lA mitad de la década de los 80 cubrió en el Tour el tiempo que pasó entre el declive de Eddy Merckx y la irrupción de Bernard Hinault, otro de esos corredores que no dejaban ni las migajas. La carrera se abrió a las aspiraciones de otros ciclistas y los vascos aprovecharon para lucir. Paco Galdos logró entre 1976 y 1978 tres puestos consecutivos entre los diez primeros y otros dos corredores lograron eso tan difícil de ser profetas en su tierra. Joxe Nazabal y Miguel Mari Lasa lograron sendos triunfos de etapa en Euskadi, al calor de una afición que recibió al Tour con los brazos abiertos.

"Ganar en casa una etapa del Tour es el colmo para un ciclista. Aquello fue una locura", ha dicho en alguna ocasión el ciclista de Zaldibia sobre la etapa que ganó en 1977 en Gasteiz, al lado mismo de las instalaciones de Kas, la empresa propietaria del equipo emblemático de aquellos tiempos. Nazabal culminó una larguísima escapada en solitario con más de cinco minutos de ventaja sobre el pelotón que había salido desde Oloron Sainte Marie.

Al año siguiente, el Tour llegó a Biarritz desde Burdeos y tuvo un ganador vasco. Miguel Mari Lasa corría aquel año con el Teka y aprovechó su oportunidad. "La etapa llegaba al hipódromo, donde ya había llegado ese año la Vuelta al País Vasco, y creo que eso me ayudó", reconoce el ciclista de Oiartzun. El pelotón llegaba agrupado y el favorito tenía que ser Jan Raas, "un esprinter fabuloso, el mejor de entonces, que tenía un equipazo, el Ti-Raleigh". Pero el corredor guipuzcoano sabía que "como se llegaba en una pista como de arena, las ruedas se hundían más de lo normal. Creo que Raas arrancó un poco pronto y pude remontarle".

Aquel día se reunió una multitud de seguidores que colapsó la ciudad lapurtarra. "Mi mujer quiso ir con mi hijo de año y medio, pero no llegó a tiempo de ver el final de etapa. Llegué yo antes que ellos", recuerda Miguel Mari Lasa, un ciclista que acumuló un excelente palmarés con triunfos en las tres grandes y 76 en total. "Pero el Tour siempre nos quedaba lejos, normalmente llegábamos cascados porque nuestro objetivo principal era la Vuelta a España o el Giro", señala. Aún así, Lasa había ganado también otra etapa del Tour dos años antes para romper la sequía de ocho años sin triunfos vascos en la ronda gala. Fue en la ciudad belga de Verviers cuando superó al francés Guy Sibille en un sprint de dos en la tercera etapa. Ese 1976 fue el año menos prolífico del oiartzuarra. Había fichado por el SCIC italiano y, de hecho, esa fue su única victoria de la temporada.

insaciables En sus tres participaciones en el Tour, Miguel Mari Lasa vio el último triunfo de Merckx, el único de Lucien Van Impe y el primero de Hinault. "Ibas al Tour sin muchas aspiraciones, sobre todo cuando estaban Merckx e Hinault, porque lo querían todo. Querían hasta las metas volantes. Pero cuando no estaban ellos había otros grandes corredores", expone Lasa, que recuerda especialmente a Joop Zoetemelk, "un corredor durísimo, inasequible, luchador... No era el mejor en nada, pero siempre estaba ahí, contrarreloj o cuesta arriba, y ganó mucho siendo veterano".

El Tour siempre quedaba lejos "y el ciclismo era más espontáneo, improvisado si quieres, que el de ahora cuando todos saben qué van a hacer desde diciembre". Miguel Mari Lasa explica como se procedía entonces: "Empezabas en Andalucía o Valencia y si estabas bien, te llevaban a la Vuelta. Si acababas bien la Vuelta, seguías en el Giro para tratar de aprovechar la forma los primeros días. Así era difícil llegar en buena condición al Tour porque no se preparaba específicamente". Solo Miguel Indurain ha ganado entre los ciclistas vascos más etapas que el de Oiartzun en el Tour. "Ahora sería un corredor muy valorado. Ahora hay ciclistas que con un par de victorias al año ya presumen y yo tuve años con cerca de diez", concluye uno de los vascos que en el Tour pudieron ser profetas en su tierra.