saber si puedo seguir corriendo como he corrido hasta ahora.

El recorrido del Tour le favorece.

—Sí, sin duda es el que mejor me viene de los últimos años. Además solo hay una contrarreloj, el penúltimo día y acaba con una subida a La Planche des Belles Filles, que es un puerto duro. Para entonces todos estaremos justitos de fuerzas y los especialistas no sacarán tanto tiempo. Tenemos un montón de finales en alto, con muchos metros de desnivel. Es un terreno que me viene muy bien.

Dispone de todos los elementos para rendir al máximo. En ese sentido, no hay excusas.

—Eso es. Tengo un recorrido adecuado, un equipo que me apoya y llego con la experiencia y la madurez suficiente en el Tour. Así que no hay excusas. De momento (Se ríe).

En la segunda etapa ya aparece la montaña para enlazar con Pirineos, Macizo Central y Los Alpes.

—Es un menú que me gusta. Cuanto más montaña haya, mejor.

Los Alpes serán la llave del Tour.

—Quizás otro año el Tour quedaba encaminado antes, pero en esta ocasión creo que se resolverá en las jornadas alpinas. Habrá que esperar hasta el final. Hay que llegar lo más fresco posible a la tercera semana.

Se está corriendo con mucha agresividad. Salvar las caídas será una dificultad añadida.

—Sí, pero la dureza de la primera semana respecto a otros años quizás relaje un poco la tensión y se vaya ordenando todo un poquito. Por otro lado, es verdad que hay más competitividad entre nosotros. El pelotón es cada vez más agresivo y es complicado evitar las caídas.

McLaren no seguirá acompañando la aventura de Bahrain, una mala noticia en la antesala del Tour.

—Sí. Es una pena porque creo que están aportando mucho al equipo. La crisis provocada por el covid-19 no ha hecho posible que sigamos juntos.

¿Cómo le afecta eso?

—Estoy centrado en la carrera. No pienso en mucho más.

“Veo a tres corredores por encima del resto: Bernal, Dumoulin y Roglic. Son los mayores candidatos al triunfo”

“Tengo un recorrido adecuado, un equipo que me apoya y llego con la madurez suficiente en el Tour. No hay excusas”

“Quizás otro año el Tour quedaba encaminado antes, pero creo que se resolverá en las jornadas alpinas”