Bilbao - El Kapelmuur, tan bello, duro y fotogénico, magnífica postal con sus adoquines que retuercen los cuerpos y achatan las narices, un lugar en el que enfatizar el esfuerzo, un cuadrilátero de piedras, sirvió como mesa de autopsias de la Omloop Het Nieuwsblad, la primera clásica del WorldTour, que conquistó certero Zdenek Stybar (Deceuninck) con una ataque que ahogó a Van Avermaet (CCC) y dejó tiesos al resto: Wellens (Lotto) Lutsenko (Astana) y Teuns (Bahrain) en el póquer del final. Para cuando cayeron en la cuenta, Stybar, convencido, poderoso, arañó un puñado de metros para romper el cielo con un grito y apuntar los puños a las alturas. Antes, el checo dejó un rastro de confeti desde el Kapelmuur, un paisaje imposible de engañar, ni tan siquiera de engatusar para salir bien en la foto, donde se impone la realidad. En el venerado muro se radiografió la suerte de unos y de otros en un carrera repleta de fortachones, los clasicómanos, ciclistas ciclópeos con colmillo y olfato depredador.

Entre las piedras del muro de la capilla, el alimento de los belgas, se atragantó el imponente Daniel Oss, un italiano de aspecto nórdico y trazas de vikingo, bigote y melena al viento. Al Sansón del Bora, los cantos rodados le cortaron la fuerza. Le aniquilaron. Solo con el músculo de un culturista no es posible alzar el vuelo en Kapelmuur. La empalizada exige también destreza, sabiduría y determinación. Aferrado a esa coctelera, Van Avermaet quiso enjuiciar al resto de compañeros. El belga masticó las piedras, pero no pudo digerir a sus rivales, donde Stybar, vigilante y pétreo, rastreaba al tozudo Van Avermaet, el que llevaba impreso el cartel de favorito. Eso le lastró más que el peso de los adoquines. Las piedras en la mochila hundieron a Oss, que tuvo que refugiarse en el grupo perseguidor, que vieron a los primeros a apenas una decena de segundos en Kapelmuur. Pero allí quedaron lapidadas las ilusiones de poder encadenarse a Van Avermaet, Stybar, Lutsenko, Wellens y Teuns. El quinteto, resuelta la persecución, sin tener que atender al retrovisor, enfiló hacia el camino que daba a la gloria. Van Avermaet buscó astillar el grupo, pero no sus centinelas no le dieron ni un palmo. Le esposaron. Comenzó entonces el juego de miradas y pensamientos, aunque todos los ojos seguían a Van Avermaet. Cegados en el belga, Stybar desgarró el quinteto. Van Avermaet trató de ponerle el bozal, pero la dentellada de Stybar abrió el hueco necesario. Descascarillado el belga, el resto dudó y Stybar mordió un triunfo mayúsculo.

Roglic, emir en el desierto Primoz Roglic (Jumbo) certificó la victoria en el Tour de Emiratos por delante del infatigable Alejandro Valverde (Movistar), segundo en el podio, que cerró David Gaudu (Groupama). La etapa final se la llevó Sam Bennett (Bora) al esprint. En Francia, en la Classic de l’Ardèche, la victoria recayó en Lilian Calmenaje (Direct Energie). Gari Bravo (Euskadi-Murias) fue noveno. - C. Ortuzar