LA plantilla del Bilbao Basket está confeccionada sin una referencia clara. Sin estrellas, pero con muchas variantes diferentes. Muchos jugadores capaces de solucionar problemas aislados y que generan una capacidad de sorpresa por su variedad de recursos. Una de las consignas de Álex Mumbrú es que no importan los minutos de juego, cada integrante de la plantilla tiene que estar preparado para rendir cuando salga a la pista, sin importar la situación del partido ni su habitual peso en la rotación del equipo. Ese rol es entendido por los jugadores y ayer ante el Montakit Fuenlabrada fue una de las claves de la victoria. La mitad de los puntos del equipo llegaron desde el banquillo y varios suplentes dieron un paso adelante cuando el partido estaba en un momento crítico para los intereses vizcainos. Pocos minutos, pero efectividad máxima

Esa manera de mover el banquillo la ejemplificó a la perfección Iván Cruz. El ala-pívot madrileño salió a falta de un minuto y tres segundos para finalizar el tercer cuarto. No sumó en el apartado estadístico, pero se Mumbrú confió en él para iniciar el último periodo. Con el partido en el alambre, aportó frescura al equipo, aprovechó al máximo sus ataques y en defensa cumplió con creces, haciendo un buen trabajo sobre Eyenga. Cruz sumó 4 puntos y capturó 4 rebotes para firmar 10 créditos de valoración en menos de cinco minutos. La posibilidad de meter al undécimo hombre en el campo y que rinda a este nivel dio a Mumbrú ayer otra arma más para enfrentarse al Fuenlabrada. El técnico catalán utilizó ayer a cuatro hombres en el puesto de ala-pívot, cada uno con unas cualidades diferentes. Además del ya mencionado Cruz, los habituales Arnoldas Kulboka y Emir Sulejmanovic se repartieron la mayor cantidad de minutos en esa posición y durante un breve espacio de tiempo Ben Lammers y Ondrej Balvin estuvieron juntos en pista para asegurar el rebote y meter centímetros a la defensa.

El banquillo es uno de los recursos habituales de Mumbrú para meter una marcha más al juego y en esa estrategia es clave el papel de Jaylon Brown. El norteamericano cumple con el rol de desatascador en el equipo y un perfil de jugador diferente al del escolta titular, Rafa Martínez. La semana pasada Brown no estuvo acertado y ayer tampoco comenzó con buen pie. Sus primeras jugadas no fueron acertadas y le costó encontrar el tono del partido. Pero el escolta de Indiana solo necesita una pequeña chispa para dinamitar el partido. Valentía no le falta y no le tembló el pulso para tomar la responsabilidad en el segundo cuarto. Brown anotó once puntos en un abrir y cerrar de ojos y el Bilbao Basket empezó a cosechar las primeras ventajas importantes del encuentro.

Fue uno de esos días en los que el entrenador puede irse satisfecho a casa por el buen hacer de sus jugadores. Cada nueva pieza que entró en el campo respondió, cada solución intentada terminó en éxito y el protagonismo estuvo bien repartido. No solo Cruz y Brown aprovecharon sus minutos desde el banquillo, prácticamente todos tuvieron su momento y Sergio Rodríguez ganó un peso específico en la victoria del equipo, sumando a su habitual trabajo defensivo, un gran acierto desde la línea de 6,75. El alero aportó sacrificio en los dos lados de la cancha, algo que ya no sorprende, y logró anotar varios lanzamientos importantes sobre la bocina de posesión. El Manresa decidió cambiar mucho su defensa y apostó por varias defensas zonales. El Bilbao Basket consiguió superar sin problemas esas variantes en el juego gracias a su buena mano desde el triple, donde Rodríguez tuvo un papel importante al convertir tres de sus cinco intentos.

Reparto de minutos Esta respuesta de los jugadores del banquillo permite a Mumbrú tener confianza plena en el reparto de minutos. Solo Cruz y Tomeu Rigo, que no saltó a la pista, jugaron menos de diez minutos y Axel Bouteille fue el único que superó los 25 minutos de juego. Rotación amplia y con jugadores con recursos muy diferentes que permitieron una vez más tener un amplio foco de amenazas ofensivas. Esto permitió que el Bilbao Basket pudiera ir de menos a más con su intensidad defensiva. A los bilbainos les faltó dureza en las primeras acciones y permitieron demasiadas canastas en la pintura. Sin embargo, cada cambio fue una bocanada de aire fresco, pequeñas subidas de intensidad que hicieron que el nivel fuera a más y terminara por dejar al Montakit Fuenlabrada sin opciones en los minutos finales.

El Bilbao Basket volvió a lograr una victoria basada en su juego coral, con un papel clave de los jugadores secundarios. Sin embargo, los llamados a tener más responsabilidad en el equipo también aportaron su grano de arena y en el último cuarto tiraron de galones para dar un paso adelante. Jonathan Rousselle, lastrado por faltas todo el choque, anotó dos triples importantes y Bouteille se echó al equipo a la espalda en los minutos finales para firmar la sentencia del Montakit Fuenlabrada.