YOUSSOUPHA Fall (Dakar, 1995) hace tiempo que se acostumbró a destacar solo con su mera presencia. “Soy la excepción de mi familia”, comentó en una entrevista concedida al portal DraftExpress. Y es que con sus 221 centímetros hace que sus parientes más cercanos, la mayoría de ellos con más de 1,80 altura se queden pequeños ante su imponente figura. Con esas medidas el destino de Fall pronto quedó encaminado al baloncesto. Sin embargo, su llegada a la élite llega en una época de cambio. Los equipos cada vez apuestan por un jugador más global, dejando de lado las posiciones y buscando gente multidisciplinar capaz de hacer de todo en la pista. El cuatro abierto ya parece una obligación y el cinco clásico trata de resistir en un baloncesto cada vez más alejado del aro. Fall también quiere ser una excepción dentro de la cancha. El senegalés destaca en el Baskonia aprovechando al máximo las inmediaciones del aro. Intimidación y rebote son sus armas. Sin complicarse la vida. Así en este inicio de temporada promedia 10 puntos y, 7,3 rebotes, con solo dos tiros de campo fallados.

Desde niño el deporte fue una pasión para Fall. Correr y competir le llenaban a más no poder y su altura le encaminó directamente al baloncesto. Pero la vida también da golpes y al actual jugador del Baskonia le tocó sufrir uno muy fuerte en plena infancia. Con once años perdió a su madre y fue un mazazo para él. Les desmotivó completamente. Al joven Fall no le apetecía hacer nada y el baloncesto pasó a un segundo plano. El balón naranja y la canasta, sustento de diversión hasta pocos meses antes, no le llenó. Su destino deportivo estuvo a punto de truncarse. Tuvo que ser su agente el que le convenciera de que su futuro en el baloncesto todavía podía retomarse y el senegalés decidió dar una segunda oportunidad. Ya no volvió a dejarlo más.

Fall se unió a la academia educativa y académica de SEED que tiene su sede en Thies, un proyecto que cuenta con el amparo de la NBA y que es un vivero de jugadores para la liga estadounidense y para el baloncesto europeo. De esa cantera además del propio Fall también salió el jugador de los Minnesota Timberwolves Gorgui Dieng. Una treintena de jugadores profesionales que han salido de SEED. La mayoría de ellos dieron el salto directamente a las universidades estadounidenses, pero el pívot optó por dar el salto al profesionalismo directamente y fichó por el Le Mans francés.

Aunque debido a su juventud, el conjunto francés decidió esperar para darle la oportunidad definitiva y le cedió al Potiers de la Pro B francesa. Fall tuvo que ganarse los minutos desde abajo, demostrar en una categoría inferior que estaba listo para dar el salto y en su primera temporada como profesional promedió diez puntos y siete rebotes, solo las faltas y un desastroso porcentaje de tiros libres aparecían como asignaturas pendientes en su juego. Su nivel fue tal en su primer año en Francia que al Le Mans no le quedó otra que darle la oportunidad definitiva y Fall respondió con otra muestra de madurez al calcar sus estadísticas en una categoría superior, llegando a ser clave en la final de la temporada 2017-18 contra el Mónaco al conseguir en el segundo partido 17 puntos sin fallo y capturar 12 rebotes. Su intimidación fue un factor diferencial en una serie que terminaría llevándose el Le Mans en el quinto partido.

No todo fue alegría en ese curso para Fall. Otra vez una desgracia familiar se cruzó en su camino y el senegalés perdió a su padre, su mayor fan. “Es así, es la vida. Mi padre siempre estaba detrás de mí, intentaba seguir mis partidos, tenía todas mis fotos en su tableta. Él siempre me estaba dando consejos sobre mis partidos y me animaba. Hice todo eso por ellos también. Especialmente por mi padre”, explicó en una entrevista concedida a Basket Europe. Con la familia siempre presente, Fall siguió luchando y mejorando hasta que le llegó la gran oportunidad de su carrera deportiva.

llegada al baskonia El Baskonia hizo una importante apuesta por el senegalés y decidió ficharle con vistas al futuro. Le firmó un contrato de cuatro años y en el primero de ellos lo cedió al Strasbourg. La temporada pasada jugó en las filas del conjunto francés y confirmó que la promesa se había hecho una realidad. Dominó las dos zonas gracias a su gran capacidad de intimidación y mejoró ligeramente su porcentaje de tiros libres. Las bajas en el puesto de cinco hicieron que el Baskonia decidiera incorporarle este curso a su disciplina y en los primeros partidos Fall está respondiendo con buenos números y, sobre todo, con mucha presencia física en la zona.

Donde tiene más complicado ganarse el puesto es en la selección. Fall dejó claro que su intención es jugar con Francia, el país que le dio su primera gran oportunidad deportiva y este último Mundial rehusó formar parte de la selección senegalesa a la espera de que algún día llegue la llamada de los galos. En su puesto hay nombres de mucho nivel y destaca por encima el también gigante Rudy Gobert. Pero Fall no tira la toalla y espera que a base de trabajo y escalando desde un segundo plano le llegue la oportunidad soñada.