- El tacto especial del balón, el olor a goma quemada, el cansancio del brazo tras una larga serie de tiros€ estas sensaciones y muchas otras más eran añoradas por Asier García (Bilbao, 1981), David Mouriz (Narón, 1982) y Txema Avendaño (Bilbao, 1988). Los tres jugadores del Bidaideak Bilbao BSR vuelven a disfrutar del deporte que aman y recuperan poco a poco esas habilidades que habían quedado aletargadas por el confinamiento. Basque Team les abrió las puertas del Centro de Perfeccionamiento Técnico de Fadura y gracias a ello pudieron volver a entrenar. Comparten el mismo lugar y en ocasiones entrenan al mismo tiempo, pero cada uno en su canasta y con su propio balón, sin pasárselo el uno al otro y cruzándose lo menos posible. Una sensación extraña para estos jugadores acostumbrados al día a día de un deporte de equipo y que ahora deben realizar en solitario.

El objetivo de estos jugadores del conjunto bilbaino era perder el menor tiempo posible y poder comenzar cuanto antes sus entrenamientos en una cancha. "Tuve la gran fortuna que haciendo las gestiones con Basque Team me permitieron el primer lunes a las nueve de la mañana entrenar en la cancha. Me siento un privilegiado porque muchos compañeros, incluso de la selección, siguen sin poder hacer nada", reconoce García, que al igual que el resto de los becados por la fundación tuvo la posibilidad de usar las instalaciones de Fadura desde el primer día que las autoridades sanitarias lo permitieron. Por su parte, esta situación pillo a Mouriz y Avendaño en plenos trámites para lograr la beca. Ambos cumplen con todos los requisitos pero la resolución todavía no ha salido. Pero Basque Team entendió su situación y les permitió entrenar.

Esos primeros entrenamientos eran algo esperado durante días por los jugadores. Sesiones rutinarias del día a día pasaron a ser un deseo enorme. "Después de estar tantos días encerrados valoramos el mero hecho de poder salir y entrenar. Antes era algo normal, pero cuando te lo quitan es cuando te das cuenta de lo que significa", declara Mouriz. Las sensaciones fueron extrañas pero los tres disfrutaron en la cancha y aunque solo pudieran hacer ejercicios en solitario el reencuentro con el baloncesto mereció la pena. "Fue un poco raro porque llevaba unos setenta días sin sentarme en una silla. Pero lo afronté con ganas porque este es el deporte que amo y quería volver a la normalidad", añade Avendaño.

Aunque las ganas no hicieron que todos los obstáculos desaparecieran. El confinamiento pasa factura a todos los físicos y los primeros entrenamientos no fueron sencillos. "Las sensaciones del primer día fueron pésimas, como si estuviera empezando en este mundo de nuevo. Sin fondo físico, más torpe, se me hacía raro moverme con la silla y botar", comenta Avendaño, que en su día a día no tiene la posibilidad de ejercitarse con una silla: "En mi caso hago vida normal con una prótesis y voy de pie todo el día. No puedo trabajar mi resistencia física corriendo por mi minusvalía y aunque puedo ir en bici, me cuesta bastante. Luego podría trabajar en máquinas específicas pero los gimnasios están cerrados. Por eso dependo prácticamente de la silla para trabajar la resistencia".

Otra de las cosas que echan de menos es compartir los entrenamientos con sus compañeros. El baloncesto es un juego de equipo y parte de su encanto queda perdido cuando no se pueden compartir estos momentos con el equipo. "Es muy extraño, somos deportistas de equipo y nos gusta poder compartir los ejercicios con los compañeros. No podemos ni cruzarnos en la pista ni pasarnos un balón", detalla García. Son situaciones que se echan de menos y toca buscar la motivación en las rutinas individuales. "La sensación es evidentemente peor que si pudiéramos entrenar todos juntos, pero seguimos disfrutando. Solo con coger el balón y estar tirando disfruto y me pico conmigo mismo", afirma Mouriz.

García, Avendaño y Mouriz lograron una ventaja importante con respecto a muchos compañeros que deben esperar a las siguientes fases del desconfinamiento para volver a sus rutinas habituales. "Íbamos a estar desde marzo hasta septiembre, que es cuando está pensado que retomemos los entrenamientos con el equipo si todo va bien. Son seis meses sin sentarte en una silla y eso para un deportista es una locura. Gracias a esto podemos estar entrenando y se agradece", opina Avendaño. Sesiones que permiten a estos jugadores reencontrarse con el deporte que aman y sentir sensaciones añoradas.