Cristina Ouviña (Zaragoza, 18-9-1990) ha vuelto a la Liga Femenina tras ocho años de acumular experiencia y madurez en el Wisla Cracovia, el Nadezhda Oremburg, el Bourges y el USK Praga. Formada en el Helios, debutó en la máxima categoría con el Mann Filter. A su regreso se ha convertido con el Valencia Basket en la base más destacada de esta temporada y quiere ampliar con su nuevo equipo un palmarés que incluye dos oros europeos y un bronce mundial con la selección española absoluta y una plata mundial con la U19, además de una Liga y una Copa de Francia.

El Valencia Basket cerró la primera vuelta con un balance de 14-1. Imagino que las expectativas se han cubierto de sobra.

-Sinceramente, no esperábamos tanto. Queríamos seguir creciendo y plantar cara a los grandes, pero ni en nuestros mejores sueños podíamos imaginar llevar este balance. Hemos ganado en Girona, en Salamanca competimos muy bien y perdimos en la prórroga. La verdad es que estamos muy contentas.

¿Y cuál es el secreto de esta trayectoria?

-El trabajo, no hay otro. Las cosas no vienen solas, sino con la base que pongas cada día. Y en nuestro caso se están viendo los resultados.

En su caso, coinciden el gran momento colectivo y el individual. Más no podría pedir en su regreso a la Liga Femenina.

-Estoy muy contenta, sobre todo porque estoy disfrutando mucho y estoy haciendo cosas que hasta ahora no había hecho en otros clubes. Por ejemplo, nunca he sido de meter muchos puntos y este año estoy encontrando ese aspecto que no sabía que tenía o que no había necesitado enseñar.

¿Diría que se encuentra en el mejor momento de su carrera?

-No lo sé, igual sí estoy disfrutando como nunca había conseguido en el extranjero, donde la lejanía de tu familia y tu gente te hace llevar las cosas de manera más profesional, en el sentido de que entrenas y te vas a casa, pero pasas momentos duros. Durante ocho años ha sido así porque en España no había esa oportunidad. El baloncesto es mi profesión, pero además ahora la estoy disfrutando y lo que se ve en la cancha es consecuencia de todo eso.

¿Cuánto tienen que ver en su nivel de juego actual todas esas experiencias lejos de casa? Porque no es lo mismo el baloncesto de Polonia, que el de Rusia, el de Francia o el de la República Checa.

-Todo eso me ha ayudado a crecer como jugadora, pero siempre digo que además no me he saltado ningún paso en el sentido de que nunca he ido a un club cuyas expectativas no pudiera cumplir. Los cuatro años en Polonia crecí mucho como jugadora. Era una etapa en que necesitaba minutos, allí los tuve y, además, competíamos en la Euroliga. Luego, el paso a Rusia fue un cambio brusco por todo lo que supone de diferente por los viajes, el clima, por todo. Los dos años en Francia estuvieron marcados por una lesión fuerte que tuve y mentalmente me hizo daño. En general, estoy satisfecha de mi carrera y ahora estar en Valencia es otro paso muy positivo.

Ahora mismo transmite en la cancha esa mezcla de seguridad y chispa, alegría, que es fundamental para una base.

-Bueno, no soy consciente de ello porque creo que siempre he jugado más o menos así. Para mí, es algo normal, pero si puedo contagiar esa alegría a las compañeras, eso siempre es bueno para el equipo.

En su puesto hay mucha competencia y eso le ha hecho perderse algunos de los hitos de la selección española. Pero ahora parece que ya ha llegado su momento en ese sentido.

-Siempre decimos que en España faltan centímetros y decimos de broma que pegas una patada y salen veinticinco bases y a lo mejor solo dos o tres pívots. Lo que está claro es que en los puestos de uno y de dos hay mucho nivel hay jugadoras que no están en la órbita de la selección, pero podrían estar tranquilamente. Yo ahora estoy entre las elegidas y disfruto el momento porque en cualquier momento puedo volver a estar fuera si aparece otra que esté mejor.

¿Qué Liga Femenina se ha encontrado respecto a la que dejó hace ocho años?

-Buff, de lo que había antes casi no me acuerdo, pero sí he comprobado que el nivel ha subido mucho. La liga es muy competitiva y cualquier equipo te obliga mucho. El Zamora, por ejemplo, va el último, pero nosotras no pudimos con ellas hasta el último cuarto. Eso es lo duro y lo bonito, que todos los equipos te exijan porque desde el punto de vista de la jugadora es lo que quieres, competir al máximo nivel. Aquello de que solo hubiera un par de partidos buenos o duros en toda la temporada ya ha pasado. Ahora hay muchos buenos equipos y hay que pelear cada semana.

El Lointek Gernika es uno de esos buenos equipos. ¿Había seguido su trayectoria en los años anteriores?

-Sí, claro. Además, ya nos ganaron en la Supercopa y en el primer partido de la liga nos pusieron las cosas muy complicadas y el resultado fue engañoso. Les tenemos mucho respeto porque están haciendo un año muy bueno. Tiene jugadoras muy importantes y, sobre todo, tiene mucho equilibrio entre exteriores e interiores y eso las hace muy peligrosas y te obligan a estar al 100%. Es la primera vez que voy a jugar en Maloste y ya me han dicho que no es nada fácil, aunque no haya público.

Esa es una de las cosas malas de esta temporada: la falta de público, el tener que seguir todos los protocolos, se ha cambiado el formato de la Eurocup que deben disputar el Valencia y el Gernika. Se tiene que hacer duro mentalmente.

-Bueno, ya estamos acostumbradas. Sabemos que esto va a seguir siendo así, pero no sabemos por cuánto tiempo. Claro que nos gustaría jugar con público, cuanto más mejor, porque es bonito que la gente que te conoce te pueda ver. Pero creo que lo prioritario es que se tomen las medidas necesarias para acabar con el virus y ya habrá tiempo de disfrutar de nuevo del deporte con más tranquilidad.

Con todos los títulos por jugarse, si ahora decimos que el Valencia es candidato a todo, ¿exageramos?

-Sí, porque queremos ir paso a paso. Es que aún queda mucha temporada por delante y las cosas puedan dar muchas vueltas. Todo lo que llegue será bienvenido, pero no será sin trabajar y en ello estamos.