EFENSA o ataque, es el eterno debate en el baloncesto, incluso en pleno siglo XXI cuando el juego ha ganado en velocidad y agilidad. Para los clubes como el Bilbao Basket no es sencillo encontrar a jugadores que reúnan las dos virtudes porque normalmente son los que quieren los más poderosos y, por tanto, los más caros. En estos tiempos de ritmo elevado, espacios más grandes y tacticismo exacerbado, nadie quiere renunciar al talento para sumar puntos, pero tampoco a la calidad y el sacrificio a la hora de evitarlos. Algunos logran comprar una manta grande en verano, pero a otros no les llega para cubrir todo.

El Bilbao Basket hizo una apuesta por fichajes de marcado carácter ofensivo, por sumar más referencias y más calidad a su juego de ataque en busca de pasar menos apuros. De momento, el equipo está cumpliendo las expectativas en ese sentido porque se mueve con relativa facilidad en torno a los 80 puntos por partido, está tirando bastante bien desde la larga distancia y tiene a cuatro jugadores por encima de los diez puntos. Sin embargo, los números defensivos de los hombres de negro no están a la misma altura y, consumido un tercio de la campaña, las circunstancias han llevado a los técnicos a dar un giro hacia el equilibrio, a realizar retoques con los que se pretende añadir capacidad física y atlética a la plantilla, que concede 88 puntos por partido y un 51% de acierto en el tiro a sus rivales.

La voluntad de salir de Regimantas MIniotas ha permitido la llegada de Damien Inglis, un jugador con más corpulencia y capacidad para cerrar la zona. Por otro lado, la lesión de Andrew Goudelock, e indirectamente la de Rafa Luz, ha provocado el fichaje de Kyrhi Thomas, de perfil muy distinto al del máximo anotador del Bilbao Basket hasta ahora. El ex jugador de la Universidad de Creighton, que puede actuar de base o escolta, destaca por su notable trabajo defensivo y su agresividad, tanto sobre el balón como lejos de él. En ataque no tiene la calidad de la MiniMamba, pero quizás el equipo pide ahora mismo otra cosa. De hecho, sin Goudelock el equipo firmó en Valencia una excelsa primera parte en ataque, con 57 puntos, que se fue al garete, precisamente, porque la defensa no fue capaz de contener a los taronjas en la segunda.

La duda es si este cambio será provisional o definitivo por el incierto diagnóstico de la lesión del veterano estadounidense, pero todo apunta a que, salvo imprevistos, en el importante duelo ante el Breogán será Thomas quien forme en el equipo de Álex Mumbrú. El club entiende que los puntos de Goudelock pueden repartirse entre otros compañeros, que también pueden verse liberados de la presión que supone tener al lado a un jugador que siempre quiere el balón, algo que también se sabía. Con Kyrhi Thomas, que tendrá que pasar el peaje de su primera experiencia en Europa, puede haber otras formas de anotar, pero sobre todo el equipo podrá desplegar otras armas defensivas que lleven a aumentar la solidez, a reducir el número de puntos en su contra y, en fin, a poder aspirar con mejores argumentos a las victorias ante los equipos de la zona media de la clasificación, que son las que en el cómputo final de la temporada conducen a la permanencia.

El paso de las semanas dirá si este giro es acertado, si la manta crece como se pretende o es solo vestir a un santo para desvestir a otro. Nadie tiene la fórmula infalible del éxito, pero el Bilbao Basket ha tenido la capacidad y la oportunidad de buscar nuevos ingredientes cuando tiene por detrás a un par de equipos, que es el objetivo final de la temporada. Con ellos se pretende adelantar a algunos más para llegar a la meta sin tener que recurrir a un agónico esprint final, como la pasada temporada.