ÁFRICA se ha abierto un hueco claro en las plantillas de la Liga Endesa y esta temporada hay más de una veintena de jugadores nacidos en ese continente, además de otros con raíces africanas que han nacido en otros países europeos o en Estados Unidos. Es una cifra récord que habla del papel cada vez más importante que están adquiriendo en el baloncesto los jugadores de esa procedencia. La NBA tiene puesto desde hace años sus miras allí como vivero de talentos, la FIBA ha puesto en marcha una Africa League que enfrenta a los mejores equipos del continente y la ACB también parece decidida a apostar por jugadores que ofrecen una calidad física muy alta, ya sea por altura, por envergadura o por las dos cosas, y que por su tardío comienzo en el baloncesto, en muchos casos, tienen un potencial de mejora ilimitado que no siempre llega a su cénit. El último en incorporarse a este grupo ha sido Yannick Nzosa, el joven congoleño de 16 años que ha cambiado la cara al juego interior del Unicaja.

Hoy se medirán tres de ellos en Miribilla. El nigeriano Kingsley Moses cumple su primera temporada en el Bilbao Basket, lo mismo que el senegalés Malik Dime en el MoraBanc Andorra. En el Principado sigue también el sierraleonés Babatunde Olomuyiwa, que renovó su contrato después del buen papel que cumplió en la fase final de Valencia donde cubrió las bajas del equipo andorrano. Si bien las selecciones africanas no terminan de dar el salto de calidad a nivel internacional, quizás porque carecen de una adecuada cultura táctica y una metodología clara, sus individuos empiezan a estar muy cotizados en este baloncesto globalizado.

Los de la África anglófona suelen abrirse camino en el baloncesto universitario estadounidense, mientras los de la África francófona eligen normalmente Francia o España para empezar en el baloncesto de élite. Por ejemplo, Moses se formó en la Universidad de Arkansas y de allí saltó a Bélgica y Grecia. Dime creció en la Universidad de Washington antes de empezar su carrera profesional en conjuntos modestos de Europa. Olomuyiwa también empezó en la NCAA, pero antes de llegar a la ACB ya con 28 años se bregó durante cinco temporadas en la LEB Plata y la LEB Oro.

Los dos africanos del Andorra no engañan y forman una pareja perfecta para suplir la baja de larga duración del senegalés Moussa Diagne, que creció en la cantera del Barcelona. Dime y Tunde aportan una enorme presencia física a uno de los mejores equipos de la ACB en ese aspecto. El senegalés es el mejor taponador de la competición, si se excluye al recién llegado Shevon Thompson, con más de dos por partido, y el sierraleonés anota con más de un 70% en tiros de dos. Defender, rebotear o taponar, correr y anotar cerca del aro los pocos tiros de los que disponen son las tareas de dos jugadores que exigen mucho a sus rivales porque a veces parece que están por todas partes.

En el Bilbao Basket, Kingsley Moses aún está por ofrecer su mejor versión, aunque se le atisban virtudes similares. Álex Mumbrú ha cambiado el rol inicial del nigeriano ya que le va más como cinco como cuatro y eso ha supuesto un reto en su adaptación. Moses fue descartado en el estreno de la Champions League y su energía será muy necesaria hoy ante un equipo que gusta de desplegarse a campo abierto.