L Bilbao Basket tiene un problema que debe atajar cuanto antes. Su motor no está preparado aún para aguantar los 40 minutos a las máximas revoluciones y en muchos tramos de los partidos da la impresión de estar aún en ritmo de pretemporada. Puede ser lógico con solo seis encuentros disputados en mes y medio, en el que ha habido parones y cambios de planes imprevistos, pero urge corregir la tendencia porque las semanas van pasando y las derrotas se van acumulando. El pasado martes fue el Pinar Karsiyaka el que pisó el acelerador en el último cuarto, pero generalmente los hombres de negro están cargando con un déficit de dureza física y mental que se manifiesta en todos los inicios de partido. Ayer el equipo de Álex Mumbrú volvió a protagonizar un arranque de partido flojo, cedió catorce puntos de ventaja en menos de siete minutos de juego y ya fue imposible darle la vuelta.

En ningún momento estuvo el Bilbao Basket cerca de ganar porque cuando lo estuvo incurrió de nuevo en muchos errores de ejecución en ataque y en descuidos que arruinaban buenas defensas e impedían darle una continuidad al juego. Con porcentajes de tiros escasos y 17 pérdidas de balón, es muy complicado ganar un partido en la Liga Endesa, menos aún cuando se pretende ir de atrás hacia adelante. No rendirse empieza a no ser suficiente porque cambiar canastas o fallos se está convirtiendo en una rutina que solo genera frustración, a tenor de algunos gestos que se empiezan a ver en algunos jugadores.

El juego colectivo no termina de cuajar con la regularidad necesaria y ayer el Baxi Manresa, muy rodado y con un estilo que no debió sorprender a nadie, se manejó durante demasiados minutos con excesiva comodidad. Ese arranque de los catalanes, con seis triples en el primer cuarto de seis jugadores distintos, fue una losa para el Bilbao Basket que solo podía oponer el dominio de Ondrej Balvin en la zona. Pero el checo, con un doble-doble, tuvo los mismos problemas defensivos que el resto de sus compañeros, incapaces de contener a un rival que generaba todo a partir del bloqueo directo y de juego sin balón y que renunció, como los turcos el otro día, al poste bajo. Los dos bases de Pedro Martínez, cada uno a su manera, marcaron el rumbo del duelo. Jonathan Tabu se fue a 23 puntos y Dani Pérez firmó 11 asistencias para romper cualquier idea defensiva del Bilbao Basket.

En el lado contrario, el ataque vizcaino está funcionando a impulsos, también ayer. La eficacia de los sistemas se resiente de esa falta de ritmo y de dureza y la atención que genera Balvin no está sirviendo para que los jugadores exteriores encuentren situaciones claras de lanzamiento. Y cuando las hay, las dudas anulan todas las ventajas. Así, el balón pasa demasiado tiempo en manos de los dos bases o de Brown, obligados a forzar situaciones de uno contra uno que el Manresa frenó con contundencia y en ocasiones sin miramientos. En este sentido, Álex Reyes dio ayer un paso adelante por decisión y acierto, pero Jaroslaw Zyskowski tuvo un partido muy discreto y, además, acabó lesionado. Pero el equipo necesita, sobre todo, a Arnoldas Kulboka, que ya ni siquiera tira cuando está en cancha. El lituano debe hacerse presente como amenaza clara y recurrente en los minutos que está en cancha para generar espacios porque en otros aspectos es un jugador, de momento, de escaso valor. Da la impresión de que él es consciente de ello y ahora mismo no va sobrado de confianza.

La ausencia de público anula los aspectos emocionales del juego y parece que a algunos jugadores del Bilbao Basket les está pesando esta situación. Alguna explicación habrá al hecho de que al equipo le cueste activarse y motivarse, aunque tendrá que hacerlo porque esta situación se va a prolongar durante toda la temporada, probablemente. Llevar solo una victoria cuando los próximos rivales son el Real Madrid y el Baskonia no invita al optimismo, pero quizás lo que le falta al Bilbao Basket lo puede adquirir en esta sucesión de partidos que le aguarda en los próximos veinte días.